Un cante pasional, libre, comprometido con el mundo en el que vive, pero también con la tradición, es lo que ha hecho que todo aficionado o, incluso, alejado del flamenco, haya fijado su vista en María José Llergo a lo largo del 2020. Un año para no recordar, pero que para esta cantante o cantaora (le da igual como la denominen) ha estado cargado de éxitos (entre ellos, el premios Cordobesa del Año que otorga Diario CÓRDOBA), encabezados por la acogida de su primer disco, Sanación.

El 2020 ha sido un año duro, pero decisivo para su carrera. ¿Qué balance hace?

Pese a las circunstancias, el balance ha sido muy positivo. He tenido oportunidad de actuar ante el público y he vivido momentos increíbles.

¿En qué le ha cambiado todo que le ha pasado?

No soy la misma persona que hace un año o dos, todo cambia porque, al final, intentas ser mejor cada día. No sería una visión realista de mí misma. Veo las cosas con más perspectiva y más decisión. Este tiempo de reposo me ha dado la oportunidad de meditar cada paso que doy, de encontrar las direcciones correctas. Ha sido un enriquecimiento personal.

Además de ser reconocida por Diario CÓRDOBA, también la han nombrado embajadora de Pozoblanco, su tierra. ¿Qué emociones le despiertan estos premios?

Me despiertan mucho amor y ternura, me emociona mucho, porque recibir el apoyo de los tuyos tiene un valor incalculable. Es maravilloso que piensen que lo estoy haciendo bien, que lo que hago sirve también para que ellos se sientan reconocidos. Porque ellos me han hecho así con su influencia, legado e historia. Para mí, es como devolverle un poco de lo mucho que me han dado desde que nací. Y tengo una gran suerte de entrar a formar parte de la larga lista de artistas cordobeses que tienen el Cordobés del Año, como Vicente Amigo, India Martínez… Todo esto ayuda a seguir y a llevar tus raíces por donde quiera que vayas, además de que me da la esperanza de que quizá alguien se dé cuenta de que si yo he podido, él o ella también pueden.

¿Qué siente cuando dicen cosas como que el flamenco cobra nueva vida con usted?

Es un honor. Yo necesito el flamenco, para mí es como respirar, pero no creo que yo haya revolucionado nada y pienso que el flamenco es un arte que se renueva a sí mismo, tiene una profundidad que permanece vigente a lo largo de los años. El flamenco no me necesita a mí para renovarse.

¿Ha conseguido sanar todo lo que le dolía cuando compuso si primer disco?

Sí. Abordé mis traumas, mis recuerdos, desde una manera visceral, experimental, y arroparme de mi música me ayudó a superarlos y a verlos con cariño.

Tiene un don desde niña, pero salió de su pueblo a formarse en el canto y a descubrir mundo. ¿Qué ha aprendido?

He aprendido que la gente sencilla es la que más me enseña, la gente del campo, la comunidad obrera. Mi padre es electricista, mi tito es jardinero y mi vecino, fontanero. Esa forma tan simple de vivir la vida, de priorizar lo esencial, de detenerte en el tallo de una flor… Yo veo poesía en el oficio de mi padre, que va dando luz a los demás. Yo aprendo de todo, cuanto más aprendes, más recursos tienes para desarrollar tu arte.

¿Qué hay que tener para sentir el flamenco?

Corazón, alma, pureza. Escuchar a los mayores y valorar su palabra. Las letras del flamenco cuentan nuestra historia, hay que detenerse en la esencia de las cosas.

Fusiona diferentes géneros musicales con el arte jondo. ¿Hacia dónde nos llevará su sonido?

Eso tiene que surgir. Tengo algún proyecto, siempre estoy trabajando.

Ha hecho numerosas colaboraciones con muchos artistas. ¿Con quién más le gustaría?

Con mucha gente. He hecho una colaboración soñada con una cordobesa de ensueño, Nita, de Fuel Fandango. Es lo más, la admiro profundamente, la sigo desde los 16 años cuando la vi por primera vez en mi pueblo en un concierto. Cuando vi a ese torbellino en el escenario y me dijeron que era de Córdoba, pensé que si ella podía hacerlo, igual yo también.

¿Cree que con estas mezclas acerca el flamenco a los jóvenes? ¿Le gustaría?

Me encantaría. A mí lo que más me gusta es que a mis conciertos va gente de todas las edades. El flamenco es inclusivo, es arte para todos. Es legado e historia y el modo de desahogarse que ha tenido el pueblo, y el ser humano siempre necesitará el arte como vía de escape.

¿Qué supuso para usted participar del video de Cruzcampo que resucitó a Lola Flores?

Un regalo del cielo. Yo la amo, y cuando me entero de que la iban a revivir e, incluso, a intercalar palabras conmigo, pensé que era la más afortunada del mundo.

¿Para cuándo un cantecito en Córdoba dentro de esa larga gira que acaba de empezar?

Todavía no ha salido, pero, posiblemente, para septiembre.