Este domingo el entorno de la Calahorra ha estado cubierto por un manto de lana blanca andante con motivo del traslado de ganado ovino que la ganadería familiar Las Albaidas realiza al inicio del invierno, desde los pastos de Guadalcázar hacia los campos de la zona de Rabanales.

Tras cuatro meses fuera de la capital, las ovejas cruzan la ciudad por una vía pecuaria histórica que deja una estampa curiosa para los cordobeses que disfrutan de una mañana de paseo al aire libre. Quedan muy lejos los tiempos en los que el ganado convivía directamente con las ciudades y estas ovejas de pureza merina, pese a criarse en las cercanías de Córdoba, dan una carne y una lana que, en su mayoría se exporta a Oriente Medio, lo que "absorbe toda la producción que tenemos en España y hace que suban los precios para el comprador de aquí", explican desde la familia de pastores.

"El relevo generacional prácticamente no existe"

"Nos gustaría que la gente de España pudiera consumir cordero a un precio razonable, pero los costes de producción cada vez son mayores y eso lo dificulta", explican quienes pasan la mayor parte de las horas de su vida con sus ovejas y cabras.

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Un gran rebaño trashumante deja imágenes inusuales a su paso por Córdoba

El negocio del campo requiere mucha dedicación, paciencia y esfuerzo, por no hablar de grandes inversiones. Un clima poco propicio para las aspiraciones y las circunstancias de las nuevas generaciones. "El relevo generacional no es bueno, prácticamente no existe, porque se necesitan muchas horas de trabajo para levantar el negocio, que muchas veces no están pagadas", comentan los ganaderos, acostumbrados a convivir con sus ovejas, pero que difícilmente encuentran un "asalariado dispuesto a trabajar con tanta dedicación para los sueldos disponibles".

Uno de los oficios más antiguos del mundo, desapercibido durante el año aunque las chuletas se conviertan en las invitadas estrella de muchas reuniones de navidad.