Cualquier secuela invita a la nostalgia pero más si se trata de Trainspotting, un filme que revolucionó el cine británico y que marcó a toda una generación. Su director, Danny Boyle, ha conseguido reunir al reparto original 20 años después y hacerles mirar por «el telescopio del tiempo». «Cuando miras por un telescopio, las cosas parecen distantes, pero, si le das la vuelta de repente, tienes la imagen encima. Así es nuestra relación con el pasado: a veces no recuerdas nada y otras se te cae todo encima», señaló ayer Boyle. La cita con la prensa española tuvo lugar en La Vía Láctea, un bar del barrio de Malasaña que resiste el paso de los años desde la época de la Movida madrileña. Boyle se fija en un cartel de Los Ramones que hay la entrada. «Ya están todos muertos», comenta y estalla en una carcajada.

A Mark Renton, Spud, Sickboy y Begbie, los cuatro personajes de Trainspotting les ha ido un poco mejor, al menos siguen vivos, aunque Boyle admite que esta segunda parte es «más dolorosa» que la primera, si bien conserva parte de aquella energía primigenia. «A los hombres se les da peor lidiar con el paso del tiempo. Las mujeres lo hacen mejor, quizá por el reloj biológico, son más sensatas», considera el ganador de un Oscar por Slumdog Millionaire en el 2008.

T2 Trainspotting, así se llama la secuela que llegará a los cines el próximo 24 de febrero, entrelaza melancolía y reflexiones sobre la masculinidad con una trama de acción que arranca con el regreso de Renton (Ewan McGregor) a Edimburgo para reencontrarse con los amigos a los que traicionó por un puñado de libras. Vuelve a haber peleas, carreras desenfrenadas por las calles de la ciudad, retretes que cobran vida y hasta un monólogo de Renton que homenajea a aquel «Elige la vida» de la mítica secuencia inicial del filme de 1996.