El puente del mes de agosto ha sido tradicionalmente una de las fechas elegidas por el turismo nacional e internacional para pasar varias horas o días en Córdoba. Normalmente de paso, miles de personas de todos los rincones del mundo han disfrutado cada año en estas fechas de la belleza del casco histórico.

Este año se esperaba una fuerte disminución en el número de visitantes, fundamentalmente debido al covid-19. Sin embargo, aunque se ha producido una disminución apreciable de turistas en el entorno de la Mezquita--Catedral, al final no han estado las calles tan vacías como se esperaba.

El turismo internacional sí ha podido comprobrarse que ha sido escaso, pues solo algunos franceses y británicos, principalmente, podían verse ayer por las calles más turísticas de la ciudad.

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Entre los restaurantes más conocidos cercanos a la Mezquita-Catedral había ayer un poco de todo. Mientras algunos solo tenían clientes en la zona próxima a la barra, otros estaban casi llenos, siempre teniendo en cuenta que no pueden acoger al mismo número de clientes que antaño con las actuales medidas de seguridad. En la puerta de la taberna Santos no faltaban incluso los clásicos clientes tomando un pincho de tortilla.

Precauciones

En las calles y monumentos podía palparse la precaución que hay actualmente ante un posible contagio por el covid-19, pues muchas personas se preocupaban siempre de mantener las lógicas distancias de seguridad con cualquier desconocido.

La menor afluencia de turistas ha provocado que estos días se puedan ver los principales monumentos con cierta tranquilidad y sin las aglomeraciones típicas de otra época. Resultaba curioso ver a todo tipo de público hacerse fotos frente al Mihrab de la Mezquita--Catedral sin apenas gente a su alrededor y poder disfrutar de su belleza en primera fila.

Cualquiera podía escuchar a los guías turísticos, debido a que apenas había ruido de gente a su alrededor.

El Alcázar de los Reyes Cristianos casi llegó ayer al lleno que permite la nueva normalidad, cifrado en 500 personas por jornada por el Ayuntamiento. Según confirmaron algunos de los trabajadores del monumento, ha venido más gente de la que esperaban debido a la situación actual. En el Alcázar solo pueden entrar ahora grupos de hasta diez personas y no suele haber más de 50 personas dentro al mismo tiempo. Son unas cifras modestas para un enclave que en una situación normal recibiría a miles de turistas cada día, pero que animan a convencerse de que el potencial turístico de Córdoba sigue existiendo pese a la pandemia.

La Calleja de las Flores no parecía notar la crisis del coronavirus, pues no faltaban los turistas con ganas de hacerse fotos rodeados de las decenas de macetas que llenan sus paredes. La calle Deanes sí que notaba la falta de público según las horas, aunque a la hora de almuerzo estaban casi llenos casi todos los negocios de restauración.

Brigitte es una turista francesa que ayer se encontraba ayer visitando la Mezquita--Catedral y el Puente Romano junto a su pareja. Reconoce que ha venido a Córdoba en estas fechas porque «nos apatecía visitar la cidad, pues nos gusta y no nos importaba hacerlo ahora».

José Yúfera es un catalán que ha venido a la ciudad con su familia. «Hemos estado en Portugal y nos apetecía pasar un día en Córdoba. No la conocíamos y queríamos conocerla un poquito».

Romina es una francesa de 16 años que ha pasado por la ciudad porque «mis padres, que ya la vieron, me han animado a que la visite».

Ángel Gómez es un burgalés que ha venido a Córdoba junto a su familia «pues porque cada año nos gusta estar dos días en alguna ciudad española diferente. El pasado año pasamos por Granada y este año hemos venido aquí. No conocía la ciudad y tenía muchas ganas de verla». Reconoce que le ha sorprendido «ver la ciudad con poca gente, pues en otra época esto tendría que ser un hervidero. Para nosotros ha sido una suerte, pues hemos podido ir a todos los sitios sin guardar colas».

Rosa Mateo es una catalana que está en Córdoba con su pareja que asegura que «la ciudad es una maravilla y hasta medio vacía tiene su encanto».