Se agradece ver en pantalla gigante (después de tanto tiempo asomados a las pequeñas pantallas) y con excelente sonido la última película de Daniel Calparsoro. Filmada con la estupenda factura técnica que le caracteriza, con trepidante pulso narrativo y ritmo frenético a la hora de rodar persecuciones y secuencias de acción, la cinta entretiene y te mantiene expectante de principio a fin. Con un guión escrito por Jorge Guerricaechevarría (colaborador habitual de Álex de la Iglesia o Daniel Monzón), deudor del cine quinqui (género que puso de moda Eloy de la Iglesia y José Antonio de la Loma, revisado y renovado en los últimos tiempos por Alberto Rodríguez…), con tipos inspirados en atracadores y mafiosos de la escena negra madrileña, con abogados corruptos y toda una fauna de gente sin escrúpulos. Uno de los aciertos de Calparsoro es haberle otorgado un cierto aire de cine francés a la producción, y no sólo me refiero a la impecable fotografía de Josu Inchaustegui con predominio de tonos fríos y azulados, nocturnos muy bien iluminados e interiores de salas de fiesta con explosivos colores.
El joven y natural actor Miguel Herrán construye un personaje ambicioso, con un solo objetivo: subir y subir hasta donde el título marca. Aunque inteligente, no calibra las consecuencias y se juega todo a una carta. En el reparto está acompañado de intérpretes con experiencia, como es el caso de Luis Tosar o Fernando Cayo, junto a otros completamente desconocidos y sin experiencia que prestan cierta frescura y desparpajo a sus trabajos. Pero si hay un nombre que deslumbra por su apariencia y fuerza dramática con su presencia es el de Carolina Yuste, que encarna la mujer de quien está enamorado el protagonista y de quien no puede olvidarse, aunque sus intereses lo lleven a compartir el corazón y formar una familia con otra.
Un thriller bastante digno, que navega entre Madrid e Ibiza, sin dar respiro al espectador, testigo de alunizajes y robos planeados con precisión, al ritmo de la moderna banda sonora marca de la casa compuesta por Carlos Jean.
