Hay que comer de todo. Lo que te sabe bien y lo que te agrede el paladar. Lo que te produce éxtasis o arcadas. Es caso es que alimente, que nutra y que sirva para crecer. En esas está el Córdoba CF, que tuvo que tragarse un partido de difícil digestión. Lo sacó adelante como buenamente pudo y ahora puede seguir diciendo de sí mismo que es un candidato fiable a pelear por el ascenso. La mutación sigue en marcha de la mano de Pablo Alfaro, al que los planes le están saliendo. Todos sabían, desde el palco hasta el último rincón de la caseta, pasando por la legión de aficionados expectantes y perplejos, que el partido había que ganarlo como fuera. Sin excusas. El Lorca Deportiva es, con los números en la mano, el peor equipo del grupo en Segunda B. Willy desatascó un encuentro raro y puso en la órbita del liderato a un Córdoba al que el entrenador aragonés ha enchufado al guion previsto con el mejor argumento posible: los marcadores favorables.

[Así hemos vivido el Lorca Deportiva-Córdoba CF en directo]

No hay belleza sin resultado ni teoría que se sostenga cuando las cuentas no cuadran. La presión estaba ahí. No por hacer un fútbol vistoso y armar una actuación brillante, ensañándose con el colista para reafirmar el poderío. Puede que hubiera estado bien, pero el tema era otro. ¿Qué hubiera sucedido si el Córdoba no gana al equipo que no gana a nadie? Mejor no hurgar en eso. Lo mejor es que los blanquiverdes hicieron lo que es debido, que era ganar... y ahora que pase el siguiente.

A base de unocerismo, Pablo Alfaro ha metido al Córdoba en una senda espectacular: diez puntos sobre doce posibles en Liga y ningún gol encajado, además de dos clasificaciones en Copa ante rivales de superior categoría y también con la meta inmaculada. Lo del Artés Carrasco -un recinto en el que ascendió a Segunda B el filial blanquiverde en 2016, qué tiempos- es una cruz más en el calendario, que se pone candente tras los últimos episodios. El UCAM Murcia, líder aún, perdió en casa ante el filial del Sevilla. Y el Córdoba se le pone a dos. Que suceda lo que se esperaba es un placer.