Bajo el título Luna de la Judería, el guitarrista flamenco cordobés Niño Seve vuelca por primera vez sus composiciones en un disco que llega «con bastante retraso», reconoce este artista, que «se ha entretenido», como dice un amigo a su lado durante la entrevista, en ganar los premios más importantes del mundo del flamenco desde que, con apenas 17 años, obtuviera el Bordón Minero de La Unión. Desde entonces, su carrera se ha visto salpicada constantemente de reconocimientos y galardones, hasta llegar al premio del Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba en 2016. Su humildad y cercanía contrastan con la maestría de sus manos, con la que ha acompañado a los más grandes cantaores y bailaores, aunque su sueño continúa siendo ser guitarrista solista y tener su propio espectáculo, a lo que, sin duda, ayudará la publicación de este disco que verá la luz a finales del próximo mes de febrero, en el que cuenta con importantes colaboraciones y espera poder presentar en el Gran Teatro.

¿Como se siente ante la próxima salida de su primer disco?

Un poco nervioso, no sé cómo va a reaccionar la gente, pero lo que sí puedo decir es que está hecho con todo el corazón, lo he compuesto de principio a fin y lo estoy produciendo yo. Son nervios ante la incertidumbre.

Ya llevaba años detrás de este proyecto. ¿A qué se ha debido el retraso?

Han sido casi seis años. El primer retraso se debió a un cambio de vivienda y el estudio ya estaba más lejos. Cuando lo quise retomar, el problema era el trabajo, no me dejaba tiempo para dedicarme a grabar. También había otros proyectos y lo fui aparcando.

El álbum cuenta con importantes colaboraciones, ¿de quién?

Tengo el honor y el privilegio de haber contado con el que para mí, junto con Fosforito, es el más grande cantaor que ha tenido Córdoba, que es el maestro Pele, y canta en el disco una seguiriya. También ha colaborado Rafael de Utrera en una bulería y Rubio de Pruna, que fue el último cantaor que llevó Paco de Lucía y el tema está dedicado a él. A los coros están los Cherokee, en el bajo Josué Ronquío, bajista actual de Ketama, y en las percusiones, Lolo Plantón, además, de algunos coros de Rafa y José del Calli y la intervención del pianista Juan Antonio Sánchez, que acaba de sacar un disco.

¿Qué palos toca?

Toco de todo, para que haya variedad. Hago desde una seguiriya y una soleá, lo más puro del flamenco, hasta un bolero. Paso por varios estilos.

¿Cómo lo definiría?

Creo que es un disco de vivencias hecho con el corazón. Como ha habido tantos parones, hay mucho de lo de atrás, de mi vida. Yo escucho ahora una grabación de hace cuatro años y me sigue gustando. Y eso me da buena espina, porque se hizo bien desde el principio.

¿Tiene alguna fuente de inspiración?

Mi fuente siempre han sido Paco de Lucía y Vicente Amigo, pero no intento copiarlos, sino ver el alma de su música. Tengo más referentes, pero viviendo en Córdoba he mamado la música de Vicente. También me gusta Tomate, Rafael Riqueni…

Desde muy joven ha buscado afinaciones nuevas a partir de lo que ya conocía, su propio acento, decía. ¿Lo ha encontrado?

Yo creo que, poco a poco, la gente me va entendiendo. Siempre he sido muy inquieto, estudio a Paco y a otros, pero siempre intento crear mi propio lenguaje a partir de mis referentes.

¿Qué espera de este trabajo?

Que la gente sienta que está hecho con el corazón. Grabar un disco es muy difícil, requiere mucho trabajo. Nunca estás satisfecho… No espero pegar un boom, pero sí que el día de mañana mi música y mis inquietudes musicales estén registradas.

Goza de talento para ejercer tanto de guitarra de acompañamiento al cante, al baile y como solista, y no para de actuar de una u otra manera. ¿Está en sus planes centrarse en esta última y abandonar las otras dos?

Mi sueño siempre ha sido tener mi propio espectáculo, mi banda y girar por el mundo, pero también me gusta mucho el cante, y creo que son cosas que se pueden compaginar. A mí lo que me gusta es exponerme yo, donde verdaderamente expresas lo que llevas dentro es dando un concierto tuyo, con tu música de principio a fin.

¿Hay que conocer los cantes y los bailes para ser un buen acompañante?

