Forma parte de la historia de la fotografía en Córdoba y su pasión y entusiasmo al frente de Afoco han conseguido convertir a esta ciudad en un referente de la imagen cada dos años. Tras la última Bienal, José Gálvez ha reunido en un libro, Diálogos. 40 años de fotografía en Córdoba, algunas de las imágenes más importantes que han pasado por la ciudad y que compusieron la muestra del mismo título que pudo visitarse en Vimcorsa. El volumen contiene 195 fotos de 173 autores, 74 de ellos cordobeses, 71 del resto de España y 28 extranjeros, que han salido del Archivo Municipal y de la propia colección de Gálvez, un conjunto de más de mil fotografías que donará al Ayuntamiento porque no quiere que «acaben en la basura». Así, este volumen da una muestra de lo que ha sido la historia de esta disciplina en Córdoba, unida indisolublemente a los 40 años de Afoco, y se presenta hoy, en la Sala Orive, a las 20.00 horas.

¿Qué encierra ‘Diálogos. 40 años de fotografía en Córdoba’?

Se trata de un fotolibro donde las imágenes establecen una narrativa visual que cuenta la historia de la fotografía en Córdoba durante cuatro décadas. Yo lo entiendo como un libro histórico, documental y artístico que narra qué pasaba en Córdoba en el mundo de la fotografía antes de la creación de Afoco, en el año 1981, y qué es lo que pasa después. La fotografía en Córdoba, tras la guerra y hasta los años setenta, estaba muy aislada y atrasada. Se seguía utilizando para documentar cosas que pasaban en la ciudad, pero no todas porque la dictadura no permitía sacar a a luz determinadas imágenes como, por ejemplo, de la pobreza, ya que se quería dar una imagen de progreso. Aunque fotógrafos como Juan Vacas, Ricardo, Framar, Ladis o Pepe Jiménez las hacían y guardaban. Y en este libro aparecen, igual que se hace eco de que de 1971 a 1981 solo hubo tres exposiciones de fotografía en Córdoba organizadas por el Círculo de la Amistad, y tras la llegada de Afoco, de 1981 a 1991 hay más de cien muestras.

¿Cómo está estructurado este libro?

Está dividido en tres épocas muy diferenciadas de la fotografía en sí y de la fotografía en Córdoba, porque hasta que no llegaron los primeros profesionales extranjeros y nos enseñan qué hacen, sus técnicas, estilos y formatos, no se empieza a avanzar en Córdoba. Cuando aquí solo se documentaba lo que pasaba en la calle, ellos ya hacían ensayos artísticos y utilizaban formatos poco habituales.

Parte de esas obras son de su colección privada, que ha decidido donar a la ciudad. ¿Por qué este gesto?

Porque no quiero que acaben en la basura. Son alrededor de 1.000 fotos de muchos grandes profesionales que pasaron por Córdoba y que me regalaron, compré o intercambiamos. Hace tiempo me llamó mucho la atención cómo acabaron en la basura las fotografías de un profesional que vendió su estudio y cuyo nuevo propietario no quiso. Cuando metí la mano en el contenedor me encontré con un retrato de Manolete, porque allí se fotografiaba la gente relevante de la ciudad. Hablé con mis dos hijos y ellos me dijeron que no podían hacerse cargo de este legado por no saber cuidarlo y por espacio, así que tomé esta decisión. Hay obras únicas que no se pueden perder.

¿Hay alguna de la que le cueste desprenderse especialmente?

Además de la del Ché Guevara firmada por su autor, Alberto Korda, hay otras dos fotografías que son las primeras que en España consiguen en concurso un millón de pesetas en el año 1982. Son de Ribas Proust y Geauradó.

Afoco y la Bienal van indisolublemente unidas. ¿Cómo consiguió que un club de amigos se convirtiera en un colectivo con capacidad para organizar una cita como esta?

Eso es consecuencia de los fotógrafos que van viniendo a la Posada del Potro, donde se hacía una exposición anual. Ellos nos enseñaron cómo se hacía un concurso, un catálogo o cómo organizar un festival de fotografía.

La Bienal de Fotografía pone en el foco a Córdoba cada dos años, pero, ¿se conoce realmente la importancia de la ciudad en esta disciplina?

Córdoba es la única ciudad de España que tiene todos los premios de la Confederación Española de Fotografía. Y los cordobeses van siendo conscientes de ello y empiezan a entender de fotografía.

¿Avanza el papel de la mujer en esta disciplina artística?

Hay muy buenas fotógrafas, pero representan el 25% tanto en libros como premios y exposiciones, aunque poco a poco se van uniendo. Tradicionalmente, en este mundo la mujer trabajaba ayudando al que tuviera el negocio.

Fue su trabajo como inspector de policía el que le dio a conocer el mundo de la imagen. Una entrada un tanto singular

Mi afición a la fotografía era la normal, pero pasé de la Brigada Criminal al gabinete de la Policía Científica. Y ahí tuve que prepararme también en la fotografía, que tenía que revelar yo porque eran cosas muy delicadas. La verdad es que es curioso.

Siempre ha dicho que su gran maestro fue Juan Vacas. ¿Qué le enseñó?

Lo primero, a ser honrado en la fotografía, lo que es muy importante. Es hacer la fotografía que tu sientes y no las que estén de moda o para ganar un premio. También aprendí a no tener prisa, a buscar el momento justo de la foto. Juan Vacas es para mí un maestro de la fotografía, que tuvo una segunda juventud que, precisamente, está registrada en la tercera parte del libro. Serio y responsable, recibió todos los honores en vida y no dudaba en ayudar a los más jóvenes, un gran maestro para todos.

Córdoba padece de una carencia en cuanto a salas de exposiciones. ¿Cómo afecta esto al interés por la fotografía?

Aquí no hay salas que puedan albergar exposiciones de 300 o 400 fotos que giran por Europa. En la última Bienal ya se consiguió entrar en el C3A, un gran espacio que está muy desaprovechado para la fotografía.