Intérpretes: James Carter Organ Trio, con la actuación de Joe Louis Walker.

Lugar: Gran Teatro de Córdoba.

Día: Sábado, 13 de julio.

El músico afroamericano de Detroit cerró en Córdoba su minigira europea comenzada en Bucarest, ofreciendo una lección magistral de todo lo que puede hacerse con el saxo, alternando el sopranino, el alto, el tenor e incluso la flauta travesera. Con un estilo personal capaz de extraer del instrumento las sonoridades más inverosímiles --sonidos ásperos, distorsiones, armónicos y efectos percusivos sobre la lengüeta heredados del slap del bajo eléctrico-- venció y convenció al público con un repertorio jazzístico en el que predominaron temas de su último álbum, At The Crossroad , como el delicioso Misterio .

El grupo se completaba con otros dos sensacionales músicos de su ciudad natal. Al frente de un Hammond B3 el organista Gerald Gibbs, arquitecto de profesión y digno heredero de dos grandes maestros, Richard Groove Holmes y Jimmy Smith, que proporcionaba una envoltura armónica inigualable al conjunto. A la batería, Leonard King Jr., quien no solo dejó claro la solidez de su estilo como percusionista, sino que también nos deleitó con una excelente voz de barítono --recordemos que King comenzó su carrera como cantante-- en uno de los temas.

Una hora más tarde se incorporó la estrella invitada, el bluesman Joe Louis Walker, una auténtica enciclopedia viviente del blues, ganador de cuatro Blues Music Awards y poseedor de una dilatada trayectoria en la que ha compartido escenario con un número incontable de figuras, entre ellas John Lee Hooker, John Mayall, Jimi Hendrix o Ike Turner.

El tándem Carter--Walker ofreció en esta segunda parte magistrales interpretaciones de rhythm and blues , entre ellas el legendario I Didn't Know , en un perfecto diálogo entre la guitarra y el saxo, donde la compenetración de ambos resultó tan potente como impecable. No es Walker un guitarrista de mano rápida, pero lo suple con creces gracias a su poderío, a su dominio del género y al feeling que derrocha a raudales. La noche habría sido perfecta si los músicos hubiesen omitido un par de números --un ostinato de más de diez minutos y el bis--, propios de una jam session , donde se percibe que los participantes disfrutan de lo lindo al tiempo que el público acaba aburriéndose. Si en su lugar hubiesen interpretado otro par de blues (y en At The Crossroad los hay realmente buenos), la velada habría resultado redonda.

En cualquier caso, el balance del concierto no deja de ser positivo. Hay que felicitar a la organización del festival por haber traído a Córdoba a dos grandes figuras del panorama musical actual. Verlas actuar juntas resultó, al margen de lo apuntado, un auténtico deleite.