La pandemia, la concesión de la base logística del Ejército y la polémica en torno a que Eva Timoteo haya simultaneado su actividad política con la de procuradora sin la aquiescencia del Pleno protagonizaron ayer el debate sobre el estado de la ciudad, el primero de la era Bellido. En algo más de 4 horas, la Corporación municipal despachó en un tono sin exabruptos la gestión de 614 días de mandato marcados por la crisis del coronavirus y un confinamiento de tres meses en una ciudad con un 25% de tasa de paro.

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Partido Popular y Ciudadanos, socios de gobierno en la capital, hicieron una lectura benevolente (los naranjas, a ratos, triunfalista) de su gestión dispensada por la crisis, mientras que la oposición fue a cuchillo y apenas reconoció que esta crisis es crisis mundial. Sí, pero no es excusa, vinieron a decir.

Curiosamente, la intervención más ácidaintervención más ácida --particularmente con el alcalde, al que advirtió: está rodeado de «aduladores»-- fue la de Vox, el grupo municipal que ha pactado con el gobierno local dos expedientes de tasas fiscales (con bajada de impuestos) y está a punto de dar su beneplácito para acordar los segundos presupuestos del mandato. Partido Socialista, Izquierda Unida y Podemos no dejaron de observar la contundencia en el discurso de Paula Badanelli, (una maniobra «para el titular», añadieron), en contraste con la cintura que ha tenido esta formación hasta ahora en las negociaciones. Quizá, el discurso de Vox de ayer pudiera inaugurar una etapa menos amable con el equipo de gobierno en esta segunda parte del mandato, que se irá recrudeciendo a medida que se acerquen las elecciones municipales.

Ahí, en 2023, quiso poner los ojos el regidor popular para asegurar que la Córdoba de entonces «será mejor» que la que ellos heredaron de PSOE e IU. Parafraseando al socialista Emilio Aumente, Bellido fió a lo que resta de mandato la ejecución de los proyectos, que han pensado y planificado en estos dos primeros años. Subrayó el desbloqueo de proyectos como el Centro de Convenciones, la expropiación de Caballerizas Caballerizaso la puesta en marcha de La Normal. Y sobre todo, con la gran baza para sus objetivos: que Córdoba acoja la base logística del Ejército de Tierra, entendida como una oportunidad para reindustrializar el páramo fabril que es hoy la ciudad. Como era difícil rebatir esa tesis, la oposición optó bien por recordarle al alcalde el dudoso juego del PP a nivel nacional con este asunto (con intervenciones como las de Cuca Gamarra, Javier Maroto o el propio exalcalde José Antonio Nieto), bien por dudar de que este equipo de gobierno sea capaz de gestionar tal desafío.

Mientras que la oposición relativizaba el triunfo de la macrobase --harían falta «20 bases» para acabar con el paro, dijo Ambrosio--, el gobierno local hizo lo mismo respecto a los presuntos casos de corrupción que salpican a dos concejales de Cs: Eva Timoteo y Manuel Torrejimeno, al que se le abrirá en unos días una comisión de investigación. Curiosamente, fue el alcalde el único que salió en defensa de los ediles naranjas, ya que su primera teniente de alcalde y portavoz de su grupo municipal, Isabel Albás, evitó hablar del problema y se centró en la gestión. Llamó la atención sobre este particular la portavoz socialista, Isabel Ambrosio, que aconsejó al alcalde dejar atrás «el lastre» de Cs, llegando incluso a garantizarle que no le harían falta apoyos para los grandes temas hasta las elecciones y que podría contar con el PSOE.

En su discurso, la oposición se centró en criticar la gestión (lo que más se criticó a ellos) de quienes llegaron a Capitulares «para poner orden» y no han hecho sino incrementar «el batallón de cargos» y dejar sin ejecutar más del 50% de sus propias cuentas, «con 122, 7 millones en el cajón y solo 15 millones ejecutados», apuntó Pedro García (IU). La exalcaldesa, no obstante, cerró su intervención con algunas propuestas (brindar su agenda urbana o repensar en común los proyectos que opten a los fondos europeos) fiel a la oposición «constructiva» que gusta ejercer.

El alcalde recogió el guante de esa colaboración con la oposición y, pese a la dureza de su intervención, lanzó guiños a Vox: «Con ustedes cuesta trabajo, pero acabamos llegando a acuerdos que son positivos para la ciudad», remarcó. Menos bondad mostró en su intervención el portavoz del PP, Miguel Ángel Torrico, que aprovechó con astucia la doble intervención de su grupo (la del regidor y la suya propia) para hacer de liebre y que todos los grupos de la oposición (4 de 4) le replicaran a él en lugar de a Bellido. Al alcalde le dejó el papel de poli bueno (institucional) y a él, el que le pega.