Son tiempos difíciles. La crisis provocada por el covid-19 es ya evidente en todos los sectores y cada uno de ellos busca en estos momentos soluciones para abordar el futuro con garantías.

La ganadería, la agricultura y las industrias agroganaderas tienen un importante peso específico en Córdoba y, aunque durante el estado de alarma el sector ha respondido con creces a una situación tan inesperada, se ha resentido. Como casi todos.

El delegado del Colegio de Ingenieros Agrónomos en Córdoba, Daniel Pizarro, se siente muy satisfecho del trabajo que han realizado durante los meses de confinamiento todos los implicados, pero la parálisis provocada por la reducción del turismo y la hostelería y el parón en las exportaciones han hecho mella. Y este sentido, considera que la innovación y la digitalización de las explotaciones pueden ser decisivas para «hacer de la agricultura un sector estratégico» y pelear para que se valore en su justa medida.

Pizarro subraya que los ingenieros agrónomos de la provincia están realizando un intenso trabajo para mejorar las explotaciones y adaptarlas a los nuevos tiempos ya que es necesario «cambiar la estructura de la población que se dedica a la agricultura y la ganadería porque está envejecida, con una media de cincuenta y tantos años» y es vital que se incorpore gente joven.

Por eso, el Colegio de Ingenieros Agrónomos, en colaboración con las escuelas de ingenierías agronómicas, «intentamos darles una formación digital» para que, por ejemplo, puedan utilizar los drones en sus explotaciones y «regar desde su casa» gracias a las nuevas tecnologías o permitir que un ingeniero agrónomo detecte las posibles enfermedades de los árboles sobrevolando las plantaciones con estos vehículos no tripulados.

A pesar de todo, Pizarro pone de manifiesto que la implantación de estas tecnologías no es sencilla porque «España, a pesar de ser uno de los países más adelantados del mundo con fibra óptica» por la cantidad de kilómetros que tiene, oferta una «velocidad lenta» en las conexiones rurales, lo que dificulta la implantación y el uso generalizado de las nuevas tecnologías adaptadas a usos agrarios y ganaderos.

En este sentido destaca que las posibilidades «son importantes», pero que «hacen falta personas que sepan de eso». Labores como las que describe Pizarro son habituales entre los ingenieros agrónomos e imprescindibles para el avance del sector agroalimentario. Por eso el Colegio ha puesto en marcha una campaña on line para dar a conocer el trabajo que realizan estos profesionales, dignificar las tareas relacionadas con la agricultura y la ganadería y ayudar a los estudiantes que dudan sobre qué carrera estudiar a decidirse por esta ingeniería.

Y es que para Daniel Pizarro «somos una profesión invisible», porque existe «mucho desconocimiento sobre a qué nos dedicamos», a pesar de que «somos versátiles».

«No solo nos dedicamos a las patatas y los tomates», señala, también a la construcción de infraestructuras, como las de riego, a los controles de calidad, a la experimentación de estudios de variedades, a la agroindustria o a la investigación, todos ellos factores claves para el desarrollo y modernización de la agricultura y la ganadería.

Precios y fronteras

Entre los frentes que tiene abierto el sector del campo destaca, según Pizarro, la falta de mano de obra para la recolección, que se ha puesto en evidencia especialmente durante el estado de alarma. Por eso considera necesario que se abran las fronteras para los temporeros, porque muchas cosechas no se han podido recolectar.

«La ventaja que tiene el trabajo en el campo es que se hace en espacios abiertos» y se pueden cumplir los protocolos para garantizar la seguridad sanitaria.

Junto a la falta de mano de obra, la bajada de los precios de algunos productos es otro de los puntos negros del sector. Ante la crisis que atraviesan muchos productores, Pizarro apuesta por las cooperativas de comercialización, «para que juntos puedan hacer presión» y evitar que vendan por debajo del coste de producción.