El Juli ha administrado con pericia la calidad de “Chillón”, cuarto de la tarde. Se encampanaba el de Garcigrande, un puntito alto, en los primeros tercios, siendo el de varas un simulacro. El Juli le ha abierto los caminos llevándolo a media altura en el primer jalón de la faena de muleta. Había que confiarlo, hacerlo, sobarlo.

Una vez afianzado, el madrileño se ha puesto las pinturas de guerra y ha comenzado a exigirlo con su muleta rastrera, barriendo la arena ferruginosa de Cuatro Caminos en series rotundas por ambas manos. De especial sabor las zurdas.

Ha terminado descolgando el animal, y ha continuado Juli exprimiendo aquella nobleza con el temple como fuerza de la gravedad que hacía orbitar una y otra vez la acometida en derredor suyo. Estoconazo y dos orejas de ley.

El primero, “Raspito”, quería galopar. Sus fuerzas contadas actuaban como fuerza de signo opuesto a su voluntad de entregarse. El pundonor julista ha mantenido en pie la admiración de las bondadosas gentes que llenaban Cuatro Caminos, en series por ambas manos, condicionadas por una embestida nunca entregada.

El quinto ha acreditado una calidad extraordinaria por el pitón derecho, mano por la que Perera lo ha gobernado a placer en una primera mitad de faena de categoría. Se sucedían la series a derechas frondosas, de cinco y seis muletazos, rematados muy atrás. Perera se recreaba en lo fundamental y se ha echado la pañosa a la zurda, donde sólo el punteo del toro en el final deslució aquello un poco.

Justo después, al final de una nueva serie muy acoplada, el toro ha empezado a mirar hacia chiqueros, momento en el que el extremeño ha cerrado la puerta al toreo en redondo, comenzando el accesorio de los circulares. Oreja tras una casi entera y descabello.

El primero de su lote, hondo y cornicorto, tenía cara de niño y, como tal, lo han tratado en el caballo: apenas unos azotes ha llevado. Se ha secado el charquito que surgió de la boca de riego y ahí mismo ha muleteado Perera con el habitual principio de los cambiados por la espalda.

Ha resbalado con profundidad por ambos pitones “Descorchado”, mejor cuando se le citaba en la media distancia. Ha entrado la gente en la faena en dos series de naturales profundos y ligados, pero la falta de continuidad en las embestidas del astado ha deslucido aquello un punto. Calidades medias coronadas también con media estocada. Oreja.

Ha quitado Roca Rey por saltilleras al sexto. El buen discurrir del toro en el segundo tercio hacía presagiar un continuo y anchuroso fluir en la muleta. Así ha sido en la inicial a derechas. Luego, Roca ha muleteado muy encima, donde el de Garcigrande parecía sentirse menos a gusto.

La estocada ha caído en el mismísimo hoyo de las agujas y el presidente ha apurado hasta el final la concesión de la segunda oreja. Estrechito de sienes y bien armado, el tercero se venía cruzado, no por derecho. Roca Rey lo ha atrapado en el quite, en el que lo ha toreado en redondo con el envés del capote. Andares mexicanos no tenía precisamente el bicho, un buey de carreta. Roca Rey mecía la muleta en una templada diestra inicial con las dos rodillas en tierra. Y el toro ha dicho basta. H