DÍA MUNDIAL DE LA DEPRESIÓN

Celia González, psicóloga: "Los jóvenes tienen mucha presión y poca tolerancia a la frustración"

La especialista, que pasa consulta en el hospital San Juan de Dios, pone el acento en las señales de alerta y en las causas que generan el sufrimiento psicológico a estas edades

Celia González, en consulta, con una paciente adolescente.

Celia González, en consulta, con una paciente adolescente. / CÓRDOBA

Araceli R. Arjona

Araceli R. Arjona

Celia González es psicóloga clínica y ofrece consulta privada a niños, jóvenes y adultos en el hospital San Juan de Dios en Córdoba desde hace diez años. La mayoría de las consultas están relacionadas con la ansiedad y la depresión, que en el caso de los menores «se manifiesta con la falta de interés, desmotivación, irascibilidad, falta de energía, desgana, falta de concentración y pensamientos negativos rumiativos». Hay una diferencia entre estar triste y expresarlo, «algo que es normal y sano porque se trata de exteriorizar una emoción», y sufrir ansiedad y sintomatología depresiva o depresión.

Los depresión hace que los chavales a menudo se aíslen, no quieran salir, duerman y coman mal y, lo que supone el principal motivo de alarma para los padres, «hablen de ideas suicidas, de que no quieren vivir, que la vida no vale la pena o incluso se autolesionen». Aunque esas ideas no siempre se traducen en hechos, «muestran el enorme sufrimiento emocional que padecen».

Las causas que generan ese sufrimiento son variadas, pero según la experiencia de Celia González, «suele haber detrás cambios hormonales propios de la edad, pero también procesos de separación de los padres, malas relaciones con los compañeros, acoso escolar y dificultades académicas».

Según la psicóloga, «los niños están sometidos a mucha presión, se espera mucho de ellos, pero no se les prepara para la frustración», algo que tiene sentido en una sociedad en el que la maternidad es cada vez más tardía y las familias, con un solo hijo, concentran todas sus expectativas en ese hijo. «Se les exige que sean deportistas, buenos estudiantes, que toquen un instrumento, que hablen idiomas y a la vez hay dificultades para ponerles límites, se les quiere proteger de todo y no se les da tiempo de ocio y juego».

El resultado son adolescentes que, si sufren depresión a esas edades, «es más probable que en la edad adulta también la padezcan». Realizar terapia, trabajar la comunicación con los padres, escribir un diario de emociones, estar con amigos presencialmente y realizar actividades al aire libre son claves para la recuperación, que a edades tempranas puede darse en 4 o 6 meses. Lo que no es aconsejable es recurrir al tratamiento farmacológico en un cerebro que no está maduro, «solo en casos muy específicos», recalca.

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