Los ganaderos también están sufriendo la sequía, que ha provocado una espectacular disminución de pastos que está causando que numerosos ganaderos hayan tenido que recurrir a completar la alimentación de sus cabañas con piensos e incluso a aportar agua a sus explotaciones. Especialmente delicada es esta situación para el vacuno y el porcino ibérico, dependiente de la dehesa y de su buen desarrollo para poder obtener la calidad y el peso requerido para que los animales lleguen en las condiciones óptimas al sacrificio. No obstante, la revalorización del producto ibérico en los mercados y la clarificación de las etiquetas, así como unas mejores cifras en exportación, están permitiendo que este sector mantenga el tipo por ahora. El ovino, sin embargo, sigue cerrando explotaciones por falta de rentabilidad de las mismas.