Toque de corneta y carga de la caballería ligera. Así fueron los últimos 30 minutos del Córdoba ayer para lograr en el minuto 90 salvar un punto, mantenerse en el quinto puesto de la tabla y continuar invicto en el 2013. Pero antes que nada hay que hacer mención a El Arcángel y a las más de 14.000 personas que se dieron cita ayer para ver al primer equipo de su ciudad. Así sí. Gran parte de ese punto hay que apuntárselo a la afición, que vio en muchos momentos la entrega (que no acierto) de los blanquiverdes y mantuvieron a estos continuamente en tensión, haciéndoles sentir su respaldo, su apoyo, su calor y recordándoles que no están solos en el sueño planteado esta temporada. Ni mucho menos. El Córdoba estuvo más acompañado que nunca y si esa línea se mantiene e incluso se aumenta los hombres de Berges tendrán mucho que decir de aquí hasta junio.

Porque lo de ayer fue una batalla más. Y qué batalla. El Córdoba se encontró con un enemigo con las uñas y los colmillos afilados y los supo emplear desde el primer minuto. Bordalás insertó a Arroyo en el lateral derecho y desplazó a Nagore de falso pivote. La banda izquierda blanquiverde, acostumbrada a tener profundidad y opciones hacia adentro, quedó así maniatada, bloqueada, merced a una línea defensiva alfarera que por muchos momentos se componía de hasta cinco hombres. El Alcorcón sabía que el Córdoba iba a intentar hasta el final seguir siendo fiel a sus principios. Los de Berges, con la baja de última hora de Cristian, que fue suplido por Seoane, también perdían por la derecha con la lesión del catalán, mientras que los hombres del eje cordobesista no tuvieron su mejor tarde. Ni los centrales, ni los pivotes. Mientras que los locales insistían en intentar traspasar la muralla amarilla por medio de combinaciones, los visitantes se beneficiaban cortando la mayoría de esos intentos de incursión para montar rápidos contragolpes. Oriol Riera fue un incordio continuo y el trivotazo montado por el técnico alfarero surtía efecto. Nagore, Rubén Sanz y Abraham tapaban bien por el centro y se veían incluso algo sobrados para ayudar en las bandas, a pesar de que tanto Dubarbier como Pedro insistían una y otra vez, aunque con escasos resultados. De hecho, el Córdoba no disparó entre los tres palos en los primeros 45 minutos, mientras que el Alcorcón mandó varios avisos que fueron abortados por un Alberto García que, definitivamente, vuelve por sus fueros.

El primer acto finalizó con la sensación de que el Córdoba ganaba un punto y también que le hacía en cierta manera el caldo gordo a un Alcorcón que centró su mayor mérito en convertir El Arcángel en el Santo Domingo. Parceló perfectamente el campo y combinativamente el Córdoba no supo dar respuesta, por lo que a los locales les quedaban dos opciones: o insistir en la misma línea poniendo más madera (llámese, Caballero) o buscar las segundas jugadas por medio de balones en largo.

Pareció que hizo lo primero, pero acertó ejecutando lo segundo. Un ejemplo fue la jugada en la que Vico se estrelló con el larguero tras un pase largo recepcionado en el aire por Rennella. Sin embargo, del posible 1-0 se pasó al 0-1 poco después. No siempre se puede estar inmaculado y lo cierto es que la defensa blanquiverde, ayer, no lo estuvo. Juli se aprovechó y Oriol Riera lo plasmó. Y posiblemente fue de lo mejor que pudo pasarle al Córdoba, ya que la grada se rebeló, tanto por el gol como por la forma de celebrarlo . Y desde los asientos, la llamada a rebato se traspasó al césped. A pesar de que Caballero pululaba entre líneas intentando crear problemas, lo cierto es que los locales comenzaron a generar peligro exponencialmente y casi siempre a base de desplazamientos en largo. Unas veces a la banda para las carreras de Dubarbier o Pedro, otras para que Enzo Rennella parara como fuera cada obús y diera opción a la segunda jugada. El partido había cambiado completamente de signo. La medular alfarera, hasta ese momento con el balón y la lucha de cara, debía mirar a la espalda para las continuaciones que provocaban los de blanco y verde que, progresivamente se iban encontrando más cómodos en el campo, quizás no con su plan A de combinación desde atrás, pero sí con lo que el partido requería desde tiempo antes: buscar las espaldas de los visitantes y comenzar una segunda jugada en su línea de tres cuartos. Por ahí fue por donde el Alcorcón comenzó a desangrarse.

La última media hora fue cordobesista de cabo a rabo, máxime cuando incluso Diego Seoane conseguía incorporarse al ataque y llegar al fondo para poner hasta tres centros peligrosos y provocar un penalti del que Jaime Latre, como en todo el encuentro, solo acertó a decir "sigan jugando". La entrada de Joselu añadió más problemas a los visitantes. El onubense fue protagonista en la finalización de casi todas las jugadas de peligro de los suyos desde que saltó al terreno de juego hasta el final.

Pero los de Bordalás mandaban continuamente el mensaje al Córdoba de que si quería ser candidato al ascenso debía tener otras opciones. Y el Córdoba las encontró. Ese tercio final recordó a las mejores tardes en El Arcángel. El público, aumentando los decibelios en cada jugada, en cada falta no señalada, en cada acierto de los suyos, que notaban el empuje de la grada y redoblaban los esfuerzos. Camille salvaba bajo palos un tiro flojito de Rennella que a su vez tocó Joselu. Los visitantes se habían olvidado muchos minutos antes de Alberto García y achicaban balones sin disimulo. Tras un tímido ataque alfarero, el Córdoba montaba un contragolpe en el que Rennella servía a Dubarbier para que este se recorriera todo el verde y lanzara un centro que no encontró rematador, tan solo un disparo de Pedro que se encontró con la zaga rival. Pero lo mejor de los de Berges, ayer, fue que nunca se rindieron. Y sacaron petróleo de un saque de banda que cabeceó hacia atrás, dentro del área, Armando. Joselu se adelantaba a su marcador y con la punta de la bota lograba que el balón entrara llorando en la meta de Manu.

No se acabó la pelea. El Córdoba quería más y pudo lograrlo. El partido dejó la sensación de que con cinco minutos más los tres puntos se hubieran quedado en El Arcángel, aunque a la vez, el Alcorcón justificó sobradamente su lugar en la tabla clasificatoria. Posiblemente, el mejor equipo que haya pasado por Córdoba en lo que se lleva de temporada. Un conjunto el de Bordalás que pidió los papeles de aspirante al Córdoba y este respondió, quizás más tarde de lo que debía, pero lo hizo con corazón, entrega y convicción. Era lo que necesitaba un partido planteado con la bayoneta calada.