reportaje

El ‘oro verde’ se extirpa

Agricultores de Andalucía y Castilla La Mancha sustituyen olivos centenarios por pistachos, un producto que ha pasado en un año de 44.000 hectáreas plantadas a 55.032

Cambio 8 Una máquina retroexcavadora derriba olivos en una finca de Andalucía para poder plantar pistachos.   | EPE

Cambio 8 Una máquina retroexcavadora derriba olivos en una finca de Andalucía para poder plantar pistachos. | EPE / roberto bécares

Roberto Bécares

Un sol de justicia castiga esta mañana El Cortijo El Rincón, en la localidad de Mollina (Málaga). Hay que achinar los ojos un poco para que no te moleste y ni con las gafas de sol está uno a gusto. Tres jornaleros avanzan entre un enorme campo de almendras arrastrando los pies por el suelo como si fueran las palas de un arado. Repiten el proceso cada pocas horas para darles la vuelta. «El sol es la mejor estufa para secarlas. En dos días hay que bajarles la humedad del 19 al 6%», explica Antonio Díaz Caballero, dueño de varias explotaciones agrarias en Andalucía. En esta, su principal cultivo -el 80-90% de toda la plantación- es la aceituna de mesa, de la que suele recoger dos millones de kilos.

Pero a Antonio le gusta diversificar, por eso tiene también un importante cultivo de almendros, de los que cosecha cerca de 225.000 kilos cada temporada. «No me gusta tener los huevos en el mismo cesto; el año pasado, por ejemplo, la almendra tuvo unos fríos y se estropeó y este año, sin embargo, he tenido un cosechón. Y la aceituna, que el año pasado tuvo buena cosecha, este año ha sido malo», asegura Antonio durante un recorrido por la planta de la máquina que procesa las almendras con innumerables conductos y recovecos.

Desde hace unos años, aprovechando unas tierras calmas que tenía en la finca, Antonio apostó también por el pistacho, que vive un auténtico boom en nuestro país. De las 1.813 hectáreas que se plantaron en 2011 en todo el territorio nacional se ha pasado a las 55.032 del año pasado. En solo un año, el crecimiento ha sido del 25%.

«La cifra es una barbaridad, sobre todo porque es un cultivo caro de implantar. Cada planta (suelen ser la variante Kerman de origen iraní) vale entre 12 y 14 euros y hasta los seis años no tienes cosecha», advierte José Luis del Roj, secretario de Appistaco, una asociación de productores y comercializadores de pistacho que cuenta con 300 socios en toda España, principalmente en Castilla La Mancha y Andalucía.

Dentro de poco, Antonio tendrá cerca de 180 hectáreas plantadas de pistacho, en las que acumulará unas 20.000 plantas. «Con sólo tres años que tenían los primeros árboles tuvimos ya año de cosecha cuando lo normal es que empiecen a dar fruto a los seis años», dice el director de Explotaciones Agrarias Díaz Caballero, que también ha arrancado fincas con olivos viejos para plantar pistachos, ya que «han dejado de ser rentables», sobre todo ahora que los intermediarios, «unos especuladores», pactan bajar el precio a la aceituna sin motivo aparente.

Precios tirados

«Con tres años de pocas lluvias los olivos estaban estresados», sostiene Antonio, que reconoce que le da cierta pena tener que arramblar con árboles con 200 años de vida, «pero la ‘pela’ es la ‘pela’, y la producción es la producción». «Si tuviéramos una climatología de promedio de 700 litros de lluvia todo el año, seguiríamos, pero cuando llevas tres años perdiéndoles dinero...», lamenta Antonio.

Con los precios que ofrecen los intermediarios tirados por el suelo por el aumento de los costes de la energía, los agricultores tiene que minimizar los gastos, principalmente los dedicados a la recogida. «Se busca hacer plantaciones donde el coste de recogida sea mínimo», explica Antonio, que como muchos agricultores de Andalucía y Castilla-La Mancha está cambiando sus tierras de olivos viejos por nuevos, en algunos casos intensivos -dan más aceitunas y el tiempo de recolección es menor-, o por plantar pistachos.

Para seguir recortando gastos, Antonio está ya construyendo su propia fábrica para pelar y secar los pistachos -varios operarios trabajan de hecho en la obra para arreglar el foso sobre el que las máquinas recolectoras descargaran la producción-. «Tengo que replicar la misma fábrica que tengo para las aceitunas y las almendras, con la pesadora, la cinta, la torba... es que el pistacho se recoge en la misma época que la aceituna, y no se pueden mezclar residuos», dice el agricultor, que ya el año pasado hizo con su equipo pruebas para reducir la temperatura del fruto seco y parece haber encontrado la fórmula perfecta para generarle al menos daños y que el proceso sea lo más efectivo posible.

Los agricultores que apuestan por el pistacho destacan la estabilidad de su precio de venta. En los últimos años, el kilo ha oscilado entre los 6 y los 8 euros. «A lo largo del tiempo el precio se ha mantenido en el mercado, no tiene grandes oscilaciones. La gente está apostando por él porque da estabilidad y rentabilidad”, explica el secretario de Appistaco sobre un árbol, además, que necesita algo menos de riego que el olivo.