Los tambores de Baena tenían ayer el corazón partío . La celebración de la víspera del día de San José coincidía con el miserere que se celebra cada viernes de cuaresma en la iglesia de San Francisco. Para algunos, la solución fue vestirse de judío para cumplir con la tradición de la cola negra y después unirse a los que desde mediodía celebran San José. Esto lleva consigo un cambio de vestuario, porque para tocar en la primera gran fiesta del tambor no se va uniformado y no es necesario pertenecer a ninguna cuadrilla, mientras que los colinegros acuden a San Francisco uniformados, aunque sin el casco y la cola. Sin embargo, para el resto, que fue la gran mayoría, optaron por la noche del tambor y los candelorios. Sin horarios y sin protocolo, con el único objetivo de dar rienda suelta a las ganas de encontrarse con el sonido de la Semana Santa.

Este año hace solo una semana que se inició la cuaresma. Así que han sido muchos los baenenses que han regresado para cumplir con esta tradición y recorrer las distintas hogueras que se sitúan fundamentalmente en el casco histórico. Según marca la tradición, los tambores recorrían los candelorios y con sus toques avisaban a la gente dónde estaban situados. Miles de tambores mantienen ese recorrido, aunque ha disminuido el número de hogueras.