El cierre total de los locales de ocio nocturno en Córdoba ha supuesto otro duro golpe para el tejido empresarial y cultural de la ciudad. Los más afectados, además de los propios ciudadanos, son los propietarios, que hoy miran al futuro con un miedo inevitable y una duda común: cómo sobrevivir a la pandemia sin terminar perdiendo la cabeza. Fernando Vacas (Bar Automático), José Luis Cabello (Jazz Café) y Fernando Otiz (Café Málaga), al frente de varios de los espacios más emblemáticos de la ciudad, reflexionan sobre la situación y hacen un llamamiento a las instituciones para atender a sus realidades.

Estos propietarios coinciden en que la decisión de que el cierre de los locales ha sido una consecuencia de evadir responsabilidades sobre algunos rebrotes que se han ido produciendo durante la época estival. «Es cierto que en ocio nocturno se han hecho barbaridades pero no todos somos responsables de ello. El Jazz Café es un local de pequeño formato, donde cumplimos todas las medias y estaba todo controlado, especialmente sin turistas, pero nos han metido en el mismo saco», denuncia Cabello. Asimismo, Ortiz argumenta que siente que el ocio nocturno está «siendo atacado sin ninguna justificación; nos sentimos totalmente desprotegidos, nos han señalado con el dedo y este nuevo golpe va a suponer el cierre definitivo de muchos negocios del sector ». Como han planteado, qué pasará a partir de septiembre es una incógnita de difícil resolución pero anteponen la salud pública y la norma a sus propios intereses. «Abriremos cuando haya la seguridad de que podemos hacerlo y de que se van a cumplir todas las normas. Tarde o temprano arrancará pero tenemos que ver cómo hacerlo con seguridad y responsabilidad», cerciora Vacas. Por su parte, Fernando Ortiz considera que «estamos todos en esto y la salud está por encima de todo pero la normativa no es consistente, se están dando palos al aire. En este tipo de situaciones predomina el miedo».

Al resentimiento económico al que está sometida la ciudad, hay que añadirle la imposibilidad de desarrollar iniciativas culturales que se han visto, prácticamente, reducidas a propuestas públicas. Los propietarios creen que sus negocios van mucho más allá de servir copas, siendo espacios de encuentro que fomentan actividades artísticas «fundamentales para el desarrollo del pensamiento crítico y el desarrollo personal», según Vacas. «Nuestros bares son diferentes. Hacemos conciertos, presentaciones de libros y un montón de actividades que son importantes para la cultura. Debería de haber habido una distinción entre los locales nocturnos. De golpe, la ciudad está muerta», añade Cabello.

Frente a las numerosas dificultades que se plantean de cara a los próximos meses, son dos las reivindicaciones que hacen hacia las instituciones: revisar la normativa desde una perspectiva científica, la necesidad de la unión entre los empresarios de la hostelería para reivindicar y buscar soluciones conjuntas y medidas para mitigar los daños a todos los niveles que esta crisis está provocando en el sector. «Lo único que queremos es sobrevivir y volver a la actividad aunque sea de forma controlada y reducida», concluye Cabello.