Diario Córdoba

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DÍA INTERNACIONAL DE LA ELIMINACIÓN DE LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES

La violencia de género vivida en segunda persona

Elisa Hidalgo imparte una 'masterclass' desde la experiencia y desde la docencia a estudiantes de la Facultad de Educación

Elisa Hidalgo, durante un momento de la charla. CHENCHO MARTÍNEZ

«La tenemos muy cerca, se da en todos los ámbitos sociales, en todas las categorías y en todas las edades». La frase la pronuncia Elisa Hidalgo frente a un grupo de estudiantes de la Facultad de Ciencias de la Educación de Córdoba. Los alumnos y alumnas escuchan con atención una intervención que forma parte de la jornada de conmemoración del Día Internacional contra la Violencia de Género y que se centra, en gran parte, en aportar herramientas a los futuros docentes para reforzar una atención psicoeducativa en las etapas de Educación Infantil en los colegios que, a día de hoy, es bastante escasa. El marco teórico de todo esto, recogido en una guía, tiene una importancia supina, pero escuchar a Elisa Hidalgo, que además es directora del Centro de Profesorado (CEP) de Córdoba y lleva la docencia en las venas, es inspirador, al tiempo que agarra un nudo en el estómago que no se va fácilmente.

Hidalgo no participa en esta jornada por ser directora del CEP, que también, sino por ser testigo directo de una violencia de género que nunca se queda entre las cuatro paredes de una casa, sino que desciende al entorno y marca la realidad y la vida de muchas más personas de las que se pueda llegar a imaginar. Ella no es la víctima de la historia, al menos no lo es en primera persona, pero sí en segunda. Una segunda persona que aun rompiéndose en su relato demuestra una fortaleza ejemplar para explicar a los maestros y maestras del mañana cómo pueden detectar y ayudar a esos niños que tendrán en sus clases y que provendrán de entornos de violencia de género y de violencia vicaria.

El relato es duro y, en varias ocasiones, se escuchan expresiones de sorpresa entre el público. Hidalgo relata una experiencia propia, vivida en segunda persona, pero tan cercana como desoladora. Lo hace, además, con un espíritu docente reflejado en una presentación de Genially que incluye, incluso, un análisis DAFO(un estudio de las debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades) para, desde la experiencia, dar una masterclass sobre una lacra que no cesa.

Ocho puntos para detectar la violencia

Hidalgo explica que existen ocho puntos que se podrían considerar un patrón y que, en su caso, le ayudaron a percibir «que algo estaba pasando» con una persona muy cercana. El cambio (la persona ya no va al cine o no se pone faldas, cuando antes lo hacía a menudo); el aislamiento (el maltratador separa a la víctima de sus apoyos); justificación (aparecen frases como «todas las parejas se pelean» o «si no me quisiera no tendría celos»); miedo («no me llames si estoy con él» o «no saquéis fotos en las que se me vea»); negación («no sé cómo me tropecé y me di un golpe»); evidencias (hay pruebas claras de que existe esa violencia); ruptura y perdón (temporadas de separación combinadas con otras de absoluta cercanía) y destrucción. Sobre esta última, Hidalgo pronuncia una frase que más que frase es una sentencia: «La violencia de género va llevando hacia al agujero negro a todo el que la rodea».

Las vivencias por las que pasó la directora del CEP son muchas y ayudan a comprender esa capacidad de síntesis en un esquema para enmarcar. Hidalgo habla de caras con claros signos de haber recibido un bofetón siendo enmascaradas por un sarpullido, de vestidos nuevos destrozados ante la imposición del maltratador o de menores diciendo en voz alta cosas que nunca deberían salir de la boca de un niño: «El 016 ya me lo sé».

Pese a lo desgarrador del relato, y aprovechando los últimos compases de ese análisis DAFO, Hidalgo habla de fortalezas y oportunidades. La familia y las amistades que permanecen, los recursos de las instituciones, la sororidad, la escuela igualitaria... Y con el alma de docente, finaliza Hidalgo: «Si tuviese que contarles un cuento a los niños y niñas de mi clase que hablase de mujeres, sería un cuento de estrellas, de estrellas unidas en constelaciones, con plataformas resistentes y con naves, muchas naves espaciales de color violeta».

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