Se cumple un año de la concesión por parte de la Junta a la Fundación-IES Aguilar y Eslava de la Medalla de Andalucía por sus algo más tres siglos y medio de enseñanza en Cabra. El responsable de su Archivo Histórico, Antonio Suárez Cabello, está al frente desde hace cerca de dos años de su Centro de Estudios Manuel Vargas y Alcalde.

-La Fundación Aguilar y Eslava abrió hace algo más de un año el Centro de Estudios Manuel Vargas y Alcalde. ¿De qué estamos hablando?

-Hablamos de un lugar de encuentro para la historia y la investigación. Está ubicado en la primera planta del Oratorio de la Purísima con acceso por el patio interior del Museo Aguilar y Eslava. En este espacio se encuentran el Archivo Histórico de la Fundación, la Biblioteca Histórica Aguilar y Eslava y seis puestos dedicados a la investigación. La historia documental se inicia con una copia del testamento (1679) del licenciado Luis de Aguilar y Eslava, presbítero, en el que se recoge su última voluntad, la erección de un colegio para que estudien un número reducido de colegiales, en régimen de internado, tres cursos de filosofía y cuatro de teología, y se vaya renovando cada siete años. De esta forma, no se tenían que desplazar fuera de Cabra para realizar estos estudios. Para tal fin deja sus cuantiosos bienes, cuyas rentas han de sostener el colegio en el tiempo. La administración y gobierno corren a cargo de la junta de patronato de la Fundación. El real colegio, autorizado por Carlos II, se convierte después en colegio de Estudios Mayores dependiente de la Universidad de Granada (1777); más tarde, por el cambio del plan de estudios, en Colegio de Humanidades (1828) dependiente de la Universidad de Sevilla, y en 1847 la Fundación solicita cambiarlo a instituto, quedando como adjunto al mismo el real colegio, de internos para estudiar el Bachiller.

-¿Y el archivo bibliográfico?

-La historia bibliográfica la forma el fondo antiguo de la institución educativa. Libros de los siglos XVI al XIX, aproximadamente 5.000 volúmenes. Comienza con la librería, un estante con cerca de un centenar de libros que se encontraba en el despacho del rector y que ha sido recreado por Domingo y Moisés Blanco. Contiene casi todos los libros originales que tenía en 1692, inicio de la actividad académica del colegio, incluidos los libros manuscritos. Para la formación de la actual colección han sido muy importantes las donaciones realizadas por rectores, catedráticos y figuras destacadas de nuestra historia literaria y política (Juan Valera, Alfonso XIII, Martín Belda...). Los seis puestos de investigación tienen todas las comodidades y acceso a internet.

-¿Qué supone este centro dentro de la Fundación Aguilar y Eslava?

-Es un espacio más para el conocimiento junto a los museos, el Oratorio, el propio lugar que ocupa el Coro de Cámara, la sala de exposiciones temporales o los espacios comunes, compartidos con el instituto en perfecta sintonía con el mismo, a través de la simbiosis de instituto-fundación de la que hablaba Juan Carandell. Su director, Francisco Ortiz, patrono de la Fundación, es un pilar fundamental en esta armonía que pretende continuar con el espíritu de Aguilar y Eslava y poder proyectarlo hacia el futuro. El legado educativo se usa actualmente como recurso didáctico en la enseñanza de la Historia. Una actividad coordinada por el presidente de la Fundación, Salvador Guzmán. Desde el Centro de Estudios nos proyectamos, siempre que es posible, en los eventos que se organizan como instituto histórico. Uno de los ejemplos lo tenemos en las exposiciones anuales que organizamos, mostrando el legado bibliográfico y documental de esta impresionante historia de la enseñanza en Cabra.

-Sin olvidar las visitas.

-En ellas tiene mucho que ver en su programación Bernardo Nicolás Fresnillo. Además, el Centro de Estudios es responsable de salvar el legado que conserva, poniendo los medios necesarios en su protección, conservación y difusión. Difusión que con frecuencia realizamos en La Opinión de Cabra digital, en las secciones de Documento Destacado y Libro Destacado.

-¿Qué pueden encontrar en él los investigadores?

-Con respecto al patrimonio histórico documental, prácticamente manuscrito, cuyos expedientes se están digitalizando para incorporarlos a Pares, el Portal de Archivos Españoles del Ministerio de Cultura, como archivo privado y acceso libre, y en cuyo proyecto está empeñado Antonio Ramón Jiménez, secretario y patrono de la Fundación, podemos reseñar algunas series, aparte del comentado testamento de Luis de Aguilar y Eslava. Entre ellas, las relativas a la erección del colegio y la compra del edificio a la condesa de Cabra, donde se ubica actualmente el instituto-fundación; los informes de limpieza de sangre, vida y costumbres de los colegiales aspirantes a las becas de estudio; los expedientes alusivos al personal del real colegio, rectores, catedráticos, personal de servicios, etcétera; los breves apostólicos para la celebración de la misa, en pergamino; los libros de entradas y salidas de colegiales, etcétera. Un apartado muy interesante son los bienes del fundador que sostienen el real colegio y, durante algunos años, el instituto, sobre los que trabaja actualmente, ampliando su catalogación, Mercedes Lama, una de nuestras recientes colaboradoras. Los libros ofrecen, asimismo, múltiples posibilidades de investigación, aunque la mayoría de los títulos se pueden localizar en la red, pero verlos in situ nos descubre la historia de la impresión del libro, ya que los ejemplares son del siglo XVI al XIX.

-El centro acoge la Biblioteca Histórica Aguilar y Eslava y el Archivo Histórico de la Fundación. ¿Qué documentación destacada atesora?

-Los libros del siglo XVI, un centenar, son verdaderas joyas bibliográficas, con muchas huellas de sus propietarios. El más antiguo es de 1509. Algunos de ellos han pasado por la censura de la comisión del Santo Oficio de la Inquisición y han sido tachados en diversos pasajes. Destacamos la colección de diccionarios, más de 60 títulos y numerosos volúmenes. Muchas huellas tienen los libros de la donación de Juan Valera de su biblioteca personal y familiar. Y entrañables resultan las cartas de antiguos colegiales cuando ocupan puestos destacados en la sociedad y recuerdan su paso por el real colegio, a cuya enseñanza están agradecidos. Emociona mucho ver en los documentos el nombre del héroe de Trafalgar, Dionisio Alcalá Galiano, en sus dos cursos de estudios como interno.

-Se continúa trabajando para su puesta en valor y digitalización. ¿En qué fase se encuentra?

-La digitalización la estamos llevando a cabo con un escáner profesional que adquirió la Fundación el pasado año. Nuestros impulsos de trabajo dependen de las subvenciones solicitadas y concedidas de ayudas a la digitalización del patrimonio documental o bibliográfico ofertadas por organismos oficiales. Del mismo modo, con respecto al personal, son becas de programas de prácticas en empresas para el alumnado de la UCO (Fundecor). La Fundación tiene que hacer una aportación económica en estos proyectos. Por otra parte, bastante avanzado tenemos el fondo documental de las Escuelas de la Obra Pía. Igualmente, el legado dejado por la familia de Juan Carandell. Proseguimos la catalogación del fondo antiguo de la Biblioteca Histórica, una vez ubicada en el Centro de Estudios, escaneando todas las portadas de los libros. Y es extraordinaria la labor de Manuel Gómez Camacho desde hace años.