María Luisa volvió ayer a las puertas de su bar unas nueve horas después de sufrir el atraco, sin apenas haber pegado ojo y con el miedo metido en el cuerpo. Allí, a las puertas de su local, la recibieron su hijo Manuel, algunos medios de comunicación y un puñado de curiosos a los que le había llamado la atención el revuelo de periodistas, los restos de la cinta utilizada por la Policía Nacional para acordonar la zona y las gotas de sangre que había en el acerado como prueba del suceso.

"Mi madre está viva de milagro", había explicado el hijo a los periodistas antes de que apareciera María Luisa. "Si no es por el cristal que paró las balas, no lo cuenta", decía al recordar que una vitrina le había servido de escudo a su madre, que anteriormente ya había gestionado otros bares y que lleva Las 3 Culturas desde hace un año y medio.

Apenas le salía la voz del cuerpo a la propietaria del bar cuando le acercaron los micrófonos. Durante su relato de los hechos, con las palabras entrecortadas, las lágrimas le afloraron al rostro en varias ocasiones. "Los clientes se volcaron. No les quedaba más remedio porque si no nos matan a todos", recordó con el pecho aún encogido. "Le han echado muchos huevos; a banquetazo limpio", añadió.

Jamás le ha ocurrido algo parecido a Maria Luisa en sus años de trabajo detrás de una barra. "En ese momento creo que no pasas miedo. No te da tiempo a pensar. Ahora es cuando tengo miedo de verdad", reconoció al echar la mirada unas horas atrás, recordar los disparos y cómo las balas que iban dirigidas para ella quedaron detenidas en un cristal mientras daba aviso a la Policía.

Mientras, pocos vecinos acudieron al lugar conociendo lo ocurrido. Antonio sí había "escuchado ruido" la noche anterior y había visto "movida" a través de la ventana de su piso, pero pocos detalles más. O bien la hora en la que sucedieron los hechos o bien cierto miedo a la hora de hablar dejó pocos testigos entre el vecindario de un bar que acostumbra a abrir a las siete de la tarde y que cierra sobre las 2.30 de la madrugada. En eso, precisamente, estaba ayer cuando entraron a atracar por apenas 200 euros que había en la caja y dejaron tras de sí un muerto y un herido.