Si hay un oficio unido a la historia de Córdoba es el de platero, el nombre con el que se conoce en esta tierra a aquellos que se dedican a la joyería. Quizá pueda resultar una afirmación demasiado presuntuosa, rayana, incluso, en el maximalismo, pero la evidencia de su importancia y arraigo a lo largo de los siglos, así como la extraordinaria belleza y maestría de algunos de sus trabajos, parecen avales suficientes como para arriesgarse a hacer una afirmación tan tajante.

Esa denominación de platero no nace por casualidad sino como reconocimiento a los maestros del oficio que ya en Al-Ándalus deslumbraban con sus propuestas de filigrana, esas piezas creadas con hilos de oro y plata, soldadas con extrema delicadeza, que ya por entonces maravillaban a quienes acudían a la capital del emirato independiente y posterior califato omeya. Fue, sin duda, un momento de esplendor para estos artesanos.

LA ELABORACIÓN DE LAS PIEZAS DE JOYERÍA REQUIERE DE UN TRABAJO MINUCIOSO.

La conquista cristiana y la definitiva caída de los reinos musulmanes en la península darían lugar, posteriormente, a la aparición en Córdoba del arte de la orfebrería, es decir, de la labra de metales preciosos. Buena parte de esas obras serían de carácter religioso y la gran mayoría se realizaron en plata, de ahí el origen de la común denominación a los artesanos joyeros. Y los de Córdoba, amparados por la experiencia acumulada a lo largo de los siglos, supieron ganarse a pulso el reconocimiento a la calidad y buen hacer de sus trabajos.

Colegio-congregación

Hasta finales del siglo XV o principios del XVI los plateros no estaban organizados "en ningún tipo de asociación profesional reglamentada o legalmente constituida". Así lo explica el investigador y profesor titular de la Universidad de Córdoba (UCO) Francisco Valverde Fernández en su obra El Colegio-Congregación de Plateros Cordobeses durante la Edad Moderna.

Será a partir de esa fecha cuando nazca la Cofradía de San Eloy, una entidad "de carácter religioso-asistencial" formada, "en principio y solamente, por aquellos maestros plateros que voluntariamente quisieran pertenecer a ella", aunque "con el tiempo acabaría aglutinándolos a todos y convirtiéndose en la institución esencial de los plateros cordobeses".

EL MANEJO DEL FUEGO DE MANERA ARTESANAL CONTINÚA USÁNDOSE EN LA JOYERÍA MODERNA.

El investigador de la UCO señala que las primeras reglas de esta entidad datan de 1503 y que, aunque no se tienen documentos escritos de otras anteriores, "esta no debió ser la primera Cofradía de Plateros que hubo en Córdoba, pues por los textos que conocemos puede deducirse la existencia de otra más antigua". Así, "en el preámbulo de las reglas del siglo XVI se dice que otorgamos y facemos y establecemos nueva Cofradía al servicio de Dios e honra del señor San Eloy".

EL TRABAJO ARTESANAL CONVIVE CON EL USO DE TECNOLOGÍAS MODERNAS.

En cualquier caso, según relata el profesor en su minucioso estudio, y dado que filiación a esta entidad no era ni mucho menos obligatoria, "dentro de la Congregación había dos realidades, una propia y reconocida legalmente, la religioso-asistencial, y otra asumida por ella y aceptada por los poderes públicos, la laboral", dos ámbitos de actuación distintos "que no se unificarían legalmente hasta 1746". A partir de esta fecha la institución pasaría a denominarse Colegio-Congregación de San Eloy, en sintonía con lo que ocurría en el resto de España, ya que es en el siglo XVIII cuando se generaliza la fundación de los Colegios de Plateros.

