Reportaje

Barrios de vanguardia con servicios dispares

Los vecinos de las zonas nuevas de la capital conviven, en pleno crecimiento, sin los equipamientos del resto de la ciudad

Una vecina pasea a su mascota en el parque en el barrio de La Arruzafa.

Una vecina pasea a su mascota en el parque en el barrio de La Arruzafa. / VÍCTOR CASTRO

Manuel Á. Larrea

Manuel Á. Larrea

Podría escribir que el viento zumba en los tímpanos sin interrupción, que los pájaros y las máquinas de las obras se armonizan, que solo el cambio de clase del único instituto cercano rompe el silencio de sus calles, que el sol es la única compañía... La verborragia se dispara cuando uno se deja inspirar por la soledad, en plena capital, de los nuevos barrios. Excesiva, en todo caso (la verborragia). ¿Por qué no decir que las geometrías impolutas, las inmensas grúas y los abundantes anuncios de hogares de ensueño dibujan el paisaje perfecto de retiro? Sólo los vehículos aparcados en las amplias calles permiten intuir la presencia de moradores en alguno de esos modernos edificios.

Es Córdoba, pero podría no serlo. Haciendo un ejercicio de abstracción, cualquiera puede imaginar que habita en otra parte del mundo. En Huerta de Santa Isabel Este, la parroquia San Juan Pablo II es el fiel reflejo de los nuevos tiempos. Una imponente cruz blanca dirige la atención a la masa uniforme gris a la que acuden -o acudirán- los feligreses cada domingo. «¿Es bonita la parroquia? Sí, de estilo contemporáneo, muy acorde con un barrio joven. Además, al ser de nueva construcción cuenta con todas las comodidades e instalaciones de una obra nueva», reza una nota impresa -a modo de preguntas más frecuentes- en la puerta. Hasta las iglesias tienen ya community manager.

Los nuevos barrios de Córdoba.

Los nuevos barrios de Córdoba. / CÓRDOBA

No deja lugar a juicio, pero revela un hecho importante: los habitantes de las nuevas zonas que van aflorando en los alrededores de la ciudad de Córdoba suelen ser familias jóvenes que buscan la comodidad de las nuevas construcciones. Estos edificios forman un puzzle perfecto. O casi perfecto. En este caso, sus vecinos pueden satisfacer su fe y dar cursillos prematrimoniales, pero no pueden acudir a un centro de salud cercano. Desconocemos el interior de los inmuebles, pero fuera los equipamientos brillan por su ausencia. No deja de ser normal. Estos barrios se encuentran, por así decirlo, en una fase embrionaria, si bien cada uno avanza a su ritmo. Ritmos que, para nada, son parejos en Turruñuelos, Huerta de Santa Isabel Este, la Arruzafa, Nuevo Zoco -como se conoce popularmente a Nuevo Poniente (O7)-, Cortijo del Cura, Carrera del Caballo, Fuente de la Salud o Mirabueno.

Un camión de Sadeco por una de las calles de la barriada de Mirabueno.

Un camión de Sadeco por una de las calles de la barriada de Mirabueno. / VÍCTOR CASTRO

La pieza restante

Estas barriadas viven realidades distintas pero comparten necesidades. Lo principal, equipamientos y servicios. Pero, claro, los barrios van construyéndose poco a poco. Y, sobre todo, habitándose bloque a bloque. Eso hace que carezcan de una presión, a través de la organización social, que sea suficiente para exigir la implantación de ciertas prestaciones.

En las primeras fases, se echan de menos servicios como una mayor limpieza, más seguridad, mejor transporte o instalaciones básicas, como precisa Juan Andrés de Gracia, presidente del Consejo del Movimiento Ciudadano (CMC). «Las asociaciones cercanas intentan cubrir el tema hasta que van floreciendo otras asociaciones», señala De Gracia. El CMC, como no podía ser de otra manera, también juega un papel esencial.

Nuevas centralidades

Por crear nuevas centralidades se entiende que los barrios de una ciudad tienen que generar sus propios servicios para que los vecinos no tengan que acudir al centro, que normalmente concentra instalaciones, administraciones e instituciones. El concepto, como explican desde el Consejo del Movimiento Ciudadano, es crucial en el crecimiento de una ciudad como Córdoba.

Barriada de Fuente de la Salud en Córdoba.

Barriada de Fuente de la Salud en Córdoba. / VÍCTOR CASTRO

Para ello, resulta fundamental, primero, la planificación y, después, la organización vecinal. Antes que nada hay que reservar terrenos para servicios básicos como la sanidad o la educación. Entidades o instituciones que brinden servicios a ese barrio en concreto. «Hay que asegurar las necesidades de los barrios e intentar que Urbanismo no ceda los terrenos a terceros», apunta Juan Andrés de Gracia. Una planificación que, a su parecer, debe basarse en la equidad, garantizando el equilibrio -también de costes- y la centralidad de los equipamientos.

En el caso de Huerta de Santa Isabel Este y Turruñuelos, el IES Casiana Muñoz Tuñón puede atender las necesidades de los jóvenes que viven y que vivirán allí. En Mirabueno, como recuerda De Gracia, un centro de salud compartido con El Naranjo atenderá a los vecinos. Son ejemplos que vienen al caso. Carrera del Caballo, por su parte, está avanzando más y, como adelanta el presidente del CMC, desde el 1 de abril disfrutará de un mejor transporte. Este año, además, espera que sus residentes puedan disfrutar de una pequeña pista deportiva y de un centro polivalente social y cívico. El próximo objetivo, un centro de salud para no estar obligados a bajar a Carlos III.

Las nuevas realidades

Mientras familias jóvenes se deciden por vivir o no en los edificios vanguardistas que se abren paso sobre los terrenos que rodean a la ciudad, las calles permanecen desiertas. Uno, dos restaurantes a lo sumo, en algunos de estos barrios sirven de punto común. Una peluquería, una guardería, un asador y, poco más, abren sus puertas en Turruñuelos, un barrio que mira al Hipercor, centro neurálgico de aquella zona al oeste de la capital. Entre las altas grúas rojas que siguen levantando edificios, una parada de la línea 3 de Aucorsa pasa casi desapercibida.

Los restos de un acueducto romano yacen con todo el peso de su historia frente a la parroquia de Huerta de Santa Isabel Este, un poco más al sur de una avenida plagada de esqueletos urbanísticos, y, entonces, uno vuelve a recordar que, a lo lejos, espera la ciudad de los patrimonios. El barrio al sur de Turruñuelos cuenta con un pequeño centro comercial de Alsara -ubicado junto a Miralbaida- que da espacio a un supermercado, a una peluquería, a una cafetería y a un estanco.

Tres niñas volviendo del colegio en Huerta de Santa Isabel Este.

Tres niñas volviendo del colegio en Huerta de Santa Isabel Este. / VÍCTOR CASTRO

Menos desarrollado que los dos anteriores en cuanto a servicios se encuentra el barrio del entorno de La Arruzafa (conocido urbanísticamente como O1), que cada vez cuenta con más viviendas con vistas a la Sierra. Este barrio tendrá continuidad en un futuro cuando se urbanicen Ciudad Jardín de Poniente 2 y 3, en la carretera de Trassierra.

Al otro lado de la ciudad, los altos y deshabitados -en buena parte- edificios de Fuente de la Salud se abren paso a un nuevo futuro, dejando atrás el pasado industrial de unos terrenos que acarician el polígono de Chinales y que se sitúan al amparo de Valdeolleros.

Estos barrios irán evolucionando, poco a poco, a medida que vayan finalizando construcciones, que los vecinos vayan asentándose y que los servicios se vayan haciendo cada vez más necesarios. Sus ejemplos más próximos -en tiempo- son Cortijo del Cura, Mirabueno, Carrera del Caballo o el Nuevo Zoco. El primero, sin embargo, apostillan desde el CMC, no cuenta con una gran organización vecinal. Urbanísticamente son los barrios nuevos con un mayor progreso. A nivel servicios, avanzan disparejos. Cada barrio vive una realidad y, en función de ella, tiene unas necesidades concretas. Al margen de la presión vecinal en la que insiste De Gracia, quien sobre el crecimiento de la ciudad lanza una reflexión: «La ciudad crece urbanísticamente, pero no en población, ¿cómo va a seguir subsistiendo?».

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