LITERATURA

Estefanía Cabello dialoga con sus raíces en los relatos de 'Quienes llegaron'

Sitúa la ambientación en el siglo XVIII, con la colonización de Sierra Morena por mandato de Carlos III y las derivadas historias de supervivencia

Estefanía Cabello, desde Inglaterra, junto a su libro de relatos, 'Quienes llegaron'

Estefanía Cabello, desde Inglaterra, junto a su libro de relatos, 'Quienes llegaron' / CÓRDOBA

No es inofensivo ese dicho según el cual es necesario mirar a los orígenes para saber hacia dónde se va, aunque algunos de los lugares de procedencia susciten tanto amor como reticencia. En el caso de Estefanía Cabello -recientemente galardonada con el premio Cuadernos del Sur de Diario CÓRDOBA como Mejor escritora joven-, el interés por el pasado no tiene un motivo romántico, sino reivindicativo. Para elaborar los siete relatos de Quienes llegaron, última obra publicada de la autora, editada por Cántico, y su primera incursión en la narrativa, emprendió un viaje al pasado a través de un exhaustivo trabajo de investigación, pero también de atención a la tradición oral derivada del mundo rural.

El contexto es el siglo XVIII, cuando el monarca Carlos III ordena la creación de poblaciones en Sierra Morena para acabar con el dominio de los bandoleros en zonas asilvestradas. De este modo, manda a colonos de origen alemán, flamenco o suizo para establecer allí sus labores de ganadería o agricultura. La tarea de levantar desde cero estas actividades en unos terrenos nunca antes trabajados ya era dura de por sí, pero a ello había que añadirle el desconocimiento del nuevo idioma y el peligro de enfrentarse a los asedios de los bandidos. Todo ello creaba un clima de inseguridad y desarraigo que hacía difícil la supervivencia.

En La Carlota, el pueblo de nacimiento de Estefanía, todavía perdura el apellido alemán en varias familias. Esta es la señal de miles de años de resistencia, del empeño en lograr la pertenencia a una tierra que, en la mayoría de los casos, nunca pidieron proteger. A la autora este hecho le llamaba "increíblemente" la atención, así que "me puse a ahondar en mi árbol genealógico y el de mi familia e inicié un proceso de investigación por obras de historiadores y por los testimonios que quedan de los primeros colonos; encontré historias fascinantes en las que la realidad supera a la ficción", explica. 

Obligados a vincularse a la tierra

Como ejemplo, uno de esos hallazgos reveló que los colonos estaban obligados a permanecer en el sector de terreno que les habían asignado durante toda su vida, así como sus descendientes. "Encontré historias muy duras de labranza y de tragedia por los continuos asaltos en los caminos", incide. Según su mirada hacia el trascurso de aquellas aventuras dramáticas, la mujer juega un papel fundamental en su resistencia dentro de un ecosistema, para ella, el doble de hostil. "Ellas no solo tenían que llevar sobre sus hombros la responsabilidad del hogar y del campo, sino que contaban con mayores condiciones restrictivas como no poder ir solas a ningún sitio y no contar a penas con opciones de ocio salvo el de acudir con sus hermanas a bailar, una vez a la semana, a las fiestas que se hacían en los molinos", asegura. Experiencias que ha conocido a través de los relatos contados por su abuela

La obra no pretende romantizar la vida en el campo, sino incitar a la reflexión sobre su papel en la historia

Los cuentos de Quienes llegaron comienzan con unos hechos atemporales y van jugando con las etapas históricas para revelar heridas que son inherentes al paso del tiempo. Solo los dos relatos centrales son, según la autora, plenamente fidedignos a la realidad para lograr "esa veracidad" total en la obra. El resto prefiere dejarse empapar por la influencia de la tradición oral para jugar con la realidad y la ficción a través de la magia. "Crecer en un ambiente totalmente rural supone condicionar por completo la vida a los fenómenos naturales; si llueve o no, si crecen los cultivos, lo que implica un pensamiento mágico", explica. 

Un componente de sabiduría que, como reconoce Estefanía Cabello, "se está perdiendo en las nuevas generaciones", tanto como "pararse a escuchar o la capacidad de análisis", ya que "tenemos un fácil acceso a internet, pero se pierde la intención de preguntar a los mayores o acudir a un archivo", incide. En lo que respecta a esta escritora, ahora residente en Inglaterra por abordar su tesis doctoral en literatura, la pluma que escribe va siempre unida a la voz que pregunta a cerca de los sinsabores de la realidad. Es en las fronteras la construcción del pensamiento y la imaginación donde una verdad adquiere fuerza.

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