Mertxe Manso, nacida en Barakaldo, llegó a Córdoba con nueve años, es jurista y docente, también una de las poetas cordobesas de los 90. Ha vivido en Núremberg entre 2013 y 2017 y en la actualidad reside en Cádiz. Siempre ha tenido aves sueltas por su casa, aunque no mirlos, ni blancos ni negros, y sí canarios, periquitos o diamantes mandarines. Desde que en el 2004 comenzara su andadura con Diario de los cuerpos, ha publicado Tabla de mareas, Reglas de navegación, Ferronerie, Bicicletas en invierno, Canela picante y en literatura infantil y juvenil Entre picos anda el juego, Plof, plof, plof y Goti nació y Los Súper 4R: misión la ciudad nos mola en verde. Desde su estancia en Alemania la autora mira por una ventana y nos dice con Valle-Inclán: «los mirlos cantaban en las ramas, y sus cantos se respondían encadenándose en un ritmo remoto como las olas del mar».

Mirlos blancos (2021), séptima obra de poesía de esta escritora, está marcada por las aves, su vuelo y el canto de los mirlos. Pero no es un libro sobre pájaros. Es cierto que las aves son el motor principal, pero no son protagonistas por sí mismas, solo aparentemente, porque los versos se sustentan más en la alegoría y analogía, en la idea de que el arte no debería ser una expresión personal, sino que debe funcionar a través de símbolos universales. Por otra parte, debajo de las palabras, que van desde el interior al exterior, habita la realidad de mundos reconocibles que marcan un territorio -como hacen los mirlos- de tiempo y emociones vividas, valores y huellas. Y al decir «vividas» me refiero ha reído y llorado, deplorado y alabado, o todo unido. La vida es un sucederse. La propia autora nos dice: «Muchos poemas son memoria viva en la piel». También san Juan de la Cruz: «Que bien sé yo la fonte que mana y corre / aunque es de noche».

El poemario se compone de tres partes: «Pedazos de pan y cielo», «Mirlos blancos» y «Garzas blancas». El primer poema, «A cielo abierto», con toda razón poética abre el libro: «Anochecer en un cielo / de estrellas palpitantes / como taladros que agujerean / el techo de la habitación. / Caminar a cielo abierto. / Igual que el corazón / sale de la madriguera / dispuesto a saltar al ritmo / del canto de los mirlos. / El inmenso techo del cielo, / nos abriga de tantos olvidos». De tantos olvidos, nos dice, y con ello declara lo que no está a flor de piel, tampoco escondido de forma directa. Desde el principio son claras las intenciones de Manso. Otro que nos señala y lleva claves al lector es el rotundo «Mirlo blanco»: «Soy un mirlo blanco, / de canto extraño, / de horizonte / sin patria ni frontera. / Soy un mirlo blanco, / de lógica difícil / y lengua rara. / Mis plumas, mi patria. / Mis sueños, la bandera / al viento y la cola / quien me guía». A estos se le une el texto que cierra el poemario, «Alis volat propriis», dice: «El mirlo blanco / voló hasta el sol, / acarició las nubes / y se posó en ellas. / Desde lo alto, / observó la tierra, / las idas y venidas del viento / y de los necios hombres. / Siguió cantando y cantando. / No cesó un solo día».

La segunda parte que da título al libro, la más breve de todas, está dividida y numerada en romanos y podría conformar un solo texto central: «un mirlo canta desde el alba / mientras los gorriones / se llevan sus nidos en globos. / Exilios o aventuras. / Nadie sabe…,», tal vez en consonancia a su periplo viajero.

Y la tercera, «El Mundo huele a mar»: «Todo fin es comienzo. / El paisaje que se dibuja, / un mar abierto / de olas en calma / y cielos rosados». En «Caos»: «siempre es nunca. / y el destino lo escribimos / a golpe de latido roto. / Dejamos un reguero / de tiempos y esperas». En «La nada»: «La nada fue todo / y el final, / un nuevo principio». Nos habla un lenguaje sostenido de momentos cotidianos y mirada, situados en el «yo» lírico.

Se reafirma la poeta en el deseo de volar y soñar de nuevo. No importa si existen los mirlos blancos o no, que sean raros y extraños de ver, pero existen y la autora los contemplaba durante su estancia en Alemania. Vuelo y canto escriben esta poética del espacio, parafraseando el título de una obra de Bachelard y sus palabras: «si el agua que cae no repitiera los acentos del mirlo cantor, parecería que no podríamos escuchar poéticamente las voces naturales».

‘Mirlos blancos’

Autor: Mertxe Manso. 

Editorial: Adeshoras. Madrid, 2021.