NOMBRE: FRANCISCO MARTÍNEZ JURADO

LUGAR Y FECHA DE NACIMIENTO: CORDOBA, 3 DE JULIO DE 1930.

TRAYECTORIA: EN 1949 EMPIEZA DE FOTOGRAFO. TRABAJA PARA 'EFE', DIARIO CORDOBA Y OTROS MEDIOS.

Hace 17 años que Francisco Martínez Jurado Framar dejó de trabajar como periodista gráfico para Diario CORDOBA, pero aún se levanta todas las mañanas pensando en el trabajo, en una instantánea nueva que hacer. A sus 82 años, este fotógrafo, que se considera discípulo del "gran Ricardo, el genio de la imagen y gran amigo mío", como lo define él, se siente agradecido a la vida que escogió un día. Una existencia llena de aventuras, primero como fotógrafo callejero de ferias, bodas, comuniones y otros eventos, después más especializado en los toros, siguiendo por todas las plazas a Manuel Benítez El Cordobés , primero en una pequeña moto y luego en un seiscientos que se compró en 1962, para acabar convirtiéndose en un reconocido fotógrafo de prensa, vinculado al diario Informaciones , la agencia Efe , La Voz de Córdoba y Diario CORDOBA. Tenía 18 años y trabajaba como contable para Santa Lucía. Su futuro laboral lo tenía garantizado en esta empresa. Sin embargo, un fotógrafo le pidió que fuera su colaborador durante la Semana Santa de 1948 y en solo siete días la fotografía se adueñó de su alma, enamorándolo de tal modo que desde ese momento sellaron una unión de por vida. "En aquella época los fotógrafos, como no podían permitirse comprar un flash para la cámara por su alto coste, necesitaban que alguien portara el magnesio", explica Framar. "Un profesional", se calificaba él mismo, en una de sus muchas muletillas. Tanto trabajo llegó a acaparar este reportero gráfico que "poco tiempo tenía para pasear por mi adorada Córdoba con mi mujer", se lamenta ahora.

--¿Cómo se llamaban sus padres y hermanos?

--Mi padre era Pedro Martínez López, natural de Torredonjimeno (Jaén) y mi madre, Catalina Jurado Regalón, de Adamuz. Mi padre era maestro albañil. Yo tenía dos hermanos, Pedro y Rafael, que ya han fallecido. Fui a un colegio que estaba en la calle Romero de Torres y me bauticé en San Pedro.

--En qué barrio se crió?

--En la Cuesta de San Cayetano, en una casa de 24 vecinos, junto a la iglesia.

--De familia trabajadora pero humilde, en su casa no se pasó hambre, pero sí necesidad. Usted comenzó a trabajar muy pronto, ¿no?

--Sí. Me coloqué de botones en la compañía de seguros Santa Lucía cuando tenía 14 años, en 1944. Compaginaba el trabajo con mi asistencia por la noche a una academia para aprender mecanografía y también iba a clase a la academia Alcántara para estudiar contabilidad. Con 16 años ya era auxiliar administrativo de la compañía.

--¿Y cómo se adentró en el mundo de la fotografía?

--En 1948 conocí a un amigo fotógrafo que me invitó a que le ayudase a portar el magnesio durante una Semana Santa. Entonces, los flashes eran caros y no estaban al alcance de los fotógrafos. Las fotos nocturnas e interiores necesitaban de la ayuda del fogonazo de luz que proporcionaba el magnesio y que tenía que ser portado por un ayudante. Haciendo esta colaboración despertó en mí el interés por la fotografía.

Así empezó a trabajar Framar de fotógrafo ambulante o callejero, que era como se llamaba entonces al profesional que lo mismo retrataba peroles, primeras comuniones, todo tipo de celebraciones y escenas callejeras. Hizo el servicio militar como voluntario, sirviendo durante 36 meses para así tener las tardes libres y continuar con su trabajo en Santa Lucía. Formaba parte del Regimiento Militar de Infantería Lepanto número 2. Tras terminar el servicio militar, Framar solicitó una excedencia de seis meses en la aseguradora en la que trabajaba para marcharse junto a otros dos fotógrafos, Manuel Carmona y Eufemio Romero, a hacer una gira como reportero de ferias.

--¿Después de esa experiencia se decantó ya por dedicarse a la fotografía como profesión?

--Primero compartía la oficina con la fotografía cuando tenía ratos libres. Empecé a trabar amistad con los párrocos. Me avisaban de las bodas y ofrecía mis servicios a los novios. Rara era la semana que no tenía uno o dos enlaces nupciales. Si la boda era por la mañana pedía permiso en la oficina. Cogía mi maletín y allá que me iba. Cuando acababa de hacer las fotos, me incorporaba a la empresa y si hacía falta estaba allí hasta las 10 o las 12 de la noche para cumplir con mi cometido.

--Qué llevaba en aquel maletín de fotógrafo?

--Una máquina fotográfica de Retina, una Pentax. El primer flash que tuve fue el tercero que llegó a Córdoba. El primero lo compró Ricardo y el segundo Ladis padre. Ellos tenían un Mecablitz y el mío era de la marca Braun. La fotografía se convirtió en una obsesión para mí. Me di cuenta de que lo que me gustaba era estar en la calle, depender de mí mismo y satisfacer esa ilusión que había nacido en mí.

A la vez que se empezaba a forjar la carrera de fotógrafo de Framar, este reportero conoce a la que sería su mujer, Juanita Arenas Puentes, su gran apoyo para poder dedicarse en cuerpo y alma a la fotografía, y madre de sus seis hijos (Marisa, Maribel, Francisco Javier, María José, Inma y Mercedes), vástagos que le han dado por ahora cinco nietos.

--Su esposa es de Pedro Abad.

--A mí me gustaba el fútbol y militaba en el equipo Capuchinos. Conocí a mi mujer durante un partido de fútbol que disputó este equipo en Pedro Abad. Como el resto de chiquillos, yo tenía entonces la ilusión de ser futbolista, pero me tuve que conformar con ser buen aficionado. Me gusta el fútbol y lo añoro mucho. Estuvimos de novios ocho años. Me compré una bicicleta y con ella iba a ver a mi novia. Iba casi todas las tardes, sobre todo de verano. Cuando llegaba a Pedro Abad me cambiaba de ropa y me quitaba el pantalón corto. Así entraba al pueblo triunfal. Luego a las 12 o una de la madrugada regresaba a Córdoba. Me casé el 10 de julio de 1958 en la iglesia de Nuestra Señora de Asunción de Pedro Abad y nos vinimos a vivir a Lope de Sosa, 20, en Ciudad Jardín. De allí nos trasladamos a la calle Barroso, donde hemos vivido 30 años hasta finalmente asentarnos en Arquitecto Félix Hernández.

--Usted era gran aficionado a los toros, pero ¿cuándo se especializó en la fotografía taurina?

--Mi primer festejo taurino como fotógrafo fue el 18 de octubre de 1951. Fue una corrida de 11 toreros para 11 toros pro monumento a Manolete. Ese reportaje de 32 fotos me lo compró Paco Cerezo, el popular tabernero que tenía su local en la esquina entre Torres Cabrera y Colón. A partir de ahí empecé mi incursión en el periodismo gráfico colaborando para la revista El Califa , que dirigía y editaba Marcelo Moreno, que popularizó el seudónimo Tarik de Imperio. Iba al principio sobre todo a las corridas nocturnas y a los festejos de noveles.

--¿Y de dónde le vino el interés por la tauromaquia?

--Veía muchas fotos de Manolete, ese monstruo del toreo que dio Córdoba. Lo mío era el fútbol, pero no sé cómo entró en mí el gusanillo del toreo, lo que me alegra cada día más por la gran satisfacción que tengo de haber fotografiado a todas las figuras taurinas y a toreros que lo intentaron desde 1951 hasta la fecha. Volví del viaje de novios en 1958 y yo solía acudir a una tertulia taurina, en el bar Negresco de la calle La Plata, con apoderados taurinos, mozos de espada, subalternos y aficionados. Allí me comentaron que me había perdido un festejo con un nene de Palma del Río, apodado El Renco, que más que un torero parecía un segaor . Me resaltaron que este joven apuntaba a ser un fenómeno. Decían que tenía el valor de once toreros. Al sábado siguiente se repitió el festejo y ahí comenzó mi amistad con Manuel Benítez El Cordobés , que ya apoderado por El Pipo abandonó el nombre de El Renco. Entonces compré una moto Guzzi para seguir a El Cordobés por todas las plazas de la provincia y también acompañarlo por toda España. Entonces trabajábamos el blanco y negro. He sido fotógrafo en el sentido de la palabra propiamente dicha. Ahora se simplifica la labor del profesional. Antes había que revelar los negativos, positivarlos y la parte difícil no era hacer buenas o malas fotos, lo complicado era cobrarlas. A mí me atendían los apoderados de las grandes figuras, seleccionaban las fotos y me encargaban las copias. Gracias a ello iba tirando. He sido todoterreno.

--¿Nunca pensó montar un estudio fotográfico?

--No, pero sí tenía en mi casa mi propio laboratorio de revelado.

En 1958 Framar empieza a colaborar con el diario Informaciones de Madrid, que por aquella fecha editaba varias páginas diarias dedicadas a Córdoba y que se repartía en la plaza de las Tendillas por la tarde.

--¿Cómo era ese trabajo?

--Las ediciones especiales del diario Informaciones las asumía el gran periodista Manuel García Prieto. En el año 1962 me llamó la agencia de noticias Efe para proponerme la corresponsalía. Simultaneaba esta labor con mi trabajo para Informaciones . La agencia Efe quiso incluso que me trasladase a trabajar a Madrid, pero rechacé la propuesta para no abandonar a mi familia, a pesar de que tenía la ilusión de ser periodista gráfico y de contar con el reconocimiento de una gran empresa. También el periódico El Correo de Andalucía me llamó posteriormente para irme a trabajar a Sevilla y hacerme plantilla, pero no me fui.

--Su nombre se volvió conocido en el mundo de la prensa.

--Sí. También el periódico La Voz de Córdoba , surgido en los años 80, quiso contar con mi trabajo. El periodista Francisco Solano Márquez me llamó una noche que yo había estado en un festejo taurino a beneficio de la Virgen de Linares, corrida que fue un éxito de público y en la que recuerdo que estaba el empresario Baldomero Moreno. A este periódico se le había pasado hacer una fotografía de un altar que habían puesto en el tendido con la Virgen de Linares y sabían que yo la había hecho. Con mucho gusto serví la foto a La Voz . Paco Solano me citó para proponerme que colaborara con este diario. No hubo acuerdo, pero agradecido, le dije a Solano que tenía en mí un amigo y un colaborador.

--Además de los toros, ¿qué otros eventos solía cubrir?

--En 1982 dejé la agencia Efe . Cuando trabajaba para esta empresa tuve oportunidad de asistir a diversos actos conocidos como una montería que compartió Franco en 1965 en la sierra de Córdoba con el entonces rey de Marruecos Hassan II, monarca que esa noche se hospedó en el Parador de la Arruzafa. Al día siguiente fueron a Lugar Nuevo (Jaén), cerca de la Virgen de la Cabeza. He sido siempre apolítico, pero me dio la impresión de que había algo raro en aquel encuentro y que se disfrazó de cara a la opinión pública. También me enviaba Efe a partidos internacionales de fútbol de España que se disputaban en Sevilla o Granada, a pesar de que la agencia tenía fotógrafos en esas ciudades. Me centraba en sacar fotos de la portería y del público. Como corresponsal gráfico del diario Informaciones asistí a los dos ascensos del Córdoba CF a Primera División. En el primero, logrado en el campo del Recreativo de Huelva, viajé en una furgoneta que puso ese periódico, con publicidad de 4 empresas de Córdoba, una era la de Rafael Bernal, dueño de la Hostería, entre otros establecimientos. Por megafonía iba diciendo: "Aúpa Córdoba, a Primera División".

--¿Cómo fue aquel trabajo y el del segundo ascenso?

--El diario Informaciones me pidió que viajara con un laboratorio portátil desde Sevilla a Huelva. Nos apedrearon el coche al oír la megafonía a favor del Córdoba CF. En el segundo ascenso, con Rafael Campanero de presidente, se jugó el partido a las 12.00 horas en el antiguo Arcángel. Al ganar el Córdoba al Hércules y perder el Deportivo de la Coruña se logró el ascenso. A Campanero le dio un pequeño susto el corazón y cuando reaccionó preguntó si realmente estaba el Córdoba CF en Primera.

--¿Cuándo se vinculó a Diario CORDOBA?

--Un día de 1984 me encontré con el ahora redactor jefe de CORDOBA Manuel Fernández y me dijo que el entonces director del CORDOBA Manuel Gómez Cardeña quería hablar conmigo. Así empecé como colaborador. Antes de ser plantilla de este periódico me llegó una segunda oferta de El Correo de Andalucía para convertirme en fotógrafo de este rotativo y otra de El nuevo periódico . Esteban Ramírez, que presidía entonces el consejo de administración del CORDOBA, me preguntó un día si alguna vez otros periódicos me habían ofrecido trabajo y le contesté que sí. Creo que entonces el diario reconoció mi valía y fue a partir de entonces cuando pasé ya a ser plantilla de Diario CORDOBA. Me jubilé a los 66 años, en octubre de 1996. Yo había estado de autónomo y me llena de orgullo decir que me di de alta en la Seguridad Social el día en que este sistema se instituyó en Córdoba. Una de las fotos que más me agradeció Diario CORDOBA, sin ser aún su colaborador, fue una instantánea que le cedí referente a una visita del general francés Charles de Gaulle a Córdoba, dentro de una gira española en 1970. De Gaulle había prohibido que le hicieran fotos o vídeos. La única foto que se publicó del general fue una mía en el Patio de los Naranjos, gracias a un teleobjetivo y a que me escondí el carrete en un calcetín. Aparece en la foto el general De Gaulle, el cronista Manuel Salcines y otras muchas autoridades. Córdoba tiene tanto encanto que inmortalizar que no hago nada más que pensar en esos rincones que existen pero que no se ven.