Y mejor que el cantaor. Para saber dónde te cierra, esperarlo, saber la letra que viene, los acordes… Yo tampoco soy un gran especialista, todos los cantes no los conozco, pero sí sé por dónde van los matices, cada palo…

Córdoba es tierra de grandes guitarristas flamencos. ¿Hay mucha competencia?

No es que haya competencia, lo que hay es mucho nivel, y yo creo que eso es bonito. Córdoba, si se identifica por algo, es por los toreros y por la guitarra. Nunca me ha gustado competir con nadie, no creo que sea bueno. Si compito con alguien es conmigo mismo.

Es un guitarrista muy reconocido y premiado y con una larga trayectoria, de hecho ganó el Bordón Minero con 17 años. ¿Cómo lo digirió a esa edad?

Venía de ganar el primer Certamen de Jóvenes Flamencos y la única manera de darte a conocer son los concursos, así que me apunté al de La Unión sin ser consciente del prestigio del premio. Creo que si llego a conocer el nivel no me hubiera presentado ese año.

Después vino el Concurso Nacional de Córdoba, aunque en medio hubo muchos más. ¿Se siente satisfecho con su trayectoria? ¿Se han cumplido hasta ahora sus expectativas?

En cuanto a los concursos, sí, creo que tengo todos los premios. Pero es cierto que me hubiera gustado dedicarme a la guitarra solista, aunque ahí hay pocas oportunidades. Los que hay son los que están. Aunque yo digo que los que vamos detrás también tendremos que poner nuestro granito de arena. Yo lucho por eso, pero estoy contento con mi trayectoria porque estoy tocándole a los más grandes, Duquende, El Pele, El Farru… Además, no he parado de trabajar.

¿Se ha visto tentado de abandona Córdoba en busca de otros horizontes?

Quizá en busca de oportunidades alguna vez, pero no. Yo trabajo mucho en Madrid, pero siempre estoy loco por volver a Córdoba.

¿Quién le enseñó a tocar?

Mis dos tíos son guitarristas y profesores de conservatorio. Yo soy el mayor de los nietos y me crié con ellos muy cerca de las guitarras. Después de que ellos me enseñaran todo lo que sabían, se pusieron en contacto con Carlos Pacheco, un profesor con el que aprendí armonía y composición. Es un músico chileno afincado en Córdoba y catedrático del Conservatorio Superior de Música al que estoy muy agradecido, porque componer no es fácil.

Usted es prácticamente autodidacta. ¿Qué le diría a los jóvenes que aspiran a ser guitarristas flamencos?

Que pasen por el Conservatorio. Yo empecé a trabajar muy joven, estando en el instituto gané el Bordón Minero y tuve que dejar de estudiar porque me salían muchos conciertos. Pero, hoy por hoy, creo que el conocimiento es importante.

¿Qué ha supuesto El Pele en su carrera?

Una manera diferente de ver el acompañamiento al cante. Para mí, dentro de todos los artistas con los que he trabajado, es la figura más importante. Yo tenía 21 o 22 años cuando él me vio tocar como solista la primera vez, y ese día me preguntó qué tenía que hacer la semana siguiente. Le dije que nada y no se le ocurre otra cosa que llevarme a acompañarle al cante en el Palau de la Música de Barcelona para un mano a mano con Miguel Poveda. Esa fue mi primera actuación con él. Fíjate si confiaría en mí.

¿Qué opina del momento que vive el flamenco?

Creo que el flamenco está evolucionando y está en todos los sitios que debe de estar. Antes era para cuatro y ahora está en los teatros más importantes del mundo.

¿Que piensa de las nuevas tendencias del género?

Yo considero que el flamenco es flamenco, pero no te puedes cerrar. A mí me gusta investigar y ahora tengo entre manos con Juan Antonio Sánchez hacer música de Astor Piazzola. Creo que son inquietudes bonitas y la tradición no tiene que cortar alas. La música es música, y si está bien hecha, con el corazón, da igual que sea flamenco, clásica o blues.

Además de la inminente salida del disco, ¿que otros proyectos tiene para este año?

Mi sueño desde muy pequeño es poder presentar mi primer disco en el Gran Teatro de Córdoba, y creo que este año podría cumplirse ese deseo. Esa es mi prioridad en este momento, centrarme en eso.