El mes de marzo siempre fue para los padres con hijos de tres años un mes de mucho estrés. A la preocupación por encarrilar la educación de los menores y acertar en la elección del centro se sumaba la incertidumbre de quedarse sin plaza en el colegio seleccionado. Cuando las zonas de influencia se ampliaron en Córdoba, esa preocupación pareció acentuarse, ya que aumentaba el número de personas con la misma puntuación básica, la del domicilio, a la hora de elegir un centro determinado. Esa preocupación se ha diluido de un tiempo a esta parte, ya que el descenso de la natalidad ha dado la vuelta a la tortilla y donde siempre faltaban plazas ahora llegan justos o se pasan por muy poco.

El espíritu autocrítico de la escuela pública, aficionada a desnudarse para mostrar sus carencias, frente a la concertada, mucho más hábil en el márketing y defensora a ultranza de lo suyo, ha derivado en una imagen que no corresponde con la realidad, ni una es tan buena ni la otra es tan mala. No es la religiosidad (la gran mayoría de los concertados son de la Iglesia) la que marca la elección de los padres. En una sociedad con problemas para encontrar vocaciones religiosas, las familias prefieren escolarizar a sus hijos en centros concertados en esa creencia de que «el colegio es mejor» o que sus hijos estarán «más controlados». Algunos incluso lo eligen «a pesar de que tengan religión».

Acostumbrados a una demanda creciente de plazas, el descenso de nacimientos ha puesto en jaque a la escuela pública y a la Administración autonómica que, tras firmar conciertos a 6 años vista con instituciones privadas, se ha quedado atada de manos para responder a esta realidad. Según el sector de Educación de CSIF Córdoba, «son ya un centenar las unidades destruidas en la educación Infantil pública de la provincia en los últimos cinco años». Y es que, cuando hay que hacer recortes de unidades, solo cabe cerrar en la pública porque la concertada está blindada. Esto obliga a redistribuir recursos y docentes, obliga a la pública a quedarse con lo que le deja la concertada cuando, en teoría, la concertada fue concebida para ser complementaria de la pública y no al revés. Pese a todo, según el Movimiento Andaluz por la Escuela Pública, en las capitales andaluzas la oferta de concertada supone ya «casi el 60% de la enseñanza obligatoria». En ciertas zonas de Córdoba como Fuensanta o el centro alcanza el 70%.

¿POR QUÉ LA PÚBLICA? // Llegados a este punto, han surgido espontáneamente movimientos ciudadanos en defensa de la escuela pública como un valor a conservar que ponen sobre la mesa cuestiones que a menudo pasan desapercibidas, precisamente porque el márketing de la educación pública es bastante lamentable. Conviene recordar, por ejemplo, que la escuela pública, gratuita y laica (es decir, inclusiva), llega a todos los puntos de Andalucía y atiende poblaciones rurales (solo en la provincia «son once los colegios públicos rurales», según CSIF) que, de otro modo, tendrían muy difícil la formación de sus habitantes. «La red pública», destaca el sindicato, no solo es más grande sino más diversa, «ya que además de las enseñanzas obligatorias ofrece una red de centros de educación permanente (79 centros) y formación artística con proyectos innovadores que permiten, por ejemplo, simultanear la enseñanza obligatoria con el conservatorio profesional de música. La calidad de los docentes de la pública está respaldada porque todos llegan a las aulas tras pasar un proceso público de selección riguroso. Según CSIF, «cuenta con un excelente profesorado que está paliando las carencias que la Administración no está cubriendo». La conciliación laboral y familiar, que en otros centros se consigue a base de talonario, es posible en la pública con aulas matinales, comedores y actividades extraescolares con bonificaciones por renta y precios asequibles. El transporte escolar es gratuito. Conviene aclarar que eso que se dice de que la concertada es más barata no es cierto. Según el MAEP, para hablar de rentabilidad se recurre «a las cifras globales, obviando el coste de las enseñanzas más costosas que son las que se prestan en las zonas rurales, las de las personas con dificultades y necesidades específicas… que son las que asume exclusivamente el sistema público». En cuanto a servicios, el bilingüismo gana por goleada en la pública y también está a la cabeza en implantación de las nuevas tecnologías. Los resultados de los alumnos de la pública en Selectividad o en los premios de Bachillerato serían otro argumento a favor. Igual que la retahíla de premios que acumula la red de centros públicos, pese a todas las carencias que puedan presentar.

NECESITA MEJORAR // Porque, seamos realistas, todo es mejorable. Por ejemplo, los edificios. Esta semana ha estado en el debate público el tema de la climatización, un melón abierto a raíz del informe de Infraestructuras que ha revelado una falta de inversiones que ha salido a la luz gracias al cambio climático. Lamentable. Además, hay que reforzar las plantillas y la dotación material en la mayoría de los centros. Queda mucho por mejorar, pero conviene recordar que lo público, a diferencia de lo que no es público, no solo se paga entre todos, sino que es de todos y justo por eso corresponde a todos su defensa y su cuidado.