La suspensión de la Semana Santa, de las Cruces, de la Feria y de otras fiestas, y el aplazamiento de bodas y comuniones, eventos en los que se usan flores cortadas y plantas de temporada, tiene efectos colaterales que van más allá del turismo y la restauración. Viveros y floristerías son sectores damnificados por el estado de alarma por el coronavirus y ven cómo se echa a perder su temporada alta. Muchos viveros se están viendo abocados a tirar miles de plantas de temporada al no poder venderlas.

El responsable de Surplant, Juan García, explica que la crisis ha pillado a los invernaderos «a tope para la campaña y la flor se está pasando, la planta sigue creciendo, y no podemos darle salida, por lo que será una pérdida tremenda». García recuerda que «la primavera es esencial, es la campaña más fuerte». Aunque no ha calculado las pérdidas, señala que en cada uno de sus cinco invernaderos tiene una media de 25.000 ó 30.000 plantas, además del «plantel para ir siguiendo la cadena y poder suministrar desde febrero hasta mayo o junio». Esas plantas, lamenta, «habrá que tirarlas, irán a la basura». «Si fueran árboles y no se venden, no pasa nada, ahí se quedan, pero, al ser de temporada, es como la flor cortada, que no vale». Surplant tiene un vivero en Villafranca, que está con los servicios mínimos de mantenimiento, y otro en Córdoba, que ha tenido que cerrar. El único movimiento que le queda es el de la tienda online, donde «todos los días se mandan de seis a diez paquetes», y «la gente de Villafranca, que pide plantas y se las enviamos, pero eso no llega para pagar nada».

Manuel Moreno, que trabaja en el vivero Santa Bárbara, en Fuente Palmera, lamenta que «el sector se ha paralizado», lo que supondrá un importante daño, ya que «el 70% de las ventas del año en tema de flor se hace en primavera, estamos en el periodo de venta más fuerte». «El problema es que la planta tiene caducidad, porque con el calor no hay demanda», señala. Moreno augura «pérdidas inmensas» porque «si cierras, tienes gastos, la inversión hecha para la venta, que desaparece al tener que tirar las plantas», que es lo que teme que pasará. A esto se une que «tenemos paralizados los cultivos y la programación hasta las navidades» y «no sabemos si cuando llegue el momento podremos cubrir los gastos de los proveedores».

Francisco Navarro, responsable del vivero La Cañada, asegura que la prohibición de abrir «en nuestra época fuerte de ventas del año lastra el resto de la temporada». «Estamos asustados», manifiesta, porque «no sabemos cómo capear una temporada de venta baja en verano e invierno si no hemos vendido nada en primavera» y «aunque estamos intentando mantenerlas y las cuidamos, hay muchas que no aguantarán y que tendremos que tirar».

Para Rafael Barón, presidente de Claveles y Gitanillas y encargado de la floristería Los Patios, es «una hecatombe, no solo para las floristerías, sino para el sector productor, que no sé si se recuperará». Barón afirma que la crisis «ha llegado en la época más mala del año» y «al sistema de flor cortada que tenía todo sembrado para la Semana Santa le ha pillado con los invernaderos llenos». «Para los viveros -añade- es un desastre porque tenían todas las plantas preparadas para el mayo de Córdoba». A esto se suma que otro día de ventas, el de la madre, «estaremos confinados». Barón piensa que «va a ser una ruina y para muchos supondrá el cierre, porque no andamos con muchos márgenes de beneficio, lo que se gana es para pagar gastos».

La presidenta de la Asociación de Floristas de Córdoba, Ángela Gómez, de Los Girasoles, relata que hay material «que se ha deteriorado» y que ha tenido que llevarse plantas a su casa, regalar flores y tirar. «Lo hemos perdido todo», afirma, «tenía bastantes tocados, cinturones de comunión, todo se ha quedado hecho» y, aunque los recogerán, los «ingresos se aplazan». La asociación no tiene datos del impacto que tendrá esta crisis en el más de medio centenar de floristerías que hay. «No lo tenemos calculado», indica, «pero nos han recomendado que a las plantas, flores y flor cortada que teníamos le hiciéramos fotos por si el seguro se puede hacer cargo de las pérdidas».

El estado de alarma afecta también a servicios municipales. El vivero ha cerrado y labores como plantar flores en glorietas han quedado paralizadas.