Manuel Hernández-Silva (Caracas, 1962) asume la dirección titular de la Orquesta de Córdoba con unas inmensas ganas de trabajar para hacer de ella una formación que compita, y emplea este verbo, con otras similares de España y el mundo. Disciplina y respeto son, quizá, las dos palabras que más está utilizando para explicar su proyecto musical. Este hispano-venezolano ha vivido veintiún años en Viena (Austria). Allí inició sus estudios de dirección en el Conservatorio Superior de Música, que culminó en 1989 con matrícula de honor. Ahora no oculta su admiración por la que será su ciudad, a partir de septiembre, durante la temporada de conciertos. No le faltan ideas. Promete cautivar con la programación a la sociedad, en especial a los jóvenes músicos y a los estudiantes universitarios, para que surja la pasión por la Orquesta. Y pretende salir al extranjero; las colaboraciones con el movimiento musical venezolano también rondan su mente. Es un trabajador metódico, acostumbra a madrugar cada día para estudiar. Desea seguir cuidando su carrera internacional, pero prestará todo su tiempo a Córdoba durante los dos años que inicialmente dura su contrato.