También las nuevas ordenanzas redactadas aquel año obligaban a todos los maestros plateros a inscribirse en la entidad. Valverde Fernández recuerda en este sentido que el estudio del historiador Pere Molas Ribalta, titulado Los gremios barceloneses en el siglo XVIII, subraya que los colegios "representaban la aristocracia de las corporaciones" puesto que "en todo el occidente europeo las profesiones más prestigiosas y adineradas habían desarrollado una jerarquía legal que los diferenciaba del resto del artesanado". Y es más, los colegios "gozaban de mayor consideración social que los gremios", entre otras cuestiones porque sus integrantes "eran mirados como artistas y no como menestrales o artesanos", términos que se reservaban a los integrantes de los diferentes gremios.

LAS MUJERES SE INCORPORARON HACE AÑOS A UN OFICIO, QUE ANTIGUAMENTE ESTABA RESERVADO A LOS HOMBRES.

Desde un principio se establecieron diferentes condiciones para que los maestros pudieran ser admitidos en la hermandad o cofradía, como indican las reglas recopiladas por Valverde Fernández. Entre ellas "que el aspirante perteneciera al Arte", es decir, al oficio. Además, se negaba "expresamente la posibilidad de entrar como cofrades a mujeres y a los caballeros y hombres poderosos".

Junto a ello era imprescindible para formar parte de esta entidad que el candidato "fuera individuo de buena fama y que no estuviera en pecado público".

Perlas y piedras, uno de los distintivos de las joyas. Córdoba

Aunque en la congregación primigenia tan solo se admitía a los maestros plateros, con el tiempo se abrió la mano a todos los del oficio, es decir, a los artesanos que, en la pirámide jerárquica se encontraban por debajo: el oficial y el aprendiz, las personas que se formaban en el banco de trabajo siguiendo las instrucciones del maestro y que con los años y la experiencia iban ascendiendo de categoría profesional y asegurando la continuidad del arte de la joyería.

Trabajos de platería en Córdoba. Córdoba

También había condiciones para ser aprendiz, entre ellas la llamada limpieza de sangre, que vetaba el acceso y la licencia de aprendizaje a quienes no pudieran demostrar que no tenían antecedentes judíos o musulmanes. Aunque esta práctica se remonta al siglo XV en distintos lugares de España, no se tiene certeza de cuándo comenzó en Córdoba, ya que "en el primer texto en el que se alude a este asunto es el capítulo I de las ordenanzas de 1728".

El investigador de la UCO explica que "las pruebas de limpieza de sangre consistían en un cuestionario al que debían de contestar tres o cuatro testigos. Por él se pretendía averiguar la vida y costumbres del solicitante y, a la vez, se deseaba conocer la limpieza de sangre de sus antepasados", es decir, para saber, si como indican los archivos antiguos de la cofradía, si el aspirante era hijo "de padres honrados, cristianos viejos, limpios de toda mala raza, que no tengan ni hayan tenido oficios mecánicos y que no estén públicamente notados de vileza alguna".

Proceso de elaboración de una pieza de joyería. Córdoba

Para entender estas cláusulas, Valverde Fernández recuerda que, más allá de las consideraciones meramente religiosas (y miradas desde el siglo XXI claramente radicales), era obligado que los aprendices fueran personas íntegras porque con el tiempo desempeñarían cargos relevantes, por ejemplo, en las casas de la moneda, y porque mientras estaban en periodo de aprendizaje "muchas veces se quedaban solos en las tiendas, casas y obradores de los maestros, y estas situaciones requerían que dichos operarios fueran personas de confianza".

Cuando el aspirante reunía todos los requisitos, había completado el informe de manera favorable y se demostraba que sabía leer y escribir "era recibido como aprendiz de platero y se le daba licencia en una cédula para que pudiera entrar a trabajar como tal en el obrador del maestro con el que tuviera concertado el aprendizaje". Se anotaba así en un libro su fecha de entrada para que, pasado el tiempo oportuno (varios años de formación), pudiera ser examinado para demostrar sus conocimientos y ascender a la categoría de oficial.

