Tres de tres. Y van dos. Dos seguidas. Jerez ( ¡menuda fiesta!, con piscinazo incluido) y ahora Le Mans. "Como sigamos así nos van a echar del Mundial", bromeaba Pol Espargaró, festivo y jovial ganador de la carrera de 125cc del Gran Premio de Francia. "Habrá que dejarles ganar alguna carrera", soltaba en plan carcajada Toni Elías, arrollador triunfador de Moto2. "Esto es muy grande, mucho, y el motociclismo español se lo merece", gritaba eufórico Jorge Lorenzo, el piloto más fuerte de este Mundial, vencedor ayer con una mano en MotoGP, el líder que medio mundo esperaba, el muchacho que ha hecho enmudecer al mismísimo Valentino Rossi con una exhibición idéntica, calcadita, a las que suele hacer (¿solía?) el tifoso del Inter, el amigo de José Mourinho.

LIDERES EN TODO Tres de tres. Tres victorias en las tres categorías. Seis podios de nueve, pues a los atrevidos y dicharacheros Pol, Toni y Giorgio se sumaron otros tres pájaros de cuidado, como son Nico Terol, Marc Márquez y Julito Simón, que completaron los podios de las tres categorías. No es de extrañar, pues, que el Mundillo de las dos ruedas empiece a mosquearse. España lidera, cómodamente, las tres categorías y lo hace con pilotos de una solvencia a prueba de todo, incluidos rivales del nivelazo de Rossi o Casey Stoner, que volvió a caerse ayer ("mi desconcierto es que todavía no he averiguado por qué me caigo tanto") y de un montón de chavales que, celosos de cómo les va a los españoles, han empezado a preguntar cómo y dónde se aprende a ser tan veloz, de dónde sacan la vitalidad para arrollar.

SALIR A TOPE Ese dominio, esa solvencia, esa manera de imponerse a sus rivales, sea la categoría que sea, con las motos que sean, en el circuito que sea (no olvidemos que Espargaró, Elías y Lorenzo ya ganaron en Jerez y ayer rubricaron el tercer triple del año, algo insólito en la historia de las dos ruedas), es fruto de tipos intrépidos capaces de hacerse con la victoria de la manera más agresiva que existe: en la pista, a codazos, chocando sus carenados y, sobre todo, no conformándose jamás con puntuar, ni siquiera con el podio.

Espargaró y Terol pelearon hasta la última vuelta en 125cc, haciendo las delicias de los 82.270 espectadores que llenaron el trazado de Bugatti. Se saben favoritos, pero quieren coronarse ganando. De ahí que no cediesen ni un metro hasta la bandera a cuadros, que cayó sobre el mono de Pol. "No había manera de ganarle, pero volveré a intentarlo", dijo Nico orgulloso de haberlo intentado.

Algo parecido pensó Simón cuando se pasó la carrera de Moto2 a rebufo de un portentoso Elías, que vuelve por sus fueros.