Miguel Soriano, a sus 48 años, está volviendo a aprender conocimientos adquiridos en su infancia (conversar, escribir o cálculos básicos), aptitudes que había perdido en gran parte tras sufrir un ictus. Miguel, que es albañil, se encontraba el pasado 4 de septiembre ultimando la construcción de una nave cerca de La Carlota cuando se dio cuenta de que se le dormía la mano derecha y que aquello no se le pasaba. Le llamó por teléfono el encargado y, aunque quería responderle, no le salían las palabras. «Desde el centro de salud de La Carlota me derivaron al hospital Reina Sofía en una ambulancia, directo al quirófano para tratar de disolverme el trombo», cuenta Miguel.

Una semana después del ictus, Miguel fue de nuevo intervenido. En el Reina Sofía le administraron células madre, obtenidas de su médula ósea, en la zona afectada por el infarto cerebral para acelerar la recuperación del tejido dañado por el ictus.

Miguel recuerda con mucha angustia el día del ictus y las jornadas posteriores, ya que, estando en la UCI e incluso después en planta, no podía hablar, no recordaba ni a su mujer, ni a su familia, aunque poco a poco aquello se fue solucionando. Consciente de que le queda camino por delante para poder encontrarse mejor, este albañil está recibiendo con mucha disciplina las dos sesiones de rehabilitación logopédica que le ofrece la sanidad pública en el Reina Sofía y las sesiones privadas que él está pagando en Montoro. Miguel ha dejado de fumar y el siguiente paso será intentar perder algo de peso.

«Me estoy notando mejor cada día y ya puedo mantener una conversación normal, aunque me cause dificultad pronunciar alguna palabra. También me acuerdo ya del número de mi carnet de identidad, de mi teléfono y el de mi mujer. En mi casa realizo fichas de estimulación neuronal, dictados (sílaba a sílaba), cuentas básicas», señala.

Cuando se activa el código ictus, el 061 tiene el objetivo de trasladar al paciente en el menor tiempo posible al hospital. El responsable de la unidad de ictus del Reina Sofía, Roberto Valverde, explica que el médico del 061 avisa al neurólogo de la unidad de ictus para preparar la sala de TAC craneal, con el objetivo de perder el menor tiempo posible, porque reducir esos minutos supone disminuir secuelas y mortalidad, lo que se llama «tiempo es cerebro». Este mismo neurólogo recibe al paciente en la puerta de urgencias y le acompaña junto a los médicos del 061 hasta la sala de TAC. En el TAC craneal coinciden el neurólogo, el personal del 061, el radiólogo de guardia y el neurorradiólogo vascular para decidir el tipo de tratamiento urgente que va a recibir el paciente (tratamiento intravenoso o terapia endovascular urgente), tras valorar las imágenes del TAC.