REPORTAJE

Cien años de la maestría de Juan Polo

El escultor de Fernán Núñez dejó como legado una extensa obra y un compromiso altruista con la creación que hoy inspira a otros artistas | El costumbrismo, el clasicismo y los temas religiosos motivaron las creaciones del artista

Juan Polo, junto al boceto de una de sus esculturas cumbres.

Juan Polo, junto al boceto de una de sus esculturas cumbres. / MARIA JOSÉ RAYA

Como reconoce María Polo, «los artistas viven en un mundo paralelo y cuando trabajan es difícil sacarlos de ahí». Este era el caso de su padre, Juan Polo, para quien la escultura nunca estuvo relacionada con horarios definidos o prisas, sino con mirar, tocar, estar en el mundo desde el respeto al paso del tiempo. «Trabajaba mucho, con la música clásica puesta», recuerda María. Las más de 200 esculturas que hoy reposan en la Casa Escultor Juan Polo de Fernán Núñez, sin contar con el legado escultórico repartido por el Museo Taurino, el Alcázar de los Reyes CristianosRectorado y en localidades dentro y fuera de la provincia, sobreviven a su artífice, quien parece reposar en esas líneas anatómicas perfectas; las que le inspiraron a Polo el trabajo de Miguel Ángel, Rodin y, por supuesto, don Mariano Benlliure, como llamaba este último discípulo a su maestro.

El 9 de marzo, cuando se cumplirían 100 años del nacimiento de Juan Polo, su casa estudio será testigo de un homenaje al escultor en el que participarán la familia, las amistades que fueron cercanas y los artistas que también entraron dentro de la segunda categoría, como es el caso de los escultores cordobeses Noé Serrano y José María Serrano, quienes lo conocieron cuando eran muy jóvenes, antes de terminar Bellas Artes.

En su casa 8 Juan Polo, junto a una de sus muchas obras de temática taurina.  | M.J.RAYA

Juan Polo, junto a una de sus muchas obras de temática taurina. / M.J.RAYA

«Va a ser algo muy espontáneo, porque así le habría gustado a mi padre», asegura María Polo. Noé Serrano coincide, aunque se adelanta con emoción a los acontecimientos, ya que «si hay por allí un poco de barro quizá nos pongamos a trabajar en una escultura», comenta. La reunión comenzará a las 17.00 horas y está invitado quien quiera pasear entre recuerdos. Asimismo, del 1 al 28 de marzo estarán abiertas las puertas del taller de Fernán Núñez al público, de 10.00 a 13.00 y de 17.00 a 20.00 horas. Allí se pueden ver bustos, esculturas y algunos ejemplos de su trabajo de imaginería.

Un autor con esencia

Respecto a la obra de Polo se pronuncia Noé Serrano, quien «no lo consideraría un imaginero, sino un escultor que hacía imaginería en ciertos momentos. Sus piezas van más allá porque cuando las policromaba y les daba color incluso se tapaba la parte escultórica que también reflejaba su idiosincrasia, aquello que sólo consiguen los grandes artistas», explica a este diario. Aunque Serrano, autor de seres amorfos hiperrealistas, cuyos trabajos han aparecido en películas como Batman o Un monstruo viene a verme, crea con una mirada moderna, no esconde la influencia que ha tenido sobre él un autor más cercano al clasicismo, a las imágenes costumbristas y los temas religiosos. «Tantas horas de hablar con él en su taller hicieron que viera un espejo en el que vislumbrar mi futuro profesional como artista, algo incomprendido que trabaja desde su taller, en soledad», asegura, y destaca «la totalidad de su obra» como factor determinante para considerar su trascendencia. «Quizá a ojos de la gente su obra haya sido más un reflejo de tiempos pasados, porque él se quedó cegado por el talento de Mariano Benlliure cuando fue su discípulo y eso, unido al amor por su pueblo, lo condicionó», incide.

Juan Polo, junto al boceto de una de sus esculturas cumbres.

Busto de Rafael Castejón, en el Rectorado. / ÓSCAR BARRIONUEVO

José María Serrano, por el contrario, afirma que Polo «sí fue un escultor de su tiempo» porque «aunque sus primeras obras tenían mucho de Benlliure, en sus últimas obras bebió de las vanguardias del siglo XX», asegura el autor de esculturas como Vientos de cambio. «Juan fue un grandísimo escultor, aun cuando se dedicaba a la enseñanza secundaria, así que si hubiese tenido más tiempo ya no me quiero ni imaginar donde habría llegado», añade, antes de poner de manifiesto «la época de posguerra que le tocó vivir en un momento sin apenas salidas para la escultura».

El acto mismo de la creación era lo esencial para Polo, quien destacó por su gran generosidad

Pero si en algo están de acuerdo quienes formaron parte de su círculo cercano es en su gran generosidad, ya que a menudo donaba sus obras. Lo que más le importaba era el acto mismo de crear y trasladaba esa pasión a sus escenas costumbristas, taurinas o religiosas. María Polo cuenta que en La Carolina (Jaén) sacan en procesión cada Jueves Santo un ecce homo de Juan Polo por el que el pueblo siente gran devoción. Ella siempre va a ver su recorrido. También se acuerda de su sonrisa y de que al fallecer su mujer, la manera que tuvo de canalizar sus sentimientos fue la creación de una piedad en bronce que colocó en el panteón.

Busto de Rafael Castejón, en el Rectorado.

Representación de la maternidad, en la Facultad de Derecho. / ÓSCAR BARRIONUEVO

Aunque lo figurativo no vive su momento de mayor esplendor, el legado de Juan Polo permanece como referente de una tradición escultórica en la provincia que tiene «mayor relevancia de lo que parece a priori», según el escultor José Manuel Belmonte. «Me quedo más con su obra profana que con la religiosa, pero lo que está claro es su manejo brillante de la técnica a la hora de plasmar el cuerpo humano, y esto lo conseguía porque era un grandísimo escultor, al estilo de los de antes, que tenían muy claro la importancia de saber dibujar primero para poder esculpir después», explica Belmonte. Este respeto a la técnica «se está perdiendo», incide el autor de obras como La regaora o El hombre pájaro, ya que «en las facultades de Bellas Artes cada vez se valora más lo conceptual en detrimento de las nociones de dibujo y anatómicas, por lo que muchos alumnos vienen a nosotros, los escultores de otras generaciones, para pulir esas carencias», declara.

Alfonso X ‘El Sabio’, de Juan Polo, en el Alcázar de los Reyes Cristianos.

Alfonso X ‘El Sabio’, de Juan Polo, en el Alcázar de los Reyes Cristianos. / a.j. gonzález

Belmonte cree que «a Juan Polo se le tendría que haber dado un lugar más relevante como escultor» y «haber constituido su Casa Escultor como Casa Museo desde el ámbito institucional». Pero el que fuera nombrado hijo predilecto de Fernán Núñez permanecerá en El Sembrador, que da la bienvenida en la entrada del pueblo a quien acude a verlo por primera vez; del mismo modo que Alfonso X El Sabio, también obra de Polo, saluda al visitante al cruzar el arco del Alcázar. Así desde hace 100 años, y los que le queden de duración a la piedra.

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