La selección española llegó tan justa de hora que no pisó, ni siquiera, los vestuarios de El Arcángel. Desde el hotel llegaron preparados y pasaron del autocar directamente al campo. Todo eso entra dentro de lo normal y ya son muchos los equipos que prefieren ducharse en el hotel. Pues eso, ni más ni menos, fue lo que ocurrió ayer con España. En la puerta, una gran cantidad de jóvenes, y no tan jóvenes, se agolpaban, carpeta en mano o fotografía en otra, para tratar de obtener la firma de algunos de los jugadores.

Su ilusión se fue al traste porque no pudieron conseguir su objetivo. Y no porque no lo intentaran, no, sino porque el preparador físico no dejó que ninguno de ellos se parara, con la consigna de subir al autocar de inmediato y llegar al hotel lo antes posible para que los futbolistas no se enfriaran.

Eso les produjo cierto malestar, pero no tanto como el que se intuía entre varios de los organizadores del partido. Por un lado, la Federación Española; por otro, la Andaluza, el Córdoba CF y el Instituto Municipal de Deportes. Por una parte es lógico que los remates de un acontecimiento de tanta envergadura provoque roces que al final se solucionan sin más, máxime cuando esta mañana hay una reunión entre todas las partes para limar todas las asperezas que se han levantado durante estos días.

Las peores críticas se las llevó el club blanquiverde por haber tenido cerradas las taquillas el sábado y domingo por la mañana. Menos mal que ayer por la tarde se abrieron y muchos aficionados pudieron comprar su localidad.