Diario Córdoba

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ANÁLISIS

Impuestos y pedagogía

La igualdad, bendita sea, no se puede confundir con el igualitarismo

Oficina de la Agencia Tributaria. EFE

La nueva bajada de impuestos del Gobierno andaluz ha devuelto a primer plano un debate que cualquier economista riguroso sabe donde debería desembocar: en una reforma seria y realista de nuestro sistema fiscal, sin atarse a ideas preconcebidas, y con el margen suficiente para la actuación de cada Gobierno, del que hay que suponer que busca la mejor acción para el conjunto de los ciudadanos, no para una parte de ellos. 

Pero eso es una tontería, por supuesto, y más con esta larga campaña electoral a la que le queda un año largo (que se va a hacer muy largo por cierto). 

La única verdad sobre los impuestos es que, como sobre otras tantas cosas, falta pedagogía y sobra ideología. 

Esa pedagogía debería comenzar por las escuelas, enseñando que un país no se construye sin impuestos, que todos tenemos que contribuir en lo que nos toca y que el fraude es un delito social. 

Pero también, que su gestión y redistribución debe ser eficaz y responsable. Que sirven para cubrir necesidades básicas y generar más y nuevos recursos y que malgastarlos es igualmente un fraude, un delito social.  

Quizá habría que entender que la igualdad, bendita sea, no se puede confundir con el igualitarismo. 

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