"Puedes estar en la misma habitación con él y no saber que está allí" explica Marc Gené, piloto probador de Ferrari, cuando le preguntan por su compañero de equipo. "Raikkonen habla poco, pero gana", dijo ayer Luca di Montezemolo, presidente de Fiat y Ferrari, para alabarle. Esos dos comentarios definen el carácter de Kimi Raikkonen, el nuevo campeón del mundo. Un hombre de hielo que se ha ganado ya el aprecio de toda Italia y ha justificado su contratación para sustituir al heptacampeón Michael Schumacher. En la escudería italiana Raikkonen se siente cómodo. "Me gusta estar en Ferrari. La gente es muy agradable y me cuidan, pero también me dejan solo para poder vivir mi propia vida. Cuando tengo un rato libre, me siento realmente libre. Ferrari es más relajado que otros equipos en los que he estado", asegura.

Durante décadas, Finlandia ha dado al deporte de motor muchos campeones del mundo, pero Raikkonen nunca ha tenido un ídolo o un modelo a seguir. "Mis manágeres, David y Steve Robertson, son los únicos que me han influido en mi carrera" asegura Kimi. Su agradecimiento es total. Los Robertson comenzaron con Raikkonen cuando corría en karting y con ellos pasó a la British Formula Renault Car Series. Su apoyo fue vital. Ellos le abrieron las puertas de la F-1 cuando le consiguieron una prueba para el equipo Sauber.

Raikkonen hizo el mejor tiempo del equipo de esa temporada y eso que nunca había pilotado un coche de F-1 antes. Raikkonen hizo callar a todos los que dudaban de él desde la primera carrera, en la que fue sexto. Luego acabó la temporada en el décimo puesto del mundial de pilotos y fue elegido mejor debutante del año. Esa actuación le llevó a McLaren al año siguiente, pero su mala racha le hizo salir del equipo. Ahora, en el eterno rival, se proclama campeón.