En casinos y tabernas es habitual encontrar hombres de edad que mantienen el tipo a pesar de que algunos dejaron atrás el listón de los 90

Son la prueba más palpable de la bondad del vino montillano y de quienes lo consumen con responsabilidad y a sabiendas de lo que tienen entre manos. En la medida en que pasan los años, se van descubriendo placeres y sensaciones que, en muchos casos, guardan relación con nuestros caldos.

Ahora que se nos ha despertado la urgencia de vivir, es preciso hacer un hueco en nuestra vida. Es preciso participar del rito del copeo rodeado de amigos, una costumbre que todos hemos adoptado alguna vez y lo siguen haciendo indefectiblemente los mayores formando grupos estables, en la mayoría de los casos. Cada día, cuando llega la hora del vino , grupos de amigos se reúnen en casinos y tabernas para presentar sus respetos al vino y tomar unas copas. Allí están a esa hora mágica que nada tiene que ver con el cronómetro, sino con el estómago. Cada uno se organiza en su grupo correspondiente. El catador de ley no bebe solo; el vino es una bebida social que invita a la confidencia, a la amistad, que suelta la lengua y propende al diálogo y a la tolerancia. Nuestros amigos han saltado el listón de los 85 y 90 años y se encaminan al centenario aprendiendo del día a día a conocer las singularidades de estos caldos y, tal vez, el arcano de la longevidad.

Nadie, a no ser por un motivo muy especial, se ausenta de este pequeño foro, donde cada uno da lo mejor que tiene. En la mesa de mayor solera del casino montillano son 6 los miembros más habituales. La suma de sus edades alcanza los 563 años, 93,8 años de media. Una ruina para la Seguridad Social, pero un regalo para todos los que merodeamos a su alrededor.

Si el tiempo vivido hasta ahora por cada uno de estos 6 privilegiados pudiera aplicarse de forma lineal, tendríamos que irnos al año 1440, cuando todavía faltan 52 años para que Cristóbal Colón descubra América, 13 años para que nazca en el castillo de Montilla el Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba, y solo 1 año que ha nacido en Cuzco Gómez Suárez de Figueroa, más tarde el Inca Garcilaso de la Vega.

Nuestros amigos son austeros, beben el vino "a palo seco". Conocen el arte de vivir serenamente, evitando discusiones y beben vino con prudencia y sensatez. Suelen ser seis, sentados alrededor de la mesa redonda metálica, aunque no existe numerus clausus .

El vino es el talismán que los une. Rafael García, Pepe Rubio, Justo Fernández, Pepe Panadero, Rafael Castro y Francisco Cabello forman la avanzadilla de estos incondicionales jóvenes que van seguidos, a corta distancia, por otro grupo cuyas edades suman 477 años.

Todos ellos circulan "con la corta", quiero decir, viviendo el día sin pensar en el futuro, pero con la misma ilusión que hace medio siglo. La evidencia es la mejor demostración. Y a ello están dispuestos cada día estos incombustibles catadores.