Septiembre siempre ha sido el mes de los suspensos en junio. Ahora se destaca más lo de la vuelta al colegio. En el Colegio de la Asunción, anexo al entonces Instituto General y Técnico, que aún no se llamaba Góngora, iniciábamos el curso el 13 de octubre; el día anterior era la Fiesta de la Hispanidad. La vuelta a la Universidad se realizaba a ralentí al final de septiembre. Entonces no se era consciente del lugar que ocupaban las universidades españolas en el ránking mundial. Ahora sí. En el último Academic Ranking of World Shanghay de 800 universidades, hay 26 anglosajonas entre las 30 mejores del mundo. Pero no hay ninguna española entre las 200 primeras y en las 100 siguientes solo están tres: Pompeu Fabra, Barcelona y Granada. Ya en aquellos lejanos tiempos --1952-- la Universidad de Granada imponía por su excelente profesorado a los que nos examinábamos de Revalida o Examen de Estado. ¿En qué rango se encontraría? España no era entonces, como sí lo es ahora, la décimo cuarta economía mundial. La Guerra Civil nos había situado en los vagones de cola. Pero me atrevo a pensar que pese a ese hándicap, y la comparación pertinente, la Universidad de Granada estaba en un puesto superior a la mayoría de las diseccionadas ahora por el ranking Shanghay. Lo decepcionante es, salvo contadas excepciones, las pocas perspectivas de mejora frente a las del resto del mundo. Estamos a la cabeza en cuanto a división ideológica, con el falso enfrentamiento educación pública versus educación privada. Y muy equivocados si pensamos que la educación debe ser una bandera política.

* Periodista