Entrevista

Ben Ami, ex ministro de Exteriores israelí: "Israel se está partiendo en dos"

El intelectual israelí considera que los acuerdos de Abraham han sido "la mayor derrota estratégica" de la causa palestina

El político, diplomático e historiador israelí Shlomo Ben Ami en Madrid.

El político, diplomático e historiador israelí Shlomo Ben Ami en Madrid. / Alba Vigaray

Mario Saavedra

El político, diplomático e historiador Shlomo Ben Ami era optimista sobre las posibilidades de paz en Oriente Próximo cuando, hace 23 años, era ministro de Exteriores de Israel y negoció en secreto, primero en Suecia y luego en Camp David (Estados Unidos), con los líderes palestinos. Ahora, las palabras de este intelectual judío suenan sombrías. Cree que su país practica el apartheid en los territorios ocupados, y que está a punto de dividirse en dos por la reforma judicial de Benjamín Netanyahu. Piensa que la solución de dos estados, uno palestino y otro israelí conviviendo en paz, se ha quedado obsoleta. Y opina que tras los acuerdos de Abraham entre Israel y los países árabes, la causa palestina está más perdida que nunca. Ben Ami (Tánger, 1943) recibe a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA en la Universidad Pontificia de Comillas de Madrid.

¿Hacia dónde va Israel? Está en una encrucijada. El país se está partiendo en dos por la reforma judicial de Netanyahu, que conduce a Israel a los modelos de Turquía, Polonia o Hungría. Y eso es algo que los israelíes no están dispuestos a aceptar. Así se explican las masivas protestas que ya llevan casi un año produciéndose. Es también un momento prometedor, porque de repente el Israel de centroizquierda y el Israel liberal se han levantado. Y lo han hecho de una forma admirable, sin precedentes, algo que no he visto en otro lugar. Un año de protestas pacíficas sin un solo herido. Hasta ahora, nuestra noción era que todo era derecha y extrema derecha, fundamentalistas y teocracia, que los hay, pero… 

Son de hecho la mayoría y están en el Gobierno… Son el gobierno, pero no son la mayoría en la nación. Prácticamente todos los sondeos dicen que la mayoría es contraria al comportamiento de este gobierno en la cuestión de esta reforma judicial. Netanyahu está perdiendo el apoyo de lo que yo llamaría la derecha civilizada, la que no necesariamente quiere un Estado palestino pero tampoco una economía socialista; la que quiere una democracia decente. Antes, el país se partía en dos con la cuestión palestina. Pero hoy esa cuestión está arrinconada, descartada y casi olvidada. Algún día explotará, porque la ocupación no va a poder seguir por la eternidad…

¿Seguro que no va a poder seguir Israel ocupando el territorio palestino sine die, con todo su poder militar? Sí, pero se convertirá en una guerra civil, entre palestinos y entre israelíes, inevitablemente. Es una situación como la de Sudáfrica, pero sin solución sudafricana, porque no se va a poder dar el Gobierno a la mayoría en el caso de Palestina. 

¿Considera, como parte de los críticos con Israel, que Israel es un estado de apartheid contra los palestinos? Israel, dentro de sus fronteras del 67, no es un Estado de apartheid. Un ejemplo: fue un juez árabe el que envió al jefe del Estado, Moshé Katsav, a la cárcel. Así que no se puede decir sin más que Israel es un Estado de apartheid. Pero si borras las fronteras entre Israel y los Territorios Palestinos, y consideramos el espacio político desde el Mediterráneo hasta el valle del Jordán, entonces ya te encuentras la situación sudafricana: y ahí está el peligro latente al que los israelíes de momento no prestan atención, porque están centrados en la cuestión de la democracia israelí, sin hablar de cómo la ocupación va a tener un impacto en esa democracia.

En este contexto, ¿cree que España debería, como prometió Pedro Sánchez, reconocer a Palestina como Estado? Recuerdo lo que me dijo el presidente colombiano Juan Manuel Santos tras recibir el premio Nobel de la Paz en Oslo. Él le había dicho al ex secretario de Estado estadounidense Henry Kissinger, que estaba también allí, que Colombia iba a reconocer a Palestina como Estado. Y Kissinger le respondió: what for? (¿para qué?) Yo creo que sería una declaración positiva, porque daría un impulso moral a la causa palestina. Desde mi posición política, no le veo nada malo. La cuestión es que, como decía Kissinger, ¿qué cambia en la realidad? 

Hay asuntos que sí creen los activistas pro palestinos que podrían cambiar la situación, como el boicot a los productos israelíes (como el movimiento Boicot, Desinversión y Sanciones, BDS)... El BDS ha sido una derrota total. Israel no para de crecer económicamente, no hay desempleo, es una potencia tecnológica. De vez en cuando hay algún acto que tiene visibilidad: algún cantante que no va a Israel a cantar, o algún fondo noruego que no quiere invertir. Pero más allá de eso, no tienen impacto. Además, francamente, el objetivo político de BDS, el no parar cuando haya Estado palestino y vuelvan todos los refugiados… Son condiciones no razonables y que solo despiertan animosidad en los israelíes, incluso en los que están interesados en una solución política. Si uno juzga por la situación internacional actual de Israel, ningún tipo de boicot ha tenido un gran éxito. Hoy Israel tiene más margen de maniobra en política internacional que jamás en su historia. Cuando yo estaba en el gobierno, cada vez que viajabas a encontrarte con algún primer ministro de Asuntos Exteriores en alguna capital, la primera pregunta siempre era Palestina. Hoy preguntan por cooperación económica, tecnológica, cibernética, etc Israel se ha convertido en una referencia. Y no creo que BDS haya tenido un gran impacto. 

Hay una gran empresa española que se llama CAF, que fabrica trenes, y tiene una polémica abierta porque está ayudando a construir, por unos 500 millones de euros, el tranvía israelí que llega a las zonas ocupadas. ¿Cree que el Gobierno español debería penalizarla? No quiero, desde el extranjero, predicar el boicot a mi país. Pero espero que se tomen las decisiones que encajen con los imperativos morales y políticos. Pienso también en Arabia Saudí, a quien España le vendió el AVE cuando era lo que era…