‘Las lealtades’. Autora: Delphine de Vigan. Anagrama. Barcelona 2019.

La lealtad es quizá lo único que pueda parar la debacle moral y existencial en que viven los personajes atormentados de esta novela. Una sociedad desquiciada, desestructurada, plena de egoísmos y odios en el seno de la propia familia, de separaciones traumáticas y crueles, llevará al límite a dos adolescentes, especialmente a Théo, que son las víctimas inocentes del caos social en que vivimos. Novela a varias voces, donde predomina la primera persona, desgarradora y reveladora, que sabe reflejar con pasmosa precisión la psicología de los personajes: Théo es quien lleva la peor parte, un chico de doce años de padres separados que sufre la presión psicológica de una madre obsesiva que no deja de insultar a la nueva compañera de su padre y a su exmarido de forma tan cruda y atroz que provoca un daño irreparable en el muchacho. No sabe que el padre ha sido abandonado también por esta segunda compañera y languidece miserablemente en su piso, deprimido, sucio y atiborrado de pastillas. El hijo lo oculta todo y sufre día a día esa situación terrible para acabar refugiándose, en su desesperación, en el alcohol. Mathis, su único amigo, lo acompañará también en ese descenso a los infiernos. Solo Hélène, la profesora, sabe que algo no va bien y parece la única dispuesta a intervenir. Ha llegado a identificarse con Théo creyendo que es víctima de malos tratos. Convierte el asunto en algo personal y se obsesiona, porque precisamente ella recibió malos tratos en la infancia; y ese recuerdo junto a la impotencia por no poder hacer nada por Theo la socava lentamente hasta llegar, al final, a desequilibrarla psicológicamente. Cécile es la madre de Mathis, la única que descubre la adicción al alcohol de los chicos. Procura proteger a su hijo pero es otra débil víctima de una sociedad desquiciada. Acaba de descubrir que su marido no es el hombre ingenioso y educado con quien se casó sino un feroz homófobo y misógino que esconde en internet su personalidad pero que interviene en redes sociales con comentarios tan agresivos que rozan el delito. Cécile visita a un psiquiatra porque le acosa la duda y todo su universo se desmorona. «Observo a mi marido en la mesa durante la cena, y me pregunto: ¿el monstruo que hay en él permitía percibir su olor, su condición y el eco de su ira que yo no he sabido reconocer? ¿He sido yo la que he cambiado? ¿He sido yo quien lo ha convertido en ese ser amargo y saturado de bilis» (pág. 122).

Cada uno de estos personajes deberá luchar por su supervivencia, por espantar los fantasmas que los acechan, por escapar de una realidad asfixiante de la que solo la amistad, la lealtad, la generosidad, podrán, quizás, servir de red a quienes se precipitan hacia la destrucción. La inmersión en la psicología de los personajes es profunda y veraz, uno de los aspectos mejor conseguidos de esta impactante novela, que en doscientas páginas consigue transmitir fielmente el dolor de los personajes más desprotegidos y castigados de esta sociedad. La penetración psicológica es especialmente fértil en los adolescentes: «Durante toda la tarde Mathis percibió en su madre esa melancolía difusa que aborrece porque no puede evitar la impresión de ser él el culpable.

Está esa tonalidad particular de su voz que le parece que solo oye él, y esa manera que tiene de mirarlo como si se hubiese hecho adulto en una noche o se dispusiese a irse a la otra punta del mundo. O como si hubiera hecho algo malo de lo que no era consciente» (pág. 80). Diálogos vibrantes, rápidos, punzadas continuas, reflexión psicológica, narración ágil que no deja paz al lector, que lo impulsa y arrastra hacia la lectura continuada de esta última novela, breve e intensa, de Delphine de Vigan (Boulogne-Billancourt, Francia, 1966). Anagrama también publicó su novela Días sin hambre (2001). Es una de las escritoras francesas más premiadas. Nada se opone a la noche (2011) la consagró internacionalmente, con varios premios y traducción a veinte idiomas.

Recientemente ha escrito Basada en hechos reales, (2017) premios Renaudot y Goncourt de los Estudiantes, llevada al cine por Roman Polanski. La brevedad y contundencia de sus diálogos, la finura y penetración psicológica de su prosa y la progresión vertiginosa de la acción hacen de Las lealtades una novela portentosa.