"A diferencia de la administración Bush, que creía que le puedes decir a la gente lo que tiene que hacer y después marcharte y esperar a que lo hagan, nosotros creemos que es necesario involucrarse en el diálogo". Con estas palabras resumía el presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado de EEUU, John Kerry, la nueva actitud del Gobierno estadounidense en Oriente Próximo. Tras visitar Gaza, el ex candidato a la Casa Blanca se reunió ayer con el presidente de Siria, Bashar Al Assad.

La intención del presidente Barack Obama de acercarse al mundo musulmán empieza a traducirse en pequeños gestos. En su primera gira extranjera como secretaria de Estado, Hillary Clinton visitaba esta semana Indonesia, el país musulmán más poblado del mundo. El senador John Kerry y otros dos congresistas, por su parte, recalaban en Gaza. Ninguno se reunió con Hamás, considerado por Washington una organización terrorista, pero los islamistas hicieron llegar al senador una carta dirigida a Obama.

En la misiva, Hamás pide a la nueva Administración que trate de "una manera justa el asunto palestino" y le permita participar en el proceso de paz. El próximo miércoles está previsto que una delegación de los islamistas se reúna con sus rivales de Al Fatá en El Cairo para abordar la difícil reconciliación palestina. Aunque un signo de los nuevos tiempos es el acercamiento a Siria, marginada por Washington por su apoyo a los radicales palestinos y libaneses, su pasividad para prevenir la entrada de terroristas en Irak y por sus supuestas maniobras de desestabilización del Líbano.