Durante este tiempo los aprendices no cobraban, pero "una vez finalizado el periodo de aprendizaje el muchacho podía ponerse a trabajar con quien le pareciera, ganando un jornal como oficial de platero". Después deberían pasar varios años, en muchos casos décadas, para que el oficial ahorrara lo suficiente como para examinarse de la categoría de maestro y, posteriormente, pudiera hacer frente a todos los gastos que debería tener tras lograr la ansiada maestría. Y es que la posesión de la licencia de maestro "le posibilitaba una independencia económica y una libertad artística que hasta entonces tenían vedada, pues según se establece reiteradamente en las ordenanzas (del colegio-congregación) solo los maestros del Arte podían establecer su propio obrador de platería y comerciar con las obras que en él realizaran".

La joyería, Una actividad unida a la historia de córdoba

Todo cambió con la llegada de la Ilustración y los nuevos planteamientos económicos y sociales. Tal y como recogía el doctor en Historia e investigador Inocencio Cadiñanos Bardeci, en su estudio Ordenanzas municipales y gremiales de España en la documentación del Archivo Histórico Nacional, "los economistas del siglo XVIII, inspirados en la libertad de comercio, combatieron la organización gremial. Los ministros de Carlos III y IV los debilitaron con medidas como la exención de exámenes para los extranjeros. Campomanes aceptó los gremios, pero sometidos al Rey y al Consejo, en cambio Jovellanos se muestra enemigo de ellos. La supresión (o gran reducción) de las cofradías por estos años, también contribuyó a dicha decadencia pues, además de sus fines religiosos, tenían un gran componente de previsión y ayuda mutua. Todos estos precedentes sirvieron de base para que las Cortes de Cádiz los suprimieran en 1813".

Lo que sí se creó en Córdoba fue un colectivo para atender a los plateros más necesitados. La Asociación Mutua de Plateros se constituyó el 17 de octubre de 1868, solo 19 días después desde la decisiva batalla de Alcolea que puso fin a la revolución Gloriosa, que inauguró el Sexenio Democrático y que mandó al exilio a la reina Isabel II.

La llegada del gobierno provisional presidido por el general Serrano y la instauración de un régimen liberal abría las puertas al asociacionismo laboral, algo que hasta la fecha no estaba permitido. Los joyeros no dejaron escapar la oportunidad y 17 días después de la salida de Isabel II nacía la mutua para socorrer a sus asociados en los momentos más difíciles en una época en la que no existía una atención médica gratuita y universal. Hoy es una de las más antiguas de España.

Con todo, los plateros de Córdoba siguieron haciendo lo que mejor sabían hacer, fabricar piezas de joyería, y mantuvieron la tradición de tener aprendices. Hasta bien entrado el siglo XX los maestros acogían en su casa a muchos de aquellos muchachos, con los que no existía relación contractual alguna, aunque en contraprestación aprendieron un oficio. Más tarde llegaron los contratos para estos jóvenes que, con los años, también se convirtieron en maestros.

Oficios y suboficios

A pesar de los cambios en las normativas, gustos y concepciones y del paso del tiempo, el maestro platero ha sido siempre un artista y un artesano integral porque para el ejercicio de su oficio requiere de muchos conocimientos y del dominio de diversos "suboficios" -una denominación no oficial- imprescindibles en el proceso de creación y producción de una pieza de joyería. Casi todos ellos se han mantenido a lo largo de los siglos y, aunque la llegada de las nuevas tecnologías han abierto infinitas posibilidades y han cambiado y facilitado algunos procesos, hoy en día el trabajo manual continúa siendo un requisito indispensable para elaborar joyas de calidad.

En la actualidad hay tipificados más de una veintena de suboficios, de trabajos que conoce a la perfección el maestro platero y que aprendió a realizar en su etapa formativa. Aunque algunas de ellas se hayan modernizado o hayan surgido recientemente con la innovación tecnológica, todas parten del trabajo artesano que ha realizado el platero a lo largo de los siglos.

"Hay tipificados más de una veintena de suboficios, de trabajos que conoce a la perfección el maestro platero y que aprendió a realizar en su etapa formativa"

Un estudio realizado por la Asociación Provincial de Joyeros, Plateros y Relojeros de Córdoba, San Eloy, y el Consorcio Escuela de Joyería de Córdoba recoge las especificaciones y denominación de las distintas ocupaciones. Así recoge que el jefe de compras y gemólogo es la persona encargada de realizar las compras para el aprovisionamiento de materias primas. Se responsabiliza, además, de verificar la calidad del producto que no viene certificado y de identificar y clasificar las gemas que se van a incorporar al proceso productivo.

Mientras, el diseñador realiza el diseño de la pieza y el bocetado a escala de la pieza, así como de todos los elementos que la conforman. Le sigue el técnico CAD, una especialidad del siglo XXI. Es la persona que domina programas de diseño asistido por ordenador, y traslada los diseños concebidos por el diseñador a formato electrónico para que, a continuación, se pueda fabricar el prototipo con medios mecánicos.

El trabajo artesanal convive con el uso de tecnologías modernas. Córdoba

Después viene el modelista y tallador de ceras o de metal, la persona que, a partir del diseño de la joya, realiza la talla de la primera pieza o el prototipo, en cera o metal, para que posteriormente pueda ser reproducida. Desarrolla su trabajo en estrecha colaboración con el diseñador.

En el paso siguiente para la elaboración de una pieza de joyería interviene el técnico CAM (fabricación asistida por ordenador). Este perfil es una evolución del modelista tradicional. Posee conocimientos de fabricación asistida por ordenador y experiencia en el manejo de tecnología destinada a la fabricación de prototipos a partir de los parámetros recogidos en el diseño CAD.

Por su parte, el técnico en electroformación, otra de las ocupaciones necesarias en la actualidad, posee conocimientos de fabricación por electroformado. Se trata de un proceso por el cual se pueden construir piezas o moldes mediante la técnica de electrodeposición de metales (en el que se aplica un tratamiento electroquímico), que permite reproducir con exactitud formas y texturas imposibles de obtener por otros métodos.

La elaboración de las piezas de joyería requiere un trabajo minucioso. Córdoba

El estudio recoge también la figura del técnico de moldes y ceras y técnico de inyección de ceras. Con el prototipo realizado, esta persona es la encargada de inyectar cera en un molde de caucho o silicona para realizar el llamado "árbol de cera" que, tras fundirse, dejará el espacio para que el metal ocupe su lugar.

Después, los fundidores, técnicos en fundición y técnicos en microfusión serán los encargados de transformar el árbol de cera en un árbol de metal; así pues, su labor fundamental es la reproducción de las piezas en metal a través de procesos como la microfusión, usada desde mediados del siglo pasado.

En cuanto a la figura del sacador de fuego, también es conocida como joyero o artífice joyero y posee un perfil multitarea. Es aquel que realiza las joyas (piezas de oro, plata o platino con perlas o piedras preciosas, o sin ellas) en todo su proceso, desde su diseño hasta su última definición (pulido).

En la elaboración de una pieza interviene también el repasador. Con las piezas cortadas y separadas del árbol, el repasador se ocupa de realizar el desbarbo para eliminar los restos e imperfecciones que han quedado en las piezas como resultado de la operación de separación del árbol.

Además, el estudio de la Asociación Provincial de Joyeros, Plateros y Relojeros, San Eloy Montador y el Consorcio Escuela de Joyería contempla también la figura del montador y mecánico, responsable de realizar el montaje de la pieza y de los posibles elementos que incorpore, así como del soldado de los mismos.

Por su parte, el pulidor se encarga de repasar cualquier irregularidad de la superficie de la pieza mediante diferentes técnicas y maquinaria, obteniendo el brillo requerido. Se da la circunstancia de que hasta hace muy pocas décadas el pulido solían realizarlo mujeres, normalmente las cónyuges de los maestros plateros, que ayudaban a sus maridos en estos trabajos de taller.

Detalle del trabajo de pulidor. Córdoba

En cuanto al esmaltador, decorador, grabador, cincelador es la persona que se ocupa de adornar las piezas de joyería, esmaltándolas o grabándolas.

Mientras, el estampador o matricero es un operador especialista con conocimientos en la fabricación de matrices (moldes) destinados a prensas de estampación. Para poder desarrollar su labor debe tener amplios conocimientos en el manejo de diferentes técnicas y máquinas de mecanización de metales mediante el arranque de viruta, principalmente fresadoras y tornos.

En el proceso interviene también la figura del tallador de piedras preciosas y semipreciosas, así como el engastador, que es la persona encargada de montar o desmontar las piedras preciosas de una pieza, debidamente sujetas en las joyas. Finalmente anotan la figura del operario de máquinas de baños, especialista en galvanotecnia, que posee conocimientos en galvanotecnia enfocados a la joyería y que se refiere a todos aquellos recubrimientos vía electrolítica sobre diferentes superficies con fines decorativos.

Mención aparte merece la figura del orfebre, un maestro que labra objetos artísticos de oro, plata y otros metales preciosos, o aleaciones de ellos, a través del cincelado y repujado del metal, entre otras técnicas. Un arte ancestral del que cada vez quedan menos representantes.

El platero cuida cada detalle de la creación. Córdoba

La Escuela de Joyería

La Escuela de Joyería desarrolla cursos de Formación Profesional para el Empleo y los cursos que se imparten permiten obtener el certificado de profesionalidad, aunque esos cursos se complementan con otros itinerarios formativos concatenados para que el alumnado pueda tener una formación global en tres áreas específicas, según explica el jefe de estudios de esta institución, Julio Pastor.

Así, por un lado, "formamos a un perfil profesional vinculado al diseño de la joyería"; por otro, "tenemos el perfil de joyero industrial, con el que pretendemos dar respuesta a las necesidades de las empresas de Córdoba que necesitan a personal altamente cualificado en el manejo de todas esas nuevas tecnologías que se aplican al proceso de fabricación de una joya" y, por último, el perfil de joyero artesano "porque en cualquier otro sitio que no sea Córdoba, que tiene un carácter eminentemente industrial, en cualquier otro punto de España tiene un componente muy artesanal y, por lo tanto, la demanda que nos hacen esos profesionales es la de formarse íntegramente en el proceso de elaboración de joyería artesanal de una pieza".

"Hablamos -señala- de lo que nosotros llamamos joyería de autor, gente que es capaz de coger un trozo de metal, estirarlo, laminarlo y hacer una joya única, una joya artística". Y eso se complementa con formación en materias como la restauración o reparación de piezas. Junto a ello, la escuela también ofrece la posibilidad de obtener, tras una evaluación, el certificado de acreditación de competencias -reconocimiento oficial de una cualificación profesional- a aquellos que se acercaron al oficio como aprendices en un taller y que con el tiempo terminaron dominando las distintas técnicas.

Una joven analiza una gema, que suele engastarse en la pieza de joyería. Córdoba

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Por lo que se refiere a la formación, la docente de la escuela María Dolores Ansio señala que uno de los objetivos docentes es lograr que el alumnado pueda ser un "joyero integral", es decir, que conozca y trabaje todos los aspectos relacionados con la elaboración y comercialización de piezas de joyería y que sea partícipe de un proyecto "desde que nace en el cliente" que lo solicita hasta que "finalmente se le entrega a ese cliente". "Imparto todas las asignaturas que un joyero debería conocer para ser joyero de principio a fin", destaca. Cuestiones que parten del diseño inicial, el presupuesto de elaboración de un encargo, la ejecución de las piezas de joyería y la venta final.

José Carlos Sánchez es profesor de engastado y gemología, entre otras materias. Imparte disciplinas que considera fundamentales para joyería, en especial para la alta joyería, donde el trabajo manual y artesanal marca la diferencia. Mientras, Jesús López imparte clases de diseño asistido por ordenador y su compañero Luis López, otro joyero integral y orfebre, enseña a sus alumnos a modelar en cera, a cincelar, a pulir o a hacer el trabajo del sacador de fuego. Son los llamados "trabajos de banco", las tareas que se han realizado desde siempre en los talleres de Córdoba, las que recuerdan que el oficio de platero es un arte que permanece vivo y que conserva la esencia de quienes les precedieron.