En la película Prueba de fe , la protagonista acude a un pueblo para descabalgar a sus habitantes de la idea de que están sufriendo diferentes plagas bíblicas, algo que parece en un principio imposible y que hace dudar a una atea declarada sobre la existencia de un ser superior e incluso de milagros. Algo parecido a esto es lo que necesita el Córdoba esta tarde (18.30 horas, Canal Sur 2) en el duelo que dirimirá ante todo un Zaragoza, colíder de la tabla y verdadero ángel vengador de la categoría.

Este Córdoba, que se mueve históricamente entre los infiernos de la Segunda B y pequeños y medianos milagros en Segunda A, ya sabe lo que es demostrar a su parroquia que los acontecimientos inexplicables también ocurren en El Arcángel. Sin ir más lejos, la temporada pasada ante un Málaga al que pocos se atrevían a toser, y en un momento en el que los blanquiverdes andaban entre el purgatorio y las calderas de Pedro Botero.

Nuevo año, nueva temporada y nueva prueba de fe. Para ello, Juan Luna Eslava ha convocado a todos sus jugadores disponibles (Carpintero y Mario por lesión, y Mario por sanción, se quedan en casa) para medirse a un todopoderoso Zaragoza, dirigido por Marcelino García Toral, que anoche llegó con un elenco de futbolistas plagado de calidad.

El técnico asturiano, que ayer dijo que el choque será "de armas tomar", debe decidir entre Songo´o o Arizmendi para el interior derecho y la lujosa duda de Oliveira o Braulio. Marcelino alineará a López Vallejo en la portería; Chus Herrero, Ayala, Goni y Paredes en la defensa; Arizmendi o Songo´o, Gabi, Generelo y Jorge López en el centro del campo, y a Ewerthon y Oliveira o Braulio en ataque.

La alineación más probable del Córdoba estará formada por: Raúl Navas, Cristian, Gaspar, Pierini, Rubén, Guzmán, Ito, Endika, José Vega, Javi Flores y Yordi.

Creyentes son también los que marcharán a partir de las 17.00 horas desde Las Tendillas a El Arcángel en una nueva Marcha Blanquiverde , una transmutación de los pitos del último encuentro ante la Real Sociedad. Carl Sagan, científico norteamericano, definió en su momento esa fe, en este caso blanquiverde: "¿Por qué no puedes convencer a un creyente de nada? Porque sus creencias no están basadas en evidencias, sino en una enraizada necesidad de creer".