La mayoría de los menores extranjeros no acompañados llegan a España con su plan de migración, por lo que habitualmente residen en los centros de protección de forma temporal, señalan desde los sindicatos. «Normalmente, aprovechan para descansar, recibir ropa limpia, asearse, reponer fuerzas y, si tienen familia en algún sitio, fugarse para continuar el camino», añaden. Esto se traduce en que las fugas de estos menores están a la orden del día. Cuando los trabajadores detectan que un menor no ha vuelto en todo el día, presentan una denuncia a la Policía «con los pocos datos que tenemos de ellos», explican, «su descripción y, a veces, un nombre que ni siquiera sabemos si es su nombre real». En ocasiones, esos menores regresan al cabo de unos días. «Otras veces ya no vuelven más» o son localizados en otras provincias. Según fuentes de UGT, «antes había que devolver al niño a la provincia de donde se había ido, ahora ya no, se quedan en la ciudad donde estén». Los menores de 16 deben estar escolarizados, pero no siempre ocurre. «Es complicado porque están de paso y, aunque se les busque talleres, la mayoría no duran».

La falta de personal se nota en todas las áreas aunque una de las quejas es el déficit que existe en cocina. «En uno de los centros, el cocinero hace como oficial y pinche a la vez», denuncian, «por eso pedimos que en este caso se aplique la relación de puestos de trabajo y, en general, que se ajuste a las necesidades reales que hay hoy, que son muy distintas a las de hace unos años, ya que la llegada de menores es creciente». Según CCOO, la respuesta de la Administración está siendo «habilitar lugares como naves industriales donde alojarlos que no reúnen las condiciones para este fin».