Jesús Carrasco es hombre de pocas teorías. Uno piensa que huye de la metafísica y ya no digamos de la metaliteratura. El autor de la novela Volver a casa se mueve en el mundo real del entorno, de las pequeñas cosas, de los objetos, del día a día, de la vida a ras de suelo y, en definitiva, de lo que le rodea. Con su primera novela, Intemperie (2013), recibió el respaldo de la crítica y de los lectores y se tradujo a 28 lenguas. Ahora regresa con Volver a casa.

Lo primero con lo que encuentra el lector al cruzar el umbral de ‘Volver a casa’ es con todos los detalles del camino en el retorno a su hogar del protagonista. Después vendrían los de su casa, situada en un pequeño pueblo del centro de España, a la que regresa Juan desde Edimburgo por la muerte de su padre. Un buen pórtico para iniciar el camino de la historia a través del entorno.

Me gusta que el paisaje o lo que rodea a los personajes cuente parte de la historia. Intento no perder nunca de vista ese juego de espejos. Cuando sitúas a un personaje en un entorno natural determinado, ese medio determina el comportamiento. Hay ciertas cosas que no se pueden hacer durante una tormenta de arena (cambiarse las lentillas, por ejemplo). Cuando rodeas al personaje de determinados objetos, puedes extender su psicología fuera de su cuerpo.

Genial su maestría en el campo de describir todos y cada uno de los objetos, situaciones, paisajes que rodean al protagonista y su historia, los cuales nos adentran en sus pensamientos, sentimientos, emociones y vivencias.

Sí, como decía en la anterior respuesta, lo que rodea a los personajes y a sus emociones puede aportar contexto y materialidad a los sentimientos o a la base psicológica de los personajes.

En su novela se entrecruzan dos mundos, uno el de vivir dos o tres años en Edimburgo, del que apenas sabemos mucho, sólo la emoción satisfactoria de vivir en libertad fuera de la opresión del padre, donde la alegría del estar allí donde se «es» es manifiesta. Y el de Cruces, su pueblo, en el que el tedio de la existencia en la convivencia con la familia es un transcurrir de horas sin más, al que se resiste.

La novela está llena de esos contrastes. En Escocia, Juan deposita sus ensoñaciones y en Cruces están sus raíces, su familia y el mundo del que ha salido. En ese sentido el libro se mueve por diferencias de potencial. Hay ejes que van de norte a sur; de lo seco a lo húmedo; de lo doméstico a lo social; etc.

El pueblo del protagonista tiene mucho que ver con la España vacía y, por lo tanto, con todas sus limitaciones y condicionamientos. ¿Fue eso lo que le hizo huir a Juan hacia Edimburgo o fue por otros motivos?

Permíteme que no conteste a esta pregunta. Si lo hago le quito al lector que quiera acercarse a la novela la posibilidad de que saque sus propias conclusiones. Una novela no admite solo una lectura. En este momento, yo soy uno más de esos lectores. Tengo mis opiniones acerca de los personajes y por qué hacen las cosas. En mi condición, además de autor del texto, podría condicionar la opinión de otros lectores.

Esa huida de su casa, así como volver por la muerte de su padre, pero con un billete de vuelta a Edimburgo en una semana, no me cuadra con el título del libro ‘Volver a casa’.

El título no está dedicado a Juan sino a su madre. Es ella la que pronuncia esa especie de exhortación , puede ser que debido a su enfermedad.

El destino en la novela de Jesús Carrasco es obstinado, su ida hacia el extranjero huyendo de responsabilidades familiares y de una vida que no desea, su esfuerzo para cortar con la familia y vivir a su aire en otro país como es Edimburgo, se le vuelve del revés ya que no sólo tiene que volver a casa por la muerte del padre sino quedarse indefinidamente por la enfermedad de su madre, a quien no puede dejar sola. Parece ser que no mandamos nosotros en nuestro destino, que es éste el que se impone.

A mí no me gusta hablar de destino porque, en mi opinión, introduce una idea mágica en la que no creo. Algo así como que hay guion ya escrito para la vida de las personas y que ese guion se va cumpliendo de manera implacable lo quiera o no el protagonista en cuestión. Prefiero hablar de la indiferencia de la realidad. La vida está sujeta a multitud de variables. En ocasiones algunas de esas variables coinciden en un momento y sobre una persona. Tu padre muere y tú estás lejos. Humanizando los términos, podríamos decir que a la realidad le resultas indiferente como sujeto. Acontece y punto. Y cuando la realidad sucede, no hay más remedio que plegarse a ella.

Para mí la clave de la novela es la responsabilidad que tienen los hijos de cuidar a los padres por encima de todo, incluso de sus más queridos sueños. Y eso es lo que le sucede a Juan, llega al pueblo para cumplir con el requisito de estar en los funerales del padre y largarse rápido de vuelta a Edimburgo y de pronto se encuentra con una madre enferma y sola pues su única hermana se va por un trabajo de investigación a Norteamérica, y se queda.

Sí, esa responsabilidad es uno de los ejes de la novela. Es algo de lo que he sido consciente al terminar y recibir la opinión de algunos lectores. No quiero decir que no fuera consciente de este hecho durante el proceso de escritura, sino que no me propuse hablar específicamente de un tema. No he intentado exponer una tesis al respecto de la responsabilidad.

¿Tiene poco o mucho de autobiográfica la novela? Y lo pregunto pues se desciende tanto al más pequeño detalle de las cosas que si no las has visto y vivido parece que esa descripción es improbable. ¿O es que Jesús es un observador excelente de todo lo que nos rodea sea cualquier tipo de objeto o situación? Además que lo hace relacionando a la perfección el significante con el significado.

Creo que soy un buen observador parcial de la realidad. Hay cosas que me llaman la atención y hay cosas, muchas de ellas importantes, que me pasan desapercibidas. Me llaman la atención, siempre me ha pasado, detalles periféricos. Una hebra de hilo blanco saliendo del bolsillo de un viandante, ayer mismo. Estudié una licenciatura en educación física. Cinco años de anatomía, fisiología, biomecánica o teoría del entrenamiento. Lo que recuerdo son las anécdotas. No podría decir dónde se inserta el bíceps crural pero sí que recuerdo la zona de la mano llamada «tabaquera anatómica». No recuerdo en qué año nació el barón de Coubertin, pero sí que en el circo romano había un personaje llamado «Caronte etrusco».

¿Por qué escribe Jesús Carrasco?

No lo sé.

¿Qué es la literatura para usted?

Un gozo muy íntimo. Inexplicable. Un oficio también. Pero principalmente un gozo placentero.