La aclamada novela de Ian McEwan Chesil Beach planteó una historia que se adentraba en la «inocencia» e «ignorancia sexual» que se vivía en los años 60, inmersa en los arquetipos predominantes del momento. Ahora se acaba de estrenar en España su adaptación al cine: En la playa de Chesil. «Es muy interesante poder disfrutar de una película de época que no esté idealizada, como generalmente suele pasar, ya que nos hace valorar el recorrido que hemos pasado y apreciar el cambio de las ideas establecidas de cada momento», explica su director, Dominic Cooke (Londres, 1966).

Cuatro veces ganador del Premio Olivier de Teatro al mejor director y nominado a los Premios Bafta, Cooke debuta ahora en la gran pantalla atraído por «la enorme calidad» de la escritura del guión que ha realizado el propio autor y por el retrato tan «auténtico» que ofrece respecto a los años previos a la revolución estudiantil, informa Efe.

En la playa de Chesil, protagonizada por Saoirse Ronan y Billy Howle, en papel de Florence y Edward, propone la historia de dos ingleses vírgenes enamorados, diferenciados por su clase social, que en la noche de bodas sufren el impacto del silencio y las malas palabras, cambiando el rumbo de sus vidas para siempre. «Es una película sobre dos personas enamoradas que sienten la presión que hay sobre ellos para comportarse de cierta manera, que nada tiene que ver con quienes son ellos y que, consecuentemente, tiene una relación catastrófica sobre su relación», apuntó. Cooke apostó por abarcar la trama como si de una «tragedia griega» se tratara, utilizando un largo y complejo recorrido que ofrece un «inesperado final», enriquecido por una ambientación y banda sonora excepcional.

EL TRASLADO AL GUIÓN // «Erwin fue muy específico sobre los personajes y el lugar. Yo estaba impresionado por la extracción de la esencia de la novela y su traslado al guión. Transmite la importancia de cómo las personas hablan, y no hablan, de sexo... Quedaba muy claro cómo los dos jóvenes estaban afectados por la época en la que vivían», añadió. Por ello, la enorme carga emocional que viven los protagonistas, combinada con el gran problema de comunicación que sufren, se refleja de una manera sutil, pero incisa, en la comunicación corporal de ambos, detalles que el director quiso aprovechar tras su experiencia en el teatro.

«He intentado dar a los actores una idea del proceso mental, el que hubieran tenido antes de ese encuentro. Cómo lo han ido ocultando, enterrando, no queriendo ver sus miedos hasta ese momento, aplazando constantemente la tragedia», profundizó.

Otro de los grandes temas que abarca la ópera prima de Cooke, son las presiones que sufre cada género en la mitad del siglo XX: el hombre, siempre bailando sobre la idea de «la conquista sexual», y la mujer, obligada a ser «discreta, femenina y delicada». Un hecho a los que los actores Ronan y Howle se adaptaron a la perfección, llegando incluso a implicarse «más de lo debido», ha admitido, ya que, en un momento dado, la actriz nominada al Oscar por la película Lady Bird estaba «obsesionándose» con la sensibilidad que exigía su papel, por lo que el director le pidió que dejara de leer la novela y «disfrutara» de su personaje.