Los recursos fitogenéticos constituyen la biodiversidad de las especies vegetales. Su conservación y uso son un tesoro para el futuro de la agricultura, la alimentación y el medio ambiente. El Tratado Internacional de Recursos Fitogenéticos para la Agricultura y la Alimentación (Tirfaa), en concordancia con el Convenio sobre la Diversidad Biológica, garantiza la seguridad alimentaria a través de su conservación, libre intercambio y el justo y equitativo beneficio compartido que se obtenga de la explotación de los mismos. La conservación de los recursos genéticos se lleva a cabo en el lugar donde se localizan (in situ) y en colecciones ubicadas fuera de su lugar de origen (ex situ). Estos son los llamados bancos de germoplasma que albergan el legado de diversidad natural y seleccionada por el hombre.

Bancos de germoplasma

El interés por conservar y catalogar las variedades de olivo se propuso en el Congreso Internacional de Oleicultura de Sevilla en 1924. Los mayores problemas de las colecciones residen en la representatividad de los olivos plantados y en el confusionismo en las denominaciones varietales. La exploración de la diversidad varietal existente en el ámbito geográfico de la colección, la autentificación de las denominaciones varietales localizadas, estableciendo homonimias (diferentes variedades con el mismo nombre), sinonimias (diferentes nombres para la misma variedad) y errores por causas diversas representan un pre-requisito para asignar a cada árbol un nombre único e inequívoco. La herramienta universal hasta fecha reciente ha sido la caracterización morfológica. Se basa legalmente en los descriptores morfológicos de la UPOV (Unión para la Protección de las Obtenciones Vegetales).

Desde los años ochenta del siglo pasado se utilizan marcadores moleculares del ADN que aumentan la capacidad de discriminación y la seguridad en la identificación del genotipo, ya que estos no son afectados por el medio ambiente como sucede con los marcadores morfológicos.

La asociación de marcadores morfológicos y de ADN, en especial los denominados microsatélites (SSRs) representan el método de referencia más universal, discriminante y accesible en gran número de bancos. Se empiezan a usar también diversos marcadores moleculares asociados a caracteres morfológicos como SNP-EST, SSRs-EST, etc., cuya comparación con el método anterior está en curso. Finalmente, se ha iniciado la secuenciación masiva del genoma del olivo y su interpretación cuyo uso se puede convertir en la herramienta universal en breve plazo.

El banco de Córdoba

El banco de Córdoba se inició en 1970 en la finca Alameda del Obispo. Ha sido un ejemplo permanente de colaboración institucional entre el actual Ifapa y la Universidad de Córdoba, que se ha extendido al IAS-CSIC y a otras instituciones de investigación. Este esfuerzo colaborativo en el estudio de los recursos genéticos en el banco ha sido una seña de identidad que ha formado una plétora de investigadores nacionales e internacionales en disciplinas muy diversas, la exploración de variedades, de olivos monumentales y de acebuches, el intercambio de materiales con otros países, la catalogación varietal de España, la evaluación preliminar de numerosas características agronómicas (aptitud al enraizamiento, vigor, producción, épocas de floración y maduración, biología reproductiva, tolerancia y resistencia a caliza, salinidad y plagas y enfermedades, rendimiento, composición y calidad de aceite, etc.) en variedades autentificadas.

En la actualidad alberga más de mil entradas procedentes de 29 países. Los trabajos de su autentificación están en avanzado estado y se continúa la evaluación agronómica y oleotécnica.

El Banco de Germoplasma Mundial de Olivo (BGMO) incluye también colecciones para evitar la pérdida de materiales ante la incidencia de enfermedades devastadoras, tiene un repositorio en aislamiento en la finca Rabanales que permite la conservación de las variedades autorizadas en España para su propagación comercial auténticas y exentas de los patógenos recogidos en la legislación de certificación de planta de vivero, dispone de laboratorios de diagnóstico de patógenos de abrigos de cuarentena y de instalaciones para su erradicación. Por ello, la Junta de Andalucía ha encomendado a la Universidad de Córdoba el servicio de entrega de material de base a los viveros andaluces interesados en la producción de planta certificada.

El seminario de Córdoba

La Red COI representa la estructura coordinada de bancos de germoplasma de mayor dimensión en el mundo oleícola. Incluye 21 bancos: 3 internacionales (Córdoba, Marrakech y Esmirna) y 18 nacionales (Albania, Argelia, Argentina, Chipre, Croacia, Egipto, Eslovenia, Francia, Grecia, Irán, Israel, Italia, Jordania, Libia, Montenegro, Estado de Palestina, Portugal y Túnez). La red dispone de más de 1.700 entradas.

Recientemente, entre el 21 y el 24 de noviembre, se celebró un seminario organizado por el COI y la Universidad de Córdoba. En este encuentro se presentó: 1) El estado actual de los bancos de la red; 2) una guía para la catalogación, saneamiento y manejo de los bancos propuesta por la UCO; 3) el proyecto THOC (True Healthy Olive Cultivars), que trata de proporcionar desde el banco de Córdoba a los bancos de la red material auténtico y sano para la certificación de la planta de vivero de las 101 principales variedades plantadas en la actualidad en los respectivos países.

El proyecto THOC supone una medida cautelar para la difusión de plagas y enfermedades devastadoras como las causadas por Verticillium y Xylella.

También se acordó la presentación y preparación en 2020 del proyecto THOC2 para el período 2021-2024. Se trata de catalogar y sanear la totalidad de las accesiones de la red para garantizar el intercambio de material entre los mismos y sentar las bases de una certificación de planta de vivero. El próximo seminario será en Marrakech en 2020.

El nuevo reto

La consolidación de la red requiere la colaboración entre el COI y la FAO. Su reconocimiento en su ámbito específico: la Comisión de Recursos Genéticos para la Alimentación y la Agricultura (CRGAA)- FAO ) y su vinculación con el sector del olivar y sus productos (COI) aconseja un acuerdo entre ambas instituciones.

La red potenciará nuevos proyectos de investigación, de innovación y transferencia de conocimientos sobre el germoplasma de olivo, estudios esenciales en una época de cambio climático y para el cultivo del olivo y la transformación de sus productos. La reciente visita a Córdoba del director general de la FAO, Qu Dongyu, y del ministro de Agricultura, Luis Planas, puede representar el impulso político preciso para la consolidación de la red.

Conclusión

Los recursos genéticos han sido y son la base de la olivicultura. Su protección, autentificación, saneamiento y conservación, su libre intercambio y su evaluación son herramientas necesarias para la mejora genética y la biotecnología con el fin de proporcionar materiales adaptados a las necesidades del sector oleícola en una época de cambio. Disponemos de capital humano, infraestructura y herramientas para atender este reto. Continuemos en la tarea.

* Luis Rallo es profesor emérito de la Universidad de Córdoba