Anoche, en el majestuoso estadio Donbass Arena de Donetz, se vio lo que seguramente será la próxima banda izquierda del Barça, un carril que combinará la explosividad de Jordi Alba y la extraordinaria clase de Andrés Iniesta. quien ayer brindó otra lección magistral. Esa conexión por la que ya suspiran los culés apareció para llevar a la selección española a las semifinales de la Eurocopa ante una Francia empequeñecida por los campeones del mundo.

Alba, un excanterano del Barça que tuvo que abandonar el club por su pequeña estatura y al que se le vuelven a abrir las puertas del Camp Nou, demostró porqué se ha ganado la titularidad en la banda izquierda de la Roja después de que quedara huérfana tras la marcha de Capdevila. El pequeño extremo barrió con su velocidad todo el carril, tanto en defensa, tapando las escasas incursiones francesas, como en ataque, donde evidenció un perfecto entendimiento con Iniesta, cuya clarividencia resulta letal a la hora de aprovechar la punta de velocidad del carrilero.

Así surgió el primer gol español, en la zona de tres cuartos del ataque de España, allí donde se marea el balón y al rival, Alba se la dio a Iniesta y este, ya con el rabillo del ojo, intuyó el arranque del lateral. Y al espacio mandó la pelota, con suavidad y precisión. Alba ganó la espalda a su marcador, se aposentó el balón, levantó la cabeza y viendo en el horizonte a Xabi Alonso, allí mandó el balón. Con tanta precisión que el madridista apenas tuvo que moverse de su sitio para conectar un testarazo y batir a Lloris.

Alba no solo se entendió con Iniesta. También lo hizo con Pedro. Situado en la izquierda, el canario fue una bendición para Alba, ya que le abrió espacios con su constante movilidad y le permitió respirar ya que la presión defensiva que ejerce el extremo del Barça es maná del cielo para cualquier lateral tras más de 70 minutos yendo para arriba y abajo. Y para muestra, las estadísticas de la UEFA: Alba corrió anoche 11 kilómetros y en lo que va de campeonato suma ya 34, a 8 de un maratón.