De la copla bebo, de su fuente, como tantas otras veces, para empezar, que la copla es la verdad de Andalucía: "En Cordobita la llana hay una reja floría -" Floría con acento en la í.y sin la de, que acursila la palabra, con permiso de la Academia, a la que tanto debo. Porque recibo, como todos los años, cuando mayea, la revista, buenísima, Córdoba en Mayo , que es una gloria para los sentidos. Y en la portada, espléndida, una reja roja. Roja de las flores que la adornan. ¡Qué me gusta una reja antigua, de las de clavos de verdad, con el cuerpo de una espada! Pues, a su pie, ni más ni menos que el maestro Paco Peña, protagonista esta semana al haber recibido la Medalla de Oro a las Bellas Artes del Kennedy Center, de manos del Rey. Otra vez, aunque ya lo era desde que tocó la guitarra por primera vez a los 6 años, excelentísimo señor. Merecidamente. La guitarra universal está de enhorabuena y Córdoba de nuevo demuestra que es la ciudad culta por excelencia.

Y hoy va el día de genios geniales. ¿Cómo no voy a pedir para el genio don Paco Ariza, a través de mi buen amigo Paco Expósito y el grupo Amador de los Ríos , ese título de hijo predilecto de Baena? ¿Pero cómo es que ya no lo tenía? Se lo merece también Ariza, con su barba blanca, su brazo escayolado y pintando, ordeñador de olivas, sin parar, con la furia de un niño...

Me cuentan en el AVE que Paloma Cuevas, esposa de Enrique Ponce, siempre un rostro bello en las ventanas del domingo, tras la reja de papel, se ha comprado una docena de sombreros de los que hace la sombrerera de la propia reina inglesa para lucir, al menos uno, en la Feria de Córdoba.

Y otra belleza. Ahora se lloran los 25 años de la muerte de Rita Haywoorth, a la que yo vi agonizar en la casa de su hija, la princesa Yasmín Aga Khan, en el Central Park de Nueva York. Aquella que dijo, hija de un bailarín sevillano que conocía bien Córdoba, lo de: "Si yo fuera un rancho mexicano me llamaría 'Tierra de nadie'". Pues yo, de ser placeta en nuestra ciudad, gritaría desde un azulejo: "El granadino que tanto amó a Córdoba".

Raúl del Pozo habla en su columna del libro de Julio Merino, El príncipe republicano , gracia e intención al mismo tiempo. Atención, que don Julio, igual que conoce el pasado, quizá previene el futuro.

Y Charo López está encantada de haber pasado por Córdoba. Sepan que servidor entrevistó largo y sentado a esta bellísima dama, que mejora con el tiempo, en una suite del hotel Ritz de Madrid. El fulgor de sus ojos negros de fuego casi me vuelve loco, por eso, más que un reportaje, aquello fue un piropo.

Como desde aquí le envío este en cuerpo y alma a la memoria del maestro Miguel Salcedo Hierro, cronista oficial de esa ciudad, inolvidable ¡Cómo pasa el tiempo, mi profesor! Pero su presencia sigue viva, insustituible. Como nuestro perol, me refiero al de verdad, del que su hija Marisol Salcedo dice que "el perol cordobés es distinto a todos los demás". Ya decía yo.