No es casualidad que en el escudo institucional de Villaviciosa figure, junto a la colmena y la vid, la figura de un alcornoque, fuente de riqueza de una localidad cordobesa situada en plena sierra en la que, durante este y el próximo mes principalmente, aunque la fecha puede oscilar dependiendo de la temperatura, se afanan en la saca del corcho.

Cuadrillas de operarios, junto a los capataces y arrieros, se desplazan al campo dotados de pica, escalera y un hacha que cuenta con una espátula para despegar el material y, tras realizar cortes horizontales y verticales en la parte media del árbol, desprenden piezas de unos 50 por 60 centímetros de ancho y un metro de largo, dependiendo de las características de la planta y de su edad, explican la alcaldesa, Gemma Elena González, y el concejal Rafael Rivas.

La temperatura ideal para «cuando se da el corcho» es la de 25 grados y, además de limpiarse el hacha al terminar en cada uno de ellos para evitar la transmisión de enfermedades, la labor debe realizarse con un cuidado exquisito para no dañarlo, ya que este proceso se lleva a cabo , desde el «bornizo» o primera vez, en un período de 9 años, de ahí la importancia de la rotación en los aprovechamientos. Estropear la planta supondría, por tanto, comprometer producciones futuras. Debido a esta circunstancia, se trata de un trabajo bien remunerado para el buen profesional.

La faena 8 Corcheros, junto a un alcornoque ya descorchado.

Los corcheros «hacen bien los cuellos e igualan el árbol para que se quede bonito», explican González y Rivas. Una vez evacuados con tractores o «a cargaero» en mulas, dependiendo de lo abrupto de la zona, se construye una pila en la que pueda observarse el grosor del material extraído para presentarlo a la empresa compradora. Para que sea «taponable», el elemento debe contar con un grosor determinado, si no hablaríamos de un «refugo», empleado entre otros usos, para la insonorización de edificios y, últimamente, en la elaboración de bolsos y zapatos. La alcaldesa y su edil destacan que esta faena agrícola, además de beneficiar al propio árbol, evita incendios, subrayando que el corcho obtenido en Villaviciosa «cuenta con unas cualidades mejores que las de otras zonas de la provincia e, incluso, de Andalucía», hecho que puede deberse a la tierra y la climatología. La producción estimada en el pasado año rondó los 65.000 kilos, y sus vecinos la comercializan asociados desde hace unos seis años, en la cooperativa Cofores, asegurándose así la venta de su producción.

A fin de que el oficio continúe, a instancias del Ayuntamiento, la Junta organiza la segunda escuela de corcheros, para la que cada vez hay más candidatos. El incremento formativo y su extensión a otros aprovechamientos son demandados por Gemma González y Rafael Rivas, quien afirma que, «quien siembra un alcornoque, lo está sembrando para su nieto».