Fiestas de Mayo

Viernes de Feria: bienvenidos al pueblo

El viernes en El Arenal es la jornada en la que suele llegar una mayor afluencia de visitantes de otros municipios de la provincia

Viernes de Feria en El Arenal

A. J. González

Rafael Verdú

Rafael Verdú

La calor. El calor. Las altas temperaturas, el termómetro. "Que no corre fresquito", dicen. El Arenal hace honor a su nombre y corre arena, que siempre es una cosa desagradable salvo que estés en la playa. Se te pega al sudor de la camiseta, al moño cordobés, al traje de corto, a la gomina de un corte de pelo imposible. Y sin quererlo te conviertes en un flamenquín, rebozado por fuera y cordobés por dentro. O en una cocreta -sic-, si llevas demasiado tiempo en la Feria. 

Pues sí. Con 34 grados en el Aeropuerto era inevitable hablar del calor en el viernes de Feria. Se esperaba, y se han cumplido las esperanzas. "Hay menos gente al mediodía por el calor", aseguraba el camarero de una caseta enorme y medio vacía a eso de las dos de la tarde. El jueves había más gente al mediodía. ¿Porque hacía menos calor?

No. Hay otra respuesta. 

Sentirse cordobés

"Yo conozco ya bien Córdoba porque llevo cuatro años aquí", dice un camarero dicharachero en un chiringuito a las puertas de la Feria. Es un veinteañero de origen marroquí, pero si fuera selenita pensaría lo mismo. Porque aquí bastan cinco minutos para sentirse oriundo de la ciudad. O de la provincia, que para el caso es lo mismo. Cordobés, para entendernos. El mejor ejemplo es una Feria en la que no se hacen distingos, en la que todo el mundo entra en todas las casetas, en la que hay gente guapa y menos guapa, altos y bajos, a pie o a caballo, feriantes que tienen la hora de Tokio, Berlín, Ouagadougou o Copacabana. Senequistas, epicúreos, activistas y muchas tendencias que acaban en "-ista". Gente lista. Gente, al fin y al cabo. 

Nos estamos desviando del tema: ¿por qué la Feria de Córdoba está a medio gas un viernes al mediodía y al principio de la tarde? Volvamos al camarero marroquí, de amplia experiencia en esta Feria:

"El jueves vienen los cordobeses. El sábado viene todo el mundo. Así que el viernes viene la gente de los pueblos". Un argumento impecable. Pero quienes vienen desde fuera llegan por la tarde, cuando se ha pasado un poco la calor.

Conocer a un cordobés

Ahora bien, en una Feria como la de Córdoba, ¿cómo distingues a un capitalino de un foráneo, si es que alguien es foráneo en esta fiesta? ¿Acaso hablan diferente? Es cierto que en Los Pedroches tienen un deje cantarín que a este cronista le resulta particularmente agradable, o que existe el ceceo en ciertos puntos de la geografía cordobesa; nada de eso diferencia a las personas. ¿Se visten con sus trajes tradicionales? Tampoco, aquí todo el mundo va de flamenco. ¿Entonces?

Hay un método un tanto peregrino: te plantas en la calle Guadalquivir, gritas ¡Rafa! y los que se vuelven, que serán la mayoría, son con un 90% de probabilidades naturales de Córdoba -capital-, con un margen de error de un +/-5%. No es un procedimiento muy científico, pero sí muy efectivo. Tampoco es nada práctico, la verdad. No puedes ir mentando al Arcángel en mitad del recinto ferial a cada chispa, porque corres el riesgo de dar con tu cuñao o con tu ex, que esto no es Madrid.

La Feria, como un pueblo

La Feria de Córdoba es en sí un pueblo, y no es solo una metáfora. Ocupa lo mismo que una población pequeña, y en Córdoba hay muchas. Tiene calles, plazas, coches -de caballos-, médicos, policías, leyes y gente. Le falta una iglesia, pero en cambio tiene algo que simula una mezquita. Hay hasta un estadio de fútbol de los buenos.  

Es un buen sitio. Lo dice el mismo camarero marroquí: "Córdoba es lo mejor que hay". Así que si vienes de un pueblo y llenas la Feria en la tarde de viernes, bienvenido al pueblo. Ésta es tu casa.