Situación del sector
El sector afirma que el precio del suelo en Córdoba es alto y la rentabilidad, baja
El corredor de fincas Rafael Castro describe la situación como «increíble»
La falta de rentabilidad de las explotaciones agrarias motivada por la sequía está provocando, junto a otras circunstancias, una caída de la venta de fincas rústicas en Córdoba. En líneas generales, desde el sector afirman que los precios del suelo son altos y las producciones han bajado, y aluden a otros factores como las protestas de profesionales.
De este modo, el presidente de Asaja, Ignacio Fernández de Mesa, señala que «la situación en la agricultura está complicada» y hace referencia a las manifestaciones en la calle y en las carreteras, concluyendo que «es un mercado convulso». En su opinión, las operaciones de compra de suelo podrían estar suspendidas por la situación general del sector, pero se muestra convencido de que «es un mercado selectivo y cuando hay algo que merece la pena por el suelo, el agua o la ubicación, lo quitan de las manos». Fernández de Mesa también admite que «los precios son altos y es muy difícil que un joven pueda comprar» fincas rústicas.
Para el secretario general de UPA, Miguel Cobos, la clave se encuentra en la sequía. En esta línea, comenta que las bajas cosechas de los cultivos de secano, fundamentalmente, en los cereales y el girasol, y en la aceituna «hacen que haya pocas operaciones». Asimismo, recuerda que en el regadío «están dando un 10% o un 12% de la dotación de las fincas o las comunidades de regantes y esto es insuficiente para sacar adelante los cultivos». «La tierra tiene precios muy altos y con la falta de rentabilidad por la sequía, se hacen pocas operaciones», destaca.
Por su parte, el agricultor y corredor de fincas Rafael Castro afirma que «la compraventa de terreno está parada al 100%» y remarca que «no hay compradores, es increíble». «No he conocido una situación así en la vida», admite.
Este agricultor indica que la falta de agua y otros factores adversos están llevando a arrancar olivos y almendros en la provincia. A su juicio, «todo son papeles, cada día hay menos subvenciones y la gente del campo no quiere trabajar». De este modo, Rafael Castro observa que «no hay la ilusión, el campo está totalmente abandonado y la gente joven no lo quiere, lo que quiere es su paguita». A este contexto se suman la falta de trabajadores y la competencia de las importaciones, y este profesional sostiene que «no hay seguridad en nada. Hace dos años, la tonelada de girasol valía 800 euros y este año se ha vendido a la mitad», comenta a modo de ejemplo